Cuba, por el camino de la sostenibilidad energética

panel solar. Foto: Portal de la ciencia cubana

“El mundo se mueve lenta, pero inexorablemente, hacia el uso extensivo de las energías renovables y esto responde a la necesidad de hacerse cada vez menos dependiente de los combustibles fósiles, porque están en vías de agotamiento”, dice Guillermo Leiva Viamonte, ingeniero a cargo de la dirección de la Unidad empresarial básica Energía Renovable de la Empresa de Ingeniería y Proyectos para la Electricidad (Inel).

La “sostenibilidad energética”, utilizando los términos con los que fuera bautizado el 2012 —Año de la de la energía sostenible para todos es un camino por el que debemos transitar si pretendemos que se mantenga el equilibrio de la naturaleza frente a las progresivas transformaciones del hombre, considera Leiva.

-¿Cuál es la situación mundial  hoy, en cuanto al uso de las fuentes renovables de energía?

Desde el punto de vista tecnológico, se conocen mejor las tecnologías de las energías renovables. En el mundo hay líderes, es decir, las grandes potencias o los países ricos, que han podido apostar por estas, poner mucho dinero en investigarlas y desarrollarlas, y han involucrado a sus empresas en el mercado, de manera que hacen declinar los costos de producción, mientras promueven estas tecnologías para que sean comercialmente competitivas o accesibles, con respecto a los combustibles fósiles.

“De forma general se han desarrollado muchos métodos para obtener energía a través de las fuentes naturales como el sol, el agua, el viento, las mareas, la fuerza terrestre, incluso de desechos orgánicos. La mayoría han sido empleados desde antaño y retomados hoy.”

-¿En qué situación se encuentra Cuba? 

No podemos decir que seamos pioneros del uso de la energía renovable, aunque hubo tecnologías de aprovechamiento tradicionalmente usadas, pero no con la connotación que hoy les damos. Por ejemplo, la industria azucarera históricamente quemó el bagazo, que es un subproducto.

En los últimos 25 años ha habido un fortalecimiento de acciones para propulsar el uso de las tecnologías que aprovechan las fuentes renovables de energía debido, primero, a que ha habido un desarrollo científico técnico en el país, pues contamos con más científicos y más ingenieros; segundo, porque las tecnologías han avanzado en el mundo y ya no son una quimera, ahora son bastante asequibles y, tercero, porque existe la necesidad, ya que somos completamente dependientes, no de la importación de combustibles, sino de combustibles fósiles.

-¿Cuáles son las principales fuentes que se explotan?

Las fuentes renovables que hoy están identificadas como más importantes para el país son la energía eólica y la hidroenergía. En cuanto a la eólica ya existe un potencial técnicamente aprovechable para las condiciones actuales de precios de las tecnologías y de costo de la generación, del orden de los 2 000 MW.
La hidroenergía se ha fortalecido a partir del programa de voluntad hidráulica del país, luego del ciclón Flora, en 1963, cuando se produjo una descomunal inundación de regiones enteras del Oriente cubano y se vio que era importante represar o encauzar las aguas que dejaban estos grandes eventos meteorológicos.

Progresivamente se tomó conciencia de que era necesario represar el agua para darle usos agrícolas y abastecer a la población, aunque también se utilizaría su fuerza para generar electricidad, de manera que se construyeron casi 300 presas.

A finales de los años 80 del siglo anterior se hicieron importantes proyectos demostrativos del uso de la energía solar fotovoltaica y la energía solar térmica, para calentar agua fundamentalmente. En la primera década del siglo XXI estos proyectos se retomaron, debido a eventos importantes como fue el desarrollo del programa audiovisual, en 2003-2004, mediante el cual se llevó la televisión y el video educativo a todas las escuelas del país.

Entonces se instalaron sistemas solares fotovoltaicos para electrificar mil 500 escuelas o un poco más, además de los calentadores térmicos en los consultorios médicos, policlínicos, casas de ancianos, y hogares maternos en zonas rurales donde no llegaba la electricidad.

También se explota la biomasa cañera por el potencial que puede aportar esta industria, ya que siempre que se muela caña va a existir bagazo. La biomasa forestal tiene un lugar importante, pues pronto llegaremos a un 30 por ciento de superficie boscosa en el país.

Otras biomasas que pueden ser aprovechadas son los residuos que no se aprovechan hoy, o se aprovechan de modo muy local, las cáscaras de coco, el afrecho de café. Hay potencialidades dispersas, unas locales y otras más nacionales.

Tenemos algunas experiencias en la obtención de biogás, de los desechos de basura. Pero esta tecnología necesita una cultura en la selección de los desechos que van a los vertederos, que realmente resulta un poco compleja para la realidad cubana de hoy. Estamos hablando de la transformación anaerobia de residuos diversos que generan gas metano, o una mezcla de gas metano y dióxido de carbono.

-¿Qué otros proyectos existen?

Después de disminuir el uso de la industria de los molinos, a inicios de los años noventa del siglo pasado, ahora estamos tratando de recuperarla. Existe una industria en Güira de Melena y, además, importamos algunos elementos y fabricamos la estructura completa del molino. Está también otra industria del SIME: la empresa mecánica de Bayamo, que inició la preparación técnica para comenzar a producirlos.

A esto se agrega una fábrica de colectores solares en Morón, con una capacidad de 30 mil al año. Con respecto a la demanda no es mucho, pero es un paso adelante.

En el Combinado de Componentes Electrónicos de Pinar del Río está la fábrica ensambladora de módulos o paneles fotovoltaicos (transforma directamente la radiación solar en electricidad), la cual tiene una capacidad de 10MW al año. Igual que la de colectores se explota a muy baja capacidad por razones de financiamiento que, debido a nuestra condición de país bloqueado por Estados Unidos, dificultan la obtención de esa y otras tecnologías.

Tomado de Cuba, por el camino de la sostenibilidad energética (+Dossier) « portal de la ciencia cubana.

“Dejemos las justificaciones y egoísmos y busquemos soluciones”

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Discurso pronunciado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, en la Cumbre Río+20, en Río de Janeiro, Brasil, el 21 de junio de 2012, “Año 54 de la Revolución”.

Señor Presidente;

Excelencias:

Hace 20 años, el 12 de junio de 1992, en este mismo recinto, el líder de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz expresó, y cito: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el hombre”.

Lo que pudo haber sido considerado alarmista, constituye hoy una realidad irrefutable. La incapacidad de transformar modelos de producción y consumo insostenibles atenta contra los equilibrios y la regeneración de los mecanismos naturales que sustentan las formas de vida en el planeta.

Los efectos no se pueden ocultar. Las especies se extinguen a una velocidad cien veces más rápida que las indicadas en los registros fósiles; más de cinco millones de hectáreas de bosques se pierden cada año y cerca del 60 por ciento de los ecosistemas están degradados.

A pesar del hito que significó la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, las emisiones de dióxido de carbono se incrementaron en un 38 por ciento entre 1990 y el 2009.  Ahora vamos hacia un aumento de la temperatura global que pondrá en riesgo, en primer lugar, la integridad y existencia física de numerosos Estados insulares en desarrollo y producirá graves consecuencias en países de África, Asia y América Latina.

Un profundo y detallado estudio realizado durante los últimos cinco años por nuestras instituciones científicas, coincide en lo fundamental con los informes del Panel Intergubernamental Sobre Cambio Climático y confirma que en el presente siglo, de mantenerse las actuales tendencias, se producirá una paulatina y considerable elevación del nivel medio del mar en el archipiélago cubano.  Dicha previsión incluye la intensificación de los eventos meteorológicos extremos, como los ciclones tropicales, y el aumento de la salinización de las aguas subterráneas.  Todo ello tendrá serias consecuencias, especialmente en nuestras costas, por lo que hemos iniciado la adopción de las medidas correspondientes.

