Del 3 al 9 de julio, como ya es tradicional, Santiago de Cuba acogerá el Festival de Caribe o Fiesta del Fuego, un espacio multicultural que en esta ocasión se dedica a Martinica.
El Gobierno Provincial, la Delegación Territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) en Santiago de Cuba y el Comité Organizador del Festival, han querido incluir en las jornadas de este evento, un espacio para la ciencia.
Desde el 4 de julio y hasta el día 8, el Salón de los VItrales de la Plaza de la Revolución Antonio Maceo de esta ciudad, será el escenario para la Expo «La ciencia en el Festival del Caribe», que acogerá, entre otras actividades, conferencias de personalidades de la ciencia cubana.
Les dejamos con el Programa del Evento:
Fecha: del 4 al 8 de julio de 2012
Lugar: Salón de los Vitrales de la Plaza de la Revolución
PROGRAMA GENERAL
Día 4 de julio:
9:00 Inauguración de la Exposición
9:30 Documental Fidel en Río
10:30 Conferencia panorámica de las ciencias en Santiago de Cuba, del Dr. Cs. Homero Fuentes González.
Día 5
9:00 Conferencia del Dr. Nicasio Viña Dávila sobre el Corredor Biológico del Caribe.
9:45 RECESO
10:00 Mesa redonda por especialistas de las Ciencias Naturales acerca de la Biodiversidad en el Caribe.
11:15 Presentación de documentales sobre el tema.
Día 6
9:00 Mesa redonda por especialistas de las Ciencias Médicas y Ciencias Sociales acerca de resultados y potencialidades de estas ciencias en Cuba.
11:00 RECESO
11:15 Presentación de documentales sobre el tema.
Día 7
9: 00 Mesa redonda por especialistas de las Ciencias Técnicas sobre resultados y potencialidades estas ciencias en Cuba.
11:00 RECESO
11:15 Presentación de documentales sobre el tema.
Día 8
9: 00 Mesa redonda por especialistas de las Ciencias Agropecuarias acerca de la realidad y potencialidades de desarrollo de estas ciencias en Cuba.
11:00 RECESO
11:15 Conferencia integradora del Dr. Pedro A. Beatón Soler, Delegado CITMA.
Participantes:
50 Investigadores, profesores y directivos invitados de las instituciones de ciencia de Santiago de Cuba.
Delegados y participantes en el Festival del Caribe.
Personalidades invitadas.
“El mundo se mueve lenta, pero inexorablemente, hacia el uso extensivo de las energías renovables y esto responde a la necesidad de hacerse cada vez menos dependiente de los combustibles fósiles, porque están en vías de agotamiento”, dice Guillermo Leiva Viamonte, ingeniero a cargo de la dirección de la Unidad empresarial básica Energía Renovable de la Empresa de Ingeniería y Proyectos para la Electricidad (Inel).
La “sostenibilidad energética”, utilizando los términos con los que fuera bautizado el 2012 —Año de la de la energía sostenible para todos—es un camino por el que debemos transitar si pretendemos que se mantenga el equilibrio de la naturaleza frente a las progresivas transformaciones del hombre, considera Leiva.
-¿Cuál es la situación mundial hoy, en cuanto al uso de las fuentes renovables de energía?
Desde el punto de vista tecnológico, se conocen mejor las tecnologías de las energías renovables. En el mundo hay líderes, es decir, las grandes potencias o los países ricos, que han podido apostar por estas, poner mucho dinero en investigarlas y desarrollarlas, y han involucrado a sus empresas en el mercado, de manera que hacen declinar los costos de producción, mientras promueven estas tecnologías para que sean comercialmente competitivas o accesibles, con respecto a los combustibles fósiles.
“De forma general se han desarrollado muchos métodos para obtener energía a través de las fuentes naturales como el sol, el agua, el viento, las mareas, la fuerza terrestre, incluso de desechos orgánicos. La mayoría han sido empleados desde antaño y retomados hoy.”
-¿En qué situación se encuentra Cuba?
No podemos decir que seamos pioneros del uso de la energía renovable, aunque hubo tecnologías de aprovechamiento tradicionalmente usadas, pero no con la connotación que hoy les damos. Por ejemplo, la industria azucarera históricamente quemó el bagazo, que es un subproducto.
