(La Pobla de Lillet, 11 de noviembre de 1906 – Santiago de Cuba, 28 de mayo de 1997)
Estudios Recibidos
En 1926 Prat Puig concluyó los estudios de Bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Mataró y a continuación ingresó en la Universidad de Barcelona. Cuatro años después culminó la Licenciatura en Filosofía y Letras y en Derecho. Los conocimientos recibidos durante aquel período del historiador y profesor Pedro Bosch Gimpera, considerado el gran impulsor de los estudios arqueológicos en España, dejaron una profunda huella en él y desempeñaron un papel decisivo en su posterior trayectoria profesional.
Labor Profesional
Una vez graduado tuvo que trabajar como profesor de historia y de geografía en el Instituto de Mataró y como auxiliar de la Cátedra de Arqueología de la Universidad de Barcelona adscrita al Museo de Arqueología de Montjuic.
Su vocación de arqueólogo no se vio frenada por la derrota militar sufrida, ni por su condición de exiliado, ni por las penalidades que padecía como prisionero de un campo de internamiento. Convencido de que se hallaba en una localidad que había servido de asentamiento siglos atrás a griegos y fenicios, alcanzó a obtener del Comandante del campo permiso para realizar excavaciones arqueológicas y tras varias semanas de ardua labor encontró las ruinas muy bien conservadas de un pueblo ibérico. Ese descubrimiento histórico fue ampliamente divulgado por la prensa y causó una notable impresión en el ámbito científico francés.
En noviembre de 1939 llega a La Habana con documentos personales falsos. Unas semanas más tarde ellas pudieron reunirse con él. De ese modo Prat Puig alcanzó en nuestro suelo su residencia definitiva. En septiembre de 1940 pudo ofrecer dos conferencias sobre “La primitiva Hispánica” en la prestigiosa Institución Hispano cubana de Cultura y con posterioridad, dos años después, impartió en esta misma entidad cultural un largo curso de más de veinte lecciones sobre historia del arte.
Esas disertaciones le concedieron la oportunidad de abrirse un espacio en el panorama académico cubano y establecer estrechas relaciones con algunos intelectuales, entre ellos la etnóloga Lydia Cabrera y la historiadora María Teresa de Rojas, tuvo la oportunidad de encabezar la restauración de la Iglesia del Espíritu Santo, en La Habana, y poco después la de Santa María del Rosario, llamada la Catedral de los Campos de Cuba, donde se hallaban en avanzado estado de deterioro las obras de Nicolás de la Escalera, nuestro primer pintor. De modo satisfactorio cumplió ambas encomiendas y comenzó así su loable desempeño en Cuba como restaurador. Años más tarde hubo de dirigir la restauración de otros templos parroquiales como los de Sancti Spíritus y Trinidad.
En 1947 Prat Puig publica la monumental obra El prebarroco en Cuba, con la cual ha de poner al descubierto la huella morisca de nuestra arquitectura. Al comenzar a funcionar en aquel año, aún no oficialmente, la Universidad de Oriente, es invitado a formar parte de su claustro de profesores y se traslada a Santiago de Cuba, ciudad que lo impresiona de modo favorable por su arquitectura colonial y donde fija su residencia. Una vez legalizado este centro docente comienza a impartir en él clases de historia del arte y se enfrasca en la tarea de rescatar las edificaciones más valiosas de dicha localidad.
Durante su estancia de casi medio siglo en Santiago de Cuba desarrolló una actividad pedagógica y cultural digna de la mayor estimación. A lo largo de varias décadas se desempeñó como Catedrático de Historia del Arte y publicó en dos tomos en 1984 unas conferencias de elevado carácter didáctico sobre esta disciplina.
Gracias en gran medida a su esfuerzo personal y a sus gestiones, se lograron rescatar y restaurar varias edificaciones santiagueras como la Casa de Diego Velázquez y la Casa Natal de José María Heredia.
También obtuvo el primer premio en el concurso de proyectos convocado en 1951 para la construcción del nuevo edificio del Ayuntamiento de la ciudad, formó parte del Grupo Humboldt, que llevó a cabo importantes descubrimientos arqueológicos, y dirigió el proceso de restauración de algunas áreas del Castillo del Morro. Asimismo confeccionó una Guía razonada de los monumentos más antiguos de Santiago de Cuba (1963), ejerció la crítica de arte y fomentó la realización de exposiciones de pintura y de piezas arqueológicas.
Su labor como restaurador no se limitó en esos años a la ciudad de Santiago de Cuba y abarcó además el Castillo de La Real Fuerza, en La Habana, y edificaciones de Camagüey, Bayazo, Gibara y otras poblaciones. Abogó siempre por la conservación de cualquier obra de significación cultural un jarrón, un cuadro, un abanico, un candelabro, sin que constituyese un elemento invalidante su connotación política o la personalidad de su propietario.
Condecoraciones y Premios
- Medalla Alejo Carpentier, año 1983.
- Orden de Isabel la Católica, que le confirió en 1992.
- En 1993 se le hizo entrega por parte del gobierno español de la Generalitat de Catalunya.
- Doctor en Ciencias del Arte por la Universidad de Oriente.