Este fenómeno tendría, igualmente, fuertes implicaciones geográficas, demográficas y económicas para las islas del Caribe que, además, deben enfrentar las inequidades de un sistema económico internacional que excluye a los más pequeños y vulnerables.

La parálisis de las negociaciones y la falta de un acuerdo que permita detener el cambio climático global son un nítido reflejo de la falta de voluntad política y la incapacidad de los países desarrollados para actuar conforme a las obligaciones que se derivan de su responsabilidad histórica y su posición actual.  Esto se ha puesto de manifiesto en esta reunión, a pesar del extraordinario esfuerzo que ha hecho Brasil y que le agradecemos.

Se incrementa la pobreza, crece el hambre y la desnutrición y aumenta la desigualdad, agravada en las últimas décadas como consecuencia del neoliberalismo.

Durante estos veinte años, se han lanzado guerras de nuevo tipo, concentradas en la conquista de fuentes energéticas, como la ocurrida en el 2003 con el pretexto de las armas de exterminio en masa que nunca existieron, y la que recientemente se produjo en el Norte de África.  A las agresiones que ahora se vislumbra continuar contra países del Medio Oriente, se añadirán otras, con el fin de controlar el acceso al agua y a otros recursos en vías de agotamiento.  Debe denunciarse que intentar un nuevo reparto del mundo, desatará una espiral de conflictos de incalculables consecuencias para un planeta ya gravemente inseguro, y además enfermo.

El gasto militar total ha crecido en estas dos décadas a la astronómica cifra de 1,74 millones de millones de dólares, casi el doble que en 1992, lo que arrastra a la carrera armamentista a otros Estados que se sienten amenazados.  ¿A dos decenios del fin de la Guerra Fría, contra quiénes se usarán estas armas?

Dejemos las justificaciones y egoísmos y busquemos soluciones.  Esta vez, todos, absolutamente todos, pagaremos las consecuencias del cambio climático.  Los gobiernos de los países industrializados que actúan de esta forma no deberían cometer el grave error de creer que podrán sobrevivir un poco más a costa de nosotros.  Serían incontenibles las oleadas de millones de personas hambrientas y desesperadas del Sur hacia el Norte y la rebelión de los pueblos ante tanta indolencia e injusticia.  Ningún hegemonismo será entonces posible.  Cese el despojo, cese la guerra, avancemos hacia el desarme y destruyamos los arsenales nucleares.

Estamos urgidos de un cambio trascendental.  La única alternativa es construir sociedades más justas, establecer un orden internacional más equitativo, basado en el respeto al derecho de todos; asegurar el desarrollo sostenible a las naciones, especialmente del Sur, y poner los avances de la ciencia y la tecnología al servicio de la salvación del planeta y de la dignidad humana.

Cuba aspira a que se impongan la sensatez y la inteligencia humana sobre la irracionalidad y la barbarie.

Muchas gracias (Aplausos).
Tomado de Palabras de Raúl en Río + 20: “Dejemos las justificaciones y egoísmos y busquemos soluciones” (+ Fotos y Video) | Cubadebate.

Efectividad del electromagnetismo en la Producción de Azúcar

Urgida, como evidenciara la recién concluida zafra, de elevar los niveles de eficiencia, la industria azucarera cubana podría aprovechar mejor sus reservas productivas, mediante la aplicación del tratamiento magnético en sistemas claves del proceso fabril.

Magnetismo por la eficiencia en la industria azucarera

Guillermo Ribeaux Kindelán, doctor en ciencias técnicas e investigador del Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado, radicado en esta ciudad, señaló que tanto los resultados de su utilización en los años 90 del pasado siglo, como los estudios desarrollados actualmente, corroboran esa realidad.

Entre las valiosas experiencias, el especialista destacó la aplicación del magnetismo en los evaporadores de cuatro ingenios, donde la reducción del ciclo de limpieza del sistema y el ahorro de productos químicos registraron en una zafra un aporte económico superior a los 208 mil dólares, junto a una mayor caña procesada.

En igual sentido expuso su efectividad en la eliminación de incrustaciones y la prevención de nuevas costras en las calderas, calentadores y sistemas de enfriamiento, lo cual estabiliza los niveles de presión y disminuye los periodos de mantenimiento, el gasto de productos químicos y la contaminación medioambiental.

El campo magnético se introdujo, igualmente, entre los años 1991 y 1996, con notable influencia en la disminución de la pol (sacarosa aparente) en el bagazo, lo cual redunda en el incremento del rendimiento industrial en la producción de azúcar.

El doctor Ribeaux informó que ante la exigencia planteada al sector por el país, diversas estructuras del Grupo Azucarero AZCUBA muestran interés por retomar este aporte científico-técnico, perdido durante la indisciplina tecnológica que aún subsiste en las reparaciones de la industria.

En aras de su generalización, la experiencia de los investigadores del referido Centro será expuesta en el Congreso de la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba (ATAC), a celebrarse en septiembre próximo, donde por vez primera se presentará la introducción del campo magnético en la cristalización de la sacarosa en solución.

La novedad, cuyos resultados a nivel de laboratorio fueron expuestos, discutidos y defendidos en la tesis doctoral del ingeniero Guillermo Ribeaux, mejora la calidad del grano de azúcar como producto final, mediante la preparación en los tachos de la «semilla» utilizada en la cristalización de la sacarosa.

Tomado de Efectividad del electromagnetismo en la Producción de Azúcar.

Tiempos para aprovechar


Nunca antes hemos tenido tantas oportunidades para comunicar ciencia. ¿Las estamos aprovechando?

En los grabados y fotografías de la historia de la ciencia puede verse al investigador trabajando solo en un laboratorio, aislado del mundo. Pero esta situación ha cambiado dramáticamente, especialmente en las últimas décadas.

Aunque hoy en día muchos sigan adhiriendo a esa imagen romántica del científico trabajando solo, la situación ya no esla misma. Losescándalos desatados en torno al reciente premio Nobel en Fisiología o Medicina por la autoría de los trabajos nos recuerdan que estos investigadores no han trabajado solos. Asignar el premio a una sola persona es más una cuestión práctica que el reflejo de una realidad.

Los trabajos científicos ya no son actividades iniciadas y llevadas adelante en solitario. Las estadísticas muestran que la gran mayoría de los trabajos científicos publicados son el resultado de colaboraciones locales, nacionales e internacionales entre varios investigadores. El aspecto social de las ciencias, incluidas las ciencias duras, no puede ser negado. La interacción humana abre la posibilidad y el desafío asociado de generar conversaciones efectivas entre los integrantes de los equipos, única forma de poder alcanzar los resultados buscados.

Pero además de verse expuestos a comunicarse entre ellos de manera efectiva, los científicos tienen ahora la oportunidad (buscada o no) de comunicarse con el resto dela sociedad. Nuncacomo en los tiempos que corren hemos tenido tantos canales para que un mensaje llegue a una audiencia determinada. A pesar de ello, no deja de sorprender lo poco que estos canales son utilizados por la comunidad científica en general. Más que una crítica, trato de reflejar una situación que, de ser abordada a tiempo y convenientemente, abre nuevas posibilidades de avances tanto en lo científico como en lo social de la ciencia.

Estamos ante un cambio de paradigma: pasando de una cultura de “no comunicación científica” a otra donde cada vez con mayor insistencia y desde los más altos niveles, aquellos que fijan las políticas científicas, se insiste en la necesidad de que los científicos desarrollen actividades comunicacionales.

Sería poco sabio considerar a estos requerimientos solo como un item más a llenar en el formulario de rendimiento del investigador. Si entendemos que la comunicación del trabajo científico que hacemos reporta beneficios para el mismo en todos los niveles (colaboraciones con otros científicos, mayores posibilidades de obtener financiamiento, atracción de nuevos recursos humanos a las carreras científicas, interacción con distintos grupos sociales y medios de comunicación), podremos abordar la tan mentada comunicación científica desde otra perspectiva.

Leonardo Wolk nos habla en su libro “Coaching: El arte de soplar brasas” dela secuencia CONTEXTOà OBSERVADOR à ACCIÓN à RESULTADOS. Si queremos cambiar los resultados, en nuestro caso comenzar a comunicar ciencia o mejorar dicha comunicación si ya lo venimos haciendo, necesitamos reevaluar nuestras acciones. Esperar resultados distintos ejecutando las mismas acciones, como dijo Einstein, es locura. Para cambiar las acciones, entonces, necesitamos cambiar al observador que las ejecuta. ¿Qué significa cambiar al observador? Crear espacios para que repiense sus interpretaciones acerca de la comunicación científica. Pasar de verla como otro incordio burocrático para completar en un formulario a verla como una posibilidad concreta de abrir nuevos espacios de crecimiento para su actividad científica.

Para pasar de una visión a la otra habrá que vencer miedos e ignorancias, adentrándonos en la exploración de las herramientas comunicacionales que tenemos a nuestra disposición y adquiriendo conocimientos en aquellas que consideremos más apropiadas para nuestros objetivos.

Ya no es una cuestión de SI la falta de comunicación científica afectará las actividades de investigación, más bien es una cuestión de CUÁNDO se comenzarán a sentir los efectos de esta incomunicación. Algunos podrán darse el lujo de darle la espalda a la comunicación y perder enriquecedoras posibilidades de crecimiento como científicos, y sobre todo como individuos. Otros, las nuevas generaciones sobre todo, no podrán alejarse de la comunicación científica sin perder espacios de crecimiento que serán más difíciles de recuperar a medida que pase el tiempo.

Wolk también considera que el cambio de OBSERVADOR se estimula creando el CONTEXTO apropiado para el aprendizaje y el planteamiento de dudas y temores en un clima de confianza y respeto. Los más altos niveles ejecutivos del sistema científico argentino están creando este contexto, lo cual indudablemente facilita los cambios buscados.

Sería interesante que este contexto sea aprovechado por los investigadores en su conjunto y que ellos contribuyan a que los cambios buscados no queden en una moda pasajera sino que se concreten en la creación de una nueva realidad en la cual ellos se verán ampliamente favorecidos.

Tomado de Tiempos para aprovechar | Rosario3.com.

El CNEA también protege el medio ambiente

 

Noel Pérez García, especialista del Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado CNEA
Noel Pérez García, especialista del Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado CNEA

Las líneas de investigación fundamentales del Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado de Santiago de Cuba coinciden con las prioridades de la ciencia en nuestro país: la producción de alimentos, eficiencia energética y elevar la calidad de vida de la población.
Sin embargo, en el CNEA también se protege el medio ambiente. Según Noel Pérez García, especialista de esta institución “nuestra misión fundamental es la investigación y aplicación del electromagnetismo en la industria y la agricultura, pero todo esto debe redundar en la salud del medio ambiente”.
Ejemplo de este compromiso social con la población santiaguera es el laboratorio de ecotoxicología que existe en la institución “a cargo de la Dra. Liliana Gómez Luna y que en el 2011 obtuvo el Premio Anual de Salud con una monografía titulada Cianobacterias: un riesgo emergente en embalses de agua de Santiago de Cuba”.
Agrega Noel que “en sentido general el grupo realiza investigaciones sobre la micro fauna de la bahía de la ciudad, elemento indispensable para el manejo integrado de este ecosistema pues pueden existir especies tóxicas de algas”.
El empleo de los acondicionadores magnéticos en la agricultura y la industria es una de las principales líneas de investigación, y tiene en Campo Antena y centrales azucareros sus principales estandartes “es una tecnología muy compatible con el medio ambiente puesto que la eficiencia que se logra contribuye al ahorro energético y de productos químicos que se emplean para limpiar los sistemas ingenieros, y que sí afectan el medio ambiente”.
Hoy la industria hotelera de Santiago de Cuba también se beneficia del empleo de esta tecnología ecológica. Por ejemplo, el agua que utiliza el Hotel San Juan es la más dura de toda la región, generando gran cantidad de incrustaciones en las tuberías provocando mayor consumo eléctrico y de sustancias químicas limpiadoras.
Ursinio Ruiz Carrión, Jefe de Mantenimiento de esta instalación, asegura que “después de emplear estos dispositivos, hemos ahorrado en menos de un año más de cuatro mil dólares por concepto de energía eléctrica, a lo que debemos sumar que se dejaron de consumir gran cantidad de cloro en todas sus formas e igualmente se ahorró dinero al hotel”.

Las funciones de la ciencia en el modelo económico cubano (IV)

Dr.C Agustín LagePor: DrC Agustín Lage. Director del Centro de Inmunología Molecular

LOS FRENTES DE LA BATALLA

Los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba establecen claramente que el enfrentamiento a los problemas de la economía debe transitar por dos tipos de soluciones: las de corto plazo, que deben buscar un equilibrio rápido de la balanza de pagos y un aumento de la eficiencia económica y la motivación por el trabajo, y las sostenibles a más largo plazo. Estas últimas deben conducir a “una autosuficiencia alimentaria y energética altas […] así como el desarrollo de nuevas producciones de bienes y servicios de alto valor agregado”.
Estas tienen tres orígenes posibles: o importamos tecnologías con nuestros limitados recursos, o buscamos inversión extranjera que las traiga (con el riesgo de construir nuevas dependencias), o las extraemos de nuestra propia capacidad científica. Las dos primeras pueden ser rápidas, pero son poco sostenibles. La tercera es robusta. Los países siempre se han construido de dentro hacia fuera, y no al revés; pero ¿puede esta vía ser también rápida? Esa es precisamente la batalla que debemos dar ahora quienes trabajamos en el sector de la ciencia, y la responsabilidad histórica que asumimos en la defensa de nuestro socialismo en el campo económico, y hay que darla, al menos, en cuatro frentes:

1. La Empresa socialista de alta tecnología. Con independencia del sector especifico de la producción, una Empresa de alta tecnología es una organización que ha sido capaz de construir un ciclo completo de investigación-producción-comercialización, que le permite tener productos novedosos, de alto valor agregado, y sustituirlos periódicamente por otros mejores, con estándares de calidad elevados y crecientes. Opera generalmente a bajo costo por peso y alta productividad del trabajo, y emplea recursos humanos de alta calificación. En los países grandes, puede operar en función de la demanda doméstica. Para los pequeños, hay un vínculo ineludible entre alta tecnología y exportaciones.

Ahora es el momento de capturar, en nuestras leyes y regulaciones, la existencia de este tipo de empresa y sus formas de funcionamiento, e identificar cuáles organizaciones, en este u otros sectores de la economía, pudieran serlo. En estas empresas, las conexiones entre la ciencia y la economía funcionan en ambas direcciones: los resultados de la ciencia se convierten rápidamente en nuevos productos y servicios, y su realización comercial (sobre todo exportadora) es una fuente de financiamiento de la investigación científica. Tal nexo ocurre en el contexto de la misma organización, sin los costos de la transacción academia-empresa en instituciones diferentes.

El surgimiento, a partir de colectivos científicos, de empresas de alta tecnología es expresión de madurez de nuestro sistema de ciencia y técnica. Son el instrumento principal por el cual las “entradas” de inversión social en estas se transforman en “salidas” de impacto económico. Estas organizaciones tienen rasgos de la empresa tradicional y de la unidad presupuestada: deben ser rentables y eficientes en el corto plazo y crecer en sus operaciones; pero también cuidar el mediano plazo, subsumir importantes gastos de investigación y desarrollo de nuevos productos, y asumir misiones sociales relacionadas con el impacto de estos.

Ellas requerirán de una clara conceptualización en nuestro modelo económico, y un “traje a la medida” para sus formas de funcionamiento y control. También será imprescindible un diseño cuidadoso de las organizaciones superiores de dirección empresarial para que sean capaces de diseñar y conducir las estrategias, y de evaluar el desempeño de las empresas de base, no solo en función de los planes anuales, sino en el más complejo proceso a mediano y largo plazo, y que puedan manejar las incertidumbres de los mercados externos, y extraer ventaja de la integración que deriva de la propiedad social sobre las empresas. En los sectores contentivos de empresas de alta tecnología, tendrán que ser dotadas de capacidad de interpretar las tendencias de la ciencia y la técnica en su área.

2. La innovación en todo el sistema empresarial. La segunda de las funciones de la ciencia en el modelo económico es la de incrementar el valor añadido de los bienes y servicios de todo el aparato productivo. Con independencia del nivel tecnológico que tenga hoy cualquiera de nuestras operaciones productivas, su valor agregado debe crecer. El esquema clásico de innovación espontánea más “introducción de resultados” (con estímulo moral y material al innovador), que funcionó durante décadas, está agotado, y hay que identificar las causas. La queja tan persistente de muchos dirigentes científicos de que el aparato empresarial no utiliza los resultados de nuestra ciencia, indica que hay razones de fondo en esto. O bien los resultados no son tan “introducibles”, o las empresas carecen de incentivos para introducirlos, o hay una mezcla de ambas cosas. La imagen del innovador individual con la idea brillante, de aplicación inmediata, es del siglo XIX; no funciona en el XXI. La innovación en la empresa moderna es una actividad de toda la organización, integrada a sus procesos esenciales. No tiene que partir siempre de “descubrimientos científicos” de la propia empresa, ni siquiera de instituciones científicas cubanas. La revolución de la informática hace que haya mucha información y tecnologías disponibles en las redes, de acceso barato. Lo que es imprescindible es que la empresa tenga capacidad para absorberlas. La innovación debe ser “guiada por la demanda”, es decir, incentivada por las oportunidades que se identifiquen para nuevos productos y servicios que incrementen la rentabilidad. Suintroducción pasa, con frecuencia, por decisiones de inversión, o al menos por un lapso entre el esfuerzo innovador y su retorno económico. Estos procedimientos, y los incentivos para emplearlos, deben ser capturados en la nueva Leyde Empresas e implementados en todos los sectores de nuestra economía.
3. Las universidades. Una tercera función de la ciencia en el modelo económico cubano está en el acercamiento del dispositivo docente al productivo. La mayor parte del capital humano para la investigación científica, y el que tiene, como promedio, mayor calificación académica, está en las universidades. Precisamente una de las principales heridas del Período especial, que debemos curar con prisa, es que aflojó los lazos entre ellas y la economía, construidos desde los años60 a partir del pensamiento de Fidel Castro y Ernesto Guevara. Recuperar y multiplicar el espacio de la educación superior en la economía, y no solamente en la formación de cuadros, es una de las urgencias del momento. Una vez más, es una interacción en ambos sentidos: el del impacto de las ideas y resultados del potencial universitario sobre la economía, y el de esta sobre la calidad de la docencia.

La “conectividad social” de la ciencia no se limita a sus vínculos con el aparato productivo, sino, de manera muy relevante, con la educación. Esde la única manera que el potencial científico se reproduce. Sobre las relaciones Universidad-Empresa hay una enorme literatura. Otros compañeros en Cuba han producido importantes reflexiones sobre el tema. Aquí solamente subrayaremos algunas intuiciones surgidas de la experiencia del sector de la biotecnología. Hay dos distorsiones que evitar: la primera es la copia del modelo de propiedad intelectual más negociación de patentes, que ha guiado la interacción entre universidad e industria en los países capitalistas desarrollados. Es un modelo que introduce “relaciones de mercado” en el uso del conocimiento, genera nuevos costos de transacción, y debilita el compromiso de los investigadores con el impacto final de sus resultados enla sociedad. Los propios pensadores de los países que lo aplican cada vez lo critican más, por disfuncional. Ese no es nuestro camino.

La segunda distorsión que evitar es la visión de las áreas universitarias construyendo pequeñas fábricas y comercializando productos. Ese tampoco es el camino. El vínculo hay que construirlo preservando las especificidades de la actividad científica en cada espacio. La investigación universitaria tiene mayor contenido de exploración, mientras que la de empresa se concentra más en la explotación de los resultados y su escalada. La primera es el espacio para proyectos científicos de mayor riesgo (y mayor retorno potencial), que es necesario financiar con un esquema presupuestado, pues su ciclo de recuperación no cabe en los ejercicios económicos de la vida empresarial. Opera con mayor abundancia de recursos humanos, entre ellos los estudiantes, y es más multidisciplinaria porque su función incluye la formación de cuadros. Lo fértil está precisamente en la interacción de enfoques diferentes. Para estudiar cómo se hace esto en el socialismo no tenemos puntos de referencia. La experiencia de la URSS no fue exitosa en la movilización del ambiente académico en función del desarrollo económico. La débil vinculación entre la ciencia y la producción, a pesar de tener 25% de todos los científicos del mundo, fue uno de los factores determinantes del estancamiento que precedió a su desintegración. En Cuba, tendremos que ser muy creativos en la construcción de nuestro propio modelo.

4. Los centros universitarios municipales y el desarrollo local. Esta cuarta función de la ciencia en el modelo económico es la más ambiciosa: se trata de construir un sistema de producción, estructuración, circulación y absorción de conocimiento en todala sociedad. Elconcepto de “gestión del conocimiento” incluye la investigación científica tal como la conocemos, pero también otros propósitos como la identificación de las necesidades de conocimiento y sus fuentes posibles, la construcción de capacidad absortiva para la ciencia y la tecnología en el aparato empresarial, la captación del saber tácito que se genera en las empresas, la formación de cadenas productivas a nivel local, y la asimilación del método científico como un componente de la cultura general en la sociedad cubana.

La extensión del uso de tal método (de pensamiento, generación y evaluación objetiva de hipótesis), y de la capacidad de interpretación y asimilación social de la ciencia, podrá parecer un objetivo demasiado audaz; pero no lo es más que la Campaña de Alfabetización en un año, que ya hicimos con éxito en 1961. Nuestra sociedad socialista puede planteárselo. Las primeras experiencias en programas de desarrollo local basados en la gestión del conocimiento ya están indicando que es alcanzable, y que tiene enormes potencialidades para la economía, la docencia, la ciencia yla cultura. Laconexión entre la ciencia y la economía no es un proceso espontáneo: requiere dirección consciente, estrategia, y dispositivos de intermediación y catálisis. En estos propósitos, los 123 Centros universitarios municipales, que surgieron en Cuba a partir de 2004, pueden ser un dispositivo muy poderoso, convertirse en uno de los actores principales del desarrollo económico a nivel local asumiendo funciones de captación y distribución de conocimientos, y llegar a ser la institución docente y científica principal del municipio, y construir conexiones entre las instituciones del territorio y las de otros, incluyendo los centros científicos de carácter nacional.

LAS PALANCAS DEL SOCIALISMO

En el mundo interconectado de hoy, el desarrollo científico no puede verse como equivalente a “volumen de la actividad científica” —cantidad de investigadores, centros, porcentaje del PIB que se invierte en ciencia, publicaciones, etc.—, sino como la combinación de este más sus conexiones con la economía, la educación, y otros sectores sociales. La construcción de vínculos entre la ciencia y la producción, de la que depende el valor agregado de nuestros productos, y el desempeño exportador de la economía cubana tienen como actor principal a la empresa estatal socialista, a través de la cual se expresa la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, y la distribución del producto social con arreglo al trabajo. El modelo económico cubano deberá incluir los mecanismos concretos por medio de los cuales esa conexión de la ciencia con la economía debe producirse. A eso nos convoca precisamente el Lineamiento 132, cuando habla de perfeccionar las condiciones organizativas, jurídicas e institucionales para establecer tipos de organización económica que garanticen la combinación de investigación científica e innovación tecnológica, desarrollo rápido y eficaz de nuevos productos y servicios, su producción eficiente con estándares de calidad apropiados y la gestión comercializadora interna y exportadora.

Los treinta años de la biotecnología en Cuba nos aportan una experiencia concreta sobre este proceso. De hecho, los centros del Polo científico han estado operando como empresas socialistas de alta tecnología, donde ha funcionado muy bien la combinación de propiedad social y gestión descentralizada. Ha demostrado también de qué manera puede el socialismo expresar sus ventajas para la conexión de la ciencia con la producción, y el tránsito hacia una economía basada en el conocimiento. La propiedad privada y la economía de mercado no son dispositivos de conexión de la ciencia con la economía; son obstáculos.

La limitación en el desarrollo de la biotecnología en otros países de América Latina parte del carácter privado del aparato productivo, y su subordinación a los países centrales. Ello lo desarticula del proceso social de creación del conocimiento científico. Ambos sectores, el de la ciencia y el de la producción, se conectan por separado con los dispositivos científicos y productivos en el exterior, pero no interactúan. Solamente el socialismo puede romper ese círculo vicioso de dependencia. En Cuba esta afirmación ya no es “teórica”. Hay evidencias de que se puede lograr. Pero junto con ellas está ahora la responsabilidad de capturar esas experiencias y dibujar, dentro de nuestro modelo económico y sus diversos escenarios, los procesos por los cuales el desarrollo científico irá asumiendo una función directa como motor del desarrollo económico, y no simplemente de consecuencia distal de este.

La Revolución, con su obra masiva de formación de capital humano, de cohesión social y de valores, ensanchó el espacio de lo posible. Ni la biotecnología, ni la Universidad de las Ciencias Informáticas, ni los médicos de “Barrio Adentro”, hubiesen podido existir en los años 60. Fueron necesarias tres décadas de construcción socialista para hacerlo posible.

Ahora hay que partir de esa base y vislumbrar “el país posible” que podemos construir: una sociedad justa y solidaria, con una población saludable y culta, sustentada por una economía de alta tecnología enraizada en empresas de propiedad social, y protagonista de la integración latinoamericana. Así lo vio Fidel cuando dijo, en medio de las tensiones de aquel duro 1993, que la ciencia y las producciones de la ciencia, deben ocupar algún día el primer lugar de la economía nacional. Pero partiendo de los escasos recursos, sobre todo de los recursos energéticos que tenemos en nuestro país, tenemos que desarrollar las producciones de la inteligencia, y ese es nuestro lugar en el mundo, no habrá otro.

Tomado de Cuba en Noticias – Las funciones de la ciencia en el modelo económico cubano (IV).
 

Las funciones de la ciencia en el modelo económico cubano (III)

Dr.C Agustín LagePOr: Dr.C Agustín Lage. Director del Centro de Inmunología Molecular

6. La inversión extranjera no es la palanca adecuada para el desarrollo de la Empresa de alta tecnología.

Uno de los rasgos que más sorprende a quienes, en el exterior, escriben sobre la biotecnología cubana, es que esta se desarrolló como una inversión del Estado, sin acudir a la extranjera. Quizás su desarrollo se deba precisamente a eso. En ningún país del mundo, que conozcamos, ha surgido un sector biotecnológico innovador a partir de la inversión proveniente de los países industrializados. Ni China, ni India, ni Brasil —países “emergentes»— han logrado un despegue acelerado de la biotecnología. La primera instalación productiva de anticuerpos monoclonales terapéuticos en China, y la primera en India, fueron empresas mixtas en colaboración con Cuba. La primera fábrica de proteínas recombinantes de Brasil, también.

La iniciativa del “corredor biotecnológico” del gobierno de Malasia, que intentó atraer inversión extranjera en este campo, no logró cristalizar. La estrategia de los parques tecnológicos en China, sin desconocer los innegables logros de ese país, también ha sido criticada, en el sentido de que las empresas multinacionales que invierten transfieren allí la etapa de manufactura masiva de determinados productos, pero retienen en sus países de origen las etapas de investigación científica, desarrollo de productos, y evaluación post-venta, que es donde radica lo más importante de la cadena de valor de las industrias intensivas en conocimiento. La globalización económica del mundo actual ha sido construida por las naciones ricas para su propio beneficio; y las relaciones económicas internacionales prevalecientes en el capitalismo neoliberal, tienen mucho de relación “depredador-presa”.

Las justas relaciones económicas que Cuba construyó conla Unión Soviética y el campo socialista eran un modelo diferente; pero ya no existen. Las que está construyendo con Venezuela en el contexto del ALBA también son un modelo diferente, pero todavía en construcción.

Las fuentes de inversión extranjera directa de los países capitalistas industrializados operan con las reglas de la competencia por la apropiación de la máxima ganancia, y ello implica la retención de los eslabones esenciales de la cadena de valor. El tránsito a una economía basada en el conocimiento ha ido desplazando esos eslabones, desde la manufactura al desarrollo de productos, y de este a la investigación científica, y no serán transferidos por la inversión extranjera.

Los países del Norte que comenzaron el tránsito hacia una economía basada en el conocimiento, lo hicieron internalizando capacidad científica en las industrias que ya tenían, y a partir de las fortalezas financieras y de control de mercados que también tenían. La historia de la industria biotecnológica cubana es exactamente la inversa: construcción de capacidades productivas a partir de las científicas y del capital humano pre-existente. Esa trayectoria retiene en Cuba las fuentes principales de valor agregado. No se puede recorrer basándose en inversión extranjera, lo que no quiere decir que dejemos de utilizarla selectivamente en determinadas operaciones.

Ello explica —adicionalmente al bloqueo extraterritorial norteamericano— la infertilidad de los acercamientos de la industria farmacéutica europea a la biotecnología cubana. La experiencia concreta de múltiples negociaciones indica la incompatibilidad entre el interés de esas empresas en “alquilar” capacidad científica en Cuba o comprar nuestras patentes, y el reclamo cubano de abrir las murallas del proteccionismo y obtener acceso a sus mercados, desde la industria cubana.

7. El enfrentamiento a los monopolios de las empresas multinacionales requiere acuerdos regionales entre gobiernos.

A pesar del discurso neoliberal sobre el libre comercio, la práctica histórica del capitalismo en los países desarrollados ha sido esencialmente proteccionista. El tránsito a una economía basada en el conocimiento refuerza ese proteccionismo en los productos de alto valor agregado. En estos sectores de la economía, esos países y sus empresas han acudido a dos tipos principales de barreras no arancelarias: las de la propiedad intelectual (patentes) y las técnicas. Ambas funcionan como frenos para que el Sur no produzca bienes y servicios de alta tecnología.

En los últimos años, hemos visto debilitarse la barrera de patentes, especialmente en el sector farmacéutico. Es cierto que el reconocimiento mundial de estas es exigido porla Organización Mundialde Comercio, pero también ocurre que muchos productos de altas ventas están llegando al momento de expiración de sus patentes, y que incluso antes, el mantenimiento de precios altos de medicamentos, por el solo hecho de tener protección de propiedad intelectual, se vuelve políticamente insostenible, como se demostró en los enfrentamientos exitosos de los gobiernos de Sudáfrica y Brasil a las patentes de los medicamentos contra el SIDA. Pero, al mismo tiempo, las barreras técnicas, bajo la forma de regulaciones sobre los atributos que deben tener los productos y los procesos, están creciendo aceleradamente. Esta forma de “proteccionismo tecnológico” además, no se circunscribe a las limitaciones de entrada que imponen los países desarrollados para proteger sus propios mercados domésticos; sino que el reclamo de armonización mundial de las regulaciones les permite proteger los de todos los países del mundo y preservarlos para sus propias empresas.

Estas tendencias se expresan en el sector farmacéutico de forma más visible, pero va emergiendo también en sectores como en la producción de alimentos, y se irá extendiendo a otros. La consecuencia inmediata es que el desarrollo de industrias de alto valor agregado en Cuba, y en países del Sur, requerirá acuerdos regionales entre gobiernos, que abran espacio a nuestros propios productos y construyan un contexto regulatorio donde la prioridad sea su impacto social. Varias de las grandes operaciones exportadoras y de transferencia de tecnología del Polo científico han tenido este enfoque, en el que el desarrollo industrial desborda el campo de la interacción económica entre empresas, para vincularse, cada vez más, con las estrategias políticas.

EL RETO DEL MEDIANO PLAZO

Cuando en Cuba se habla de la economía, la expresión cotidiana es la de “dificultades económicas”. Estas son muy reales, y sería irresponsable desconocerlas. Pero todo análisis serio tiene que empezar reconociendo que, en los veinte años que precedieron al VI Congreso del Partido, nuestro país libró una batalla colosal en el campo de la economía, enfrentando el Período especial, y emergió, con heridas y secuelas, pero esencialmente victorioso.

Una pérdida abrupta de más de 80% del comercio exterior, una caída de más de 30% del PIB, un incremento enorme de los precios del petróleo, y la continuidad de una agresión económica externa sin precedentes en la historia, fueron enfrentados sin deterioros significativos de los indicadores básicos de educación, salud, seguridad ciudadana, equidad y empleo; como se reconoce en los estudios del Índice de Desarrollo Humano, publicados por Naciones Unidas. El país reorientó su comercio exterior, reequilibró sus finanzas externas e internas, reemprendió el crecimiento del PIB, y en importantes indicadores recuperó las cifras anteriores a 1989.

Ahora emprendemos una segunda batalla, para enfrentar las secuelas del Período especial, que exige, como se expone en los Lineamientos del VI Congreso del Partido, soluciones a corto plazo encaminadas a eliminar el déficit de la balanza de pagos, que potencien la generación de ingresos externos y la sustitución de importaciones, y a su vez den respuesta a los problemas de mayor impacto inmediato en la eficiencia económica, la motivación por el trabajo y la distribución del ingreso.

Pero después (y aun simultáneamente) vendrá una tercera batalla en la que debemos enfrentar retos ante nuestra economía que tienen un carácter permanente. Estos son, en esencia, el de la estructura demográfica de la población cubana, y el de la globalización de la economía, así como la interacción entre ambos. En los años 50, teníamos una pirámide etaria de base ancha, con muchos jóvenes, prácticamente igual a la de 1907. En las cinco décadas transcurridas desde el triunfo revolucionario de 1959, esa estructura se modificó. Tenemos ahora más de 18% de la población por encima de los sesenta años de edad, y un pronóstico de que llegará a 30% en el año 2030. La natalidad cayó por debajo del nivel de reemplazo, y las cifras de los que arriban a la edad laboral apenas alcanza a las de los que llegan a la jubilación.

En la compleja causalidad de esta transición demográfica está el aumento de la esperanza de vida al nacer, y la reducción de la natalidad que sigue al incremento del nivel educacional de la mujer y su incorporación social. Un fenómeno similar ocurrió en el siglo XX, en Europa y Norteamérica, pero allí fue mucho más lento, y paralelo al desarrollo industrial. En Cuba produjimos un desarrollo social por delante del económico. Y eso es esencialmente positivo: refleja el principio político de que los derechos humanos a la salud y la educación deben ejercerse de manera inmediata, repartiendo lo que tengamos. Es algo de lo que debemos sentirnos orgullosos; pero no por eso deja de ser un problema, cuya solución hay que encontrar. Si logramos construir desarrollo social desde la política (no desde la economía), ahora tenemos que construir desarrollo económico a partir de aquel. Ello va a requerir mucha creatividad. No hay referentes externos para un desafío de esta naturaleza.

Una estructura demográfica como la que tenemos demanda una economía tecnológica, de alto valor agregado. Pero ese aparato productivo hay que construirlo en el contexto de la globalización de la economía; que es muy diferente de la que había en los años 60, cuando la Revolución emprendió sus primeros programas de desarrollo. El capitalismo ha sido “globalizante” desde su surgimiento, pero el ritmo de esa globalización y el crecimiento del comercio internacional se han acelerado en los últimos cincuenta años. La economía cubana —como la de todos los países pequeños— será cada vez más dependiente de sus relaciones externas. Y no podremos equilibrar nuestra balanza de exportación con productos tradicionales, y menos aún con recursos naturales no renovables, de los que tenemos pocos. El turismo y los servicios médicos están funcionando como compensación y factores de estabilidad económica, pero tienen límites de crecimiento.

Si no logramos que nuestro aparato industrial transite rápidamente hacia productos de alto valor agregado, con capacidades productivas para aquello que está en la frontera entre la ciencia y la tecnología, corremos el riesgo de desindustrialización, pérdida de empleos fabriles, expansión desmedida de los servicios, déficit comercial persistente, y erosión del propio capital humano. El reto es muy grande y muy importante. Establecer relaciones económicas diversificadas y simétricas con el mundo es, en última instancia, un problema de soberanía nacional. Si no construimos aceleradamente capacidades productivas para bienes de alta tecnología, el país estaría en un plano de subordinación, porque sería abastecido de cosas complejas desde fuera, incapacitado de potenciar los nuevos conocimientos. En esa batalla tiene que involucrarse todo el potencial científico cubano. Pero no podemos desconocer un tercer desafío: recuperarnos del daño que hizo el Período especial, en todas las esferas de la vida nacional. Sería pretensioso e ingenuo afirmar que la ciencia no recibió ese impacto. En 2001, el porcentaje del PIB invertido en ciencia y técnica era de 0,98%, superior al promedio de América Latina. En 2007, decreció hasta 0,72%, por debajo de la media latinoamericana de 1,09%. Nuestra producción de publicaciones científicas fue, en 2007, de 6,67 artículos por cada cien mil habitantes, cifra inferior a la media de 8,20 para América Latina y el Caribe. En una compilación hecha para la UNESCO por el Observatorio Canadiense de Ciencia y Tecnología, se registraron 775 publicaciones científicas de instituciones cubanas, contra 6 197 provenientes de Argentina, 8 262 de México y 26 482 de Brasil. La cifra de usuarios de Internet era, en 2008, de 12,94 por cada cien personas, también inferior a la de 28,11 en Argentina, 21,43 en México y 37,52 en Brasil.

Más allá de las cifras, la percepción compartida por muchos es que las dificultades económicas del Período especial afectaron sensiblemente la actividad científica, y que precisamente el sector de la biotecnología es una de las excepciones. De hecho, en el capítulo sobre Cuba del Informe UNESCO sobre la Ciencia en 2010, al tratar de los resultados de la investigación, prácticamente todos los ejemplos que se citan son de este sector. Debemos preguntarnos por qué. Obviamente, no se trata de que en unas instituciones laboren científicos más competentes o más dedicados que en otras. La respuesta hay que buscarla precisamente en el modelo de interacción directa, a ciclo completo, que se construyó con un doble trasvase: el de los resultados científicos a la actividad productiva en la misma organización; y el de recursos de la actividad comercial y exportadora hacia la científica.

Encontrar dentro del modelo económico que estamos rediseñando un esquema viable de financiamiento de la investigación científica, dentro y fuera del sistema empresarial, es uno de los retos importantes que tenemos, no solo para la ciencia, sino para el propio modelo económico. En tal sentido, el número 24 de los Lineamientos establece: “Los centros de investigación que están en función de la producción y los servicios deberán formar parte de las empresas o de las organizaciones superiores de dirección empresarial, en todos los casos que sea posible”. Ahí está uno de los componentes dela estrategia. Noel único.

Tomado de: Cuba en Noticias – Las funciones de la ciencia en el modelo económico cubano (III).
 

Las funciones de la ciencia en el modelo económico cubano (II)

Dr.C Agustín LagePor. Dr. C Agustín Lage. Director Centro de Inmunología Molecular

Ese no es el mundo actual. Hay una distancia grande y creciente entre los países industrializados y los subdesarrollados en cuanto a la producción de ciencia. Pero lo más importante es que la distancia es mayor en cuanto a la utilización de la ciencia. Los países del Sur, que tienen 81,7% de la población mundial, producen 32,4% de las publicaciones científicas, pero poseen solo 4,5% de las patentes. De los 59 millones de inmigrantes que, según se estima, viven en los países más desarrollados, 20 millones tienen educación superior.

Aun dentro de las economías domésticas de los países industrializados, se aprecia, en los últimos cincuenta años, una internalización de la actividad científica dentro de las empresas. La fracción de la inversión en ciencia financiada por estas es de 64% en Francia, 71% en los Estados Unidos y Alemania, y 79% en Japón. En los países del Sur ese proceso no ha ocurrido, y la actividad científica sigue siendo, en esencia, académica y sufragada mayoritariamente por el Estado. Sus resultados no se trasvasan a las empresas nacionales, y esa promoción de actividades científicas desorientadas no genera tecnologías socialmente valiosas. Solo multiplica información irrelevante y de difícil acceso.

La creación de valor depende, cada vez más, de un mejor uso del conocimiento; y, a su vez, de la fortaleza de los vínculos entre los diferentes actores del sistema nacional de innovación. Lo que explica el desarrollo industrial de la biotecnología en Cuba no es ciertamente una mayor inversión en investigación científica. El porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) que se dedica en Cuba a ciencia y técnica (0,72%) es inferior al de América Latina (1,09%). También lo son nuestras cifras de producción de literatura científica; y, de hecho, el financiamiento presupuestado a la investigación científica en la Isla, también sufrió los efectos del Período especial.

Lo que se construyó en el Polo científico a partir de los años 80 fue un sistema de conexión directa entre la investigación y la producción, con un ciclo económico de autofinanciamiento.

Centro de Inmunología Molecular, La Habana, Cuba
Centro de Inmunología Molecular, La Habana, Cuba

4. Las nuevas tecnologías requieren un nuevo tipo de empresa.

El principal resultado del Polo científico no es ninguna de sus vacunas, ni sus anticuerpos: es el tipo de organización económica. Si analizamos las instituciones de la Biotecnología cubana no como centros científicos (que también son), sino como organismos económicos, se dibuja el cuadro organizativo que la experiencia práctica fue construyendo:

  • Instituciones “a ciclo completo” de investigación-producción-comercialización.
  •  Orientación exportadora y actividad de exportación (y de importación de insumos) directa.
  • Sistema de gestión descentralizado que no es el clásico esquema empresarial, ni el de la unidad presupuestada.
  • Centros integrados en un sistema de potenciación mutua para las investigaciones, la producción y las negociaciones externas; y, a su vez, para la función social de sus productos en Cuba, fundamentalmente en el sistema de salud.
  •  Internalización de la investigación científica como parte de sus costos fijos, potenciada con los estudios que también se realizan en las instituciones cubanas que usan los productos.
  • Utilización de su potencial científico como palanca de negociación, valorizando en sus transacciones no solamente los productos, sino sus “activos intangibles”.

La organización productiva de la economía del conocimiento ya no puede construirse, como las industrias de mediados del siglo XX, alrededor de un producto o de una tecnología, porque estos cambian cada vez más rápido. Tiene que hacerse alrededor de una capacidad continua de crear y asimilar conocimientos que generen nuevos productos y nuevas tecnologías. De ahí proviene la necesidad de internalizar la investigación científica dentro de la organización productiva. En el lapso históricamente breve de treinta años de existencia de la industria biotecnológica cubana, algunos centros han debido cambiar varias veces el “producto líder” de sus exportaciones.

Viendo esta experiencia desde una perspectiva histórica, es un caso más de la regularidad de que las tecnologías muy novedosas raramente se insertan en las organizaciones ya existentes, sino que “crean” la suya propia. Así, hace siglos las nuevas tecnologías agrícolas “inventaron” la granja; la primera revolución industrial “inventó” la fábrica; y la segunda, sustentada en la electricidad y el petróleo, condujo a la administración científica industrial tal como hoy la conocemos. En el mundo actual, la creciente integración entre la ciencia y la producción comienza por laboratorios científicos en las industrias, pero termina por crear un nuevo tipo de organización productiva que introduce la investigación científica dentro de la cadena de valor, y la utiliza como activo en las negociaciones para la realización comercial del valor agregado. Este proceso de surgimiento de empresas de alta tecnología no es privativo de la biotecnología (aunque en Cuba haya empezado por ahí).

5. La Empresa de alta tecnología requiere un contexto regulatorio específico.

Las empresas surgen y se desarrollan no solo impulsadas por sus tecnologías y por las oportunidades de mercado; sino también promovidas o inhibidas por el contexto regulatorio en el que operan. Las regulaciones económicas se construyen en todos los países en función de determinados objetivos y valores prevalecientes en cada sociedad.

La atención directa de las instituciones biotecnológicas emergentes en Cuba, por la instancia superior de dirección del país (surgieron subordinadas al Consejo de Estado), y en muchos casos personalmente por el Comandante en Jefe, Fidel Castro, las protegió del posible efecto inhibidor de regulaciones concebidas con otro propósito y para otro tipo de emprendimiento.

En los últimos años, la capacidad de compra de Cuba en el exterior se ha movido alrededor de 20% del PIB. Aun asumiendo los riesgos de las extrapolaciones lineales a partir de los indicadores económicos, esta cifra sugiere que hay una pequeña parte de nuestra economía que opera en función de la demanda externa, mientras que el resto lo hace para la interna. Las organizaciones productivas que trabajan para el mercado externo generalmente tienen mayor productividad por hombre, aun calculando el ingreso en divisas como equivalente 1 a 1 al de moneda nacional. La diferencia sería aún mayor si se utilizase otra tasa de cambio que reflejara mejor el poder adquisitivo de la moneda. Las que producen para la demanda doméstica (numéricamente muchas más) han tenido en estos años, como ha sido públicamente criticado, y discutido en la Asamblea Nacional, baja productividad del trabajo.

Obviamente, no podemos regular ambos espacios económicos de la misma manera. Cuando se intenta disecar los objetivos de las regulaciones que la rigen, se ve más claramente esta dicotomía.

  • Para la mayor parte de la economía nacional lo más importante ahora es el incremento de la productividad del trabajo. Para los sectores exportadores que ya lo tienen, es el crecimiento del sector, de su volumen de actividad económica. Este crecimiento, aun si ocurriese a expensas de una menor reducción de la productividad por hombre, incrementaría la de la media nacional.
  •  Para la mayor parte de la economía nacional el “cuello de botella” del crecimiento está hoy en la producción. La demanda doméstica no está saturada para la gran mayoría de los productos; pero para los sectores exportadores frecuentemente no es la capacidad de producción, sino la penetración en mercados externos.
  • Para la mayor parte de la economía nacional es muy importante el ahorro y la reducción del costo unitario de sus operaciones. En los sectores exportadores que están llamados a crecer es más importante el costo de oportunidad, en cuanto al mercado, que perdemos por dejar de hacer algo; y las operaciones que abren mercados pueden tener sentido aun si aumentan el costo unitario (por supuesto, dentro de la rentabilidad).
  • En los sectores que operan en función de la demanda doméstica, la planificación socialista puede decidir su satisfacción, los precios internos, y los estándares técnicos de los productos. En los sectores exportadores, ninguno de estos tres aspectos están bajo nuestro control y, muy frecuentemente, aparecen oportunidades y problemas imprevistos.

La conclusión es que un conjunto de regulaciones que introduzca presiones para el incremento constante de la productividad (por ejemplo, vinculándola al salario), y para la reducción continua del costo unitario, será sin dudas conveniente para la mayor parte de la economía nacional, pero puede resultar corrosivo para los sectores emergentes exportadores de alta tecnología. La tendencia mundial en estos sectores ha sido, y seguirá siendo, al incremento de los “costos fijos”, dados por la investigación científica, el desarrollo de nuevos productos y la evolución de los estándares de calidad. Esta tendencia hay que asumirla y enfrentarla subsumiendo los costos fijos en operaciones productivas y exportadoras de mayor volumen, no buscando ahorros marginales en los procesos que tenemos hoy.

Este razonamiento no implica que el ahorro no sea importante, pero sí que en la vida real de la microeconomía —no en la macro— puede suceder que los objetivos del ahorro y del crecimiento entren en contradicción; y cuando eso sucede, en algunos casos hay que priorizar uno u otro. En una actividad social “presupuestada”, la prioridad será siempre el ahorro; y también lo será en una productiva, para satisfacer una demanda cautiva, de volumen y precios bajo control del Estado. Pero en una destinada a abrir espacio en la demanda externa, la prioridad es el crecimiento. El propio esfuerzo por el ahorro y la mayor eficiencia no tiene como objetivo primario incrementar la ganancia por unidad física producida, sino disponer de márgenes de precios para aumentar la penetración en mercados externos.

No se trata de que los sectores exportadores de alta tecnología no deban ser regulados; sino de que hay que hacerlo de manera diferenciada. Ello no supone contraponer la productividad al crecimiento; sino comprender que hay acciones para el incremento de la productividad a corto plazo —frecuentemente concentradas en la organización del trabajo— y otras para su sostenibilidad en el mediano plazo, que dependen, con frecuencia, de gestión del conocimiento e inversión; y en los sectores de alta tecnología el “mediano plazo” llega muy rápido.

El problema no es nuevo, ni es exclusivo de Cuba. En otros países que se han planteado estimular el crecimiento de esos sectores, hay antecedentes del establecimiento de contextos regulatorios diferenciados. La creación en los Estados Unidos, en 1971, de un nuevo mercado de valores (NASDAQ) —complementario de la bolsa clásica (New York Stock Exchange)—, con regulaciones diferentes, el surgimiento análogo, en 1995, del Alternative Investment Market, en Londres; las Zonas Económicas Especiales, en China e India, y otras experiencias, tienen en común el intento de construir un contexto regulatorio que incentive el surgimiento de empresas tecnológicas basadas en productos novedosos, y la inversión de riesgo. Usualmente son pequeñas, y concentradas en crecer. Ninguna de estas experiencias es idéntica a otra, y ninguna es “copiable” para Cuba, pero lo que siempre aparece como constante es la necesidad de regulaciones específicas para estimular y proteger el crecimiento de estos sectores.

Mientras más avanzada es la tecnología, y más novedosos los productos de una empresa, menos predecibles se hacen sus operaciones y sus indicadores. El contexto regulatorio tiene que prever un espacio de exploración, riesgo y adaptación rápida para este tipo de empresa; mayor que el tolerable para otras de tecnologías más convencionales y de mercado conocido.

La conexión directa de la ciencia con la economía no es un proceso espontáneo; ni bajo las presiones del mercado, ni como consecuencia de la inversión social en desarrollo científico. Requiere intencionalidad y conducción.

Tomado de Las funciones de la ciencia en el modelo económico cubano (II)

Debaten alternativas para mejorar producción de alimentos

La aplicación de tecnologías ecológicas y sustentables en beneficio de la agricultura, estuvo entre las propuestas debatidas hoy en esta ciudad para mejorar la producción de alimentos.

En el III Encuentro Provincial de Agricultura Urbana y Suburbana, con sede en el Teatro Heredia, los participantes enfatizaron en la necesidad de obtener productos de mayor calidad y aprovechar el empleo de fuentes renovables de energía.

Ing Rebeca Conde García
Ing Rebeca Conde García

Rebeca Conde, directora de Transferencia de los Resultados de la Investigación en el Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado, indicó a la prensa la pretensión de generalizar los resultados del tratamiento magnético y el agua de riego en diferentes tipos de sistemas agrícolas.
Esa tecnología ya validada, cuyo nombre es Gremag -dijo-, permite incrementar los volúmenes productivos, y entre sus potencialidades acelera el ciclo de maduración de plantas y cultivos, además de aumentar la solubilidad de los nutrientes disueltos en el suelo.
Algunas plantaciones tratadas son las ornamentales, industriales, frutales, medicinales y las hortalizas, con beneficios que incluyen la disminución del tiempo necesario para la cosecha y el incremento de la cantidad de productos.
Otra de sus ventajas es que resulta sostenible, no contamina el medio ambiente y se recupera en corto plazo la inversión, agregó Conde.
La presentación de trabajos y ponencias contó con la presencia de investigadores, productores, así como también representantes del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, Empresas de la Agricultura y Granjas Urbanas.
El próximo Encuentro Nacional de Agricultura Urbana y Suburbana será en septiembre en la provincia de Camagüey. (Por Manuel Asseff Blanco / AIN)

Tomado de TVCamagüey