En los últimos 25 años ha habido un fortalecimiento de acciones para propulsar el uso de las tecnologías que aprovechan las fuentes renovables de energía debido, primero, a que ha habido un desarrollo científico técnico en el país, pues contamos con más científicos y más ingenieros; segundo, porque las tecnologías han avanzado en el mundo y ya no son una quimera, ahora son bastante asequibles y, tercero, porque existe la necesidad, ya que somos completamente dependientes, no de la importación de combustibles, sino de combustibles fósiles.
-¿Cuáles son las principales fuentes que se explotan?
Las fuentes renovables que hoy están identificadas como más importantes para el país son la energía eólica y la hidroenergía. En cuanto a la eólica ya existe un potencial técnicamente aprovechable para las condiciones actuales de precios de las tecnologías y de costo de la generación, del orden de los 2 000 MW.
La hidroenergía se ha fortalecido a partir del programa de voluntad hidráulica del país, luego del ciclón Flora, en 1963, cuando se produjo una descomunal inundación de regiones enteras del Oriente cubano y se vio que era importante represar o encauzar las aguas que dejaban estos grandes eventos meteorológicos.
Progresivamente se tomó conciencia de que era necesario represar el agua para darle usos agrícolas y abastecer a la población, aunque también se utilizaría su fuerza para generar electricidad, de manera que se construyeron casi 300 presas.
A finales de los años 80 del siglo anterior se hicieron importantes proyectos demostrativos del uso de la energía solar fotovoltaica y la energía solar térmica, para calentar agua fundamentalmente. En la primera década del siglo XXI estos proyectos se retomaron, debido a eventos importantes como fue el desarrollo del programa audiovisual, en 2003-2004, mediante el cual se llevó la televisión y el video educativo a todas las escuelas del país.
Entonces se instalaron sistemas solares fotovoltaicos para electrificar mil 500 escuelas o un poco más, además de los calentadores térmicos en los consultorios médicos, policlínicos, casas de ancianos, y hogares maternos en zonas rurales donde no llegaba la electricidad.
También se explota la biomasa cañera por el potencial que puede aportar esta industria, ya que siempre que se muela caña va a existir bagazo. La biomasa forestal tiene un lugar importante, pues pronto llegaremos a un 30 por ciento de superficie boscosa en el país.
Otras biomasas que pueden ser aprovechadas son los residuos que no se aprovechan hoy, o se aprovechan de modo muy local, las cáscaras de coco, el afrecho de café. Hay potencialidades dispersas, unas locales y otras más nacionales.
Tenemos algunas experiencias en la obtención de biogás, de los desechos de basura. Pero esta tecnología necesita una cultura en la selección de los desechos que van a los vertederos, que realmente resulta un poco compleja para la realidad cubana de hoy. Estamos hablando de la transformación anaerobia de residuos diversos que generan gas metano, o una mezcla de gas metano y dióxido de carbono.
-¿Qué otros proyectos existen?
Después de disminuir el uso de la industria de los molinos, a inicios de los años noventa del siglo pasado, ahora estamos tratando de recuperarla. Existe una industria en Güira de Melena y, además, importamos algunos elementos y fabricamos la estructura completa del molino. Está también otra industria del SIME: la empresa mecánica de Bayamo, que inició la preparación técnica para comenzar a producirlos.
A esto se agrega una fábrica de colectores solares en Morón, con una capacidad de 30 mil al año. Con respecto a la demanda no es mucho, pero es un paso adelante.
En el Combinado de Componentes Electrónicos de Pinar del Río está la fábrica ensambladora de módulos o paneles fotovoltaicos (transforma directamente la radiación solar en electricidad), la cual tiene una capacidad de 10MW al año. Igual que la de colectores se explota a muy baja capacidad por razones de financiamiento que, debido a nuestra condición de país bloqueado por Estados Unidos, dificultan la obtención de esa y otras tecnologías.
Urgida, como evidenciara la recién concluida zafra, de elevar los niveles de eficiencia, la industria azucarera cubana podría aprovechar mejor sus reservas productivas, mediante la aplicación del tratamiento magnético en sistemas claves del proceso fabril.
Magnetismo por la eficiencia en la industria azucarera
Guillermo Ribeaux Kindelán, doctor en ciencias técnicas e investigador del Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado, radicado en esta ciudad, señaló que tanto los resultados de su utilización en los años 90 del pasado siglo, como los estudios desarrollados actualmente, corroboran esa realidad.
Entre las valiosas experiencias, el especialista destacó la aplicación del magnetismo en los evaporadores de cuatro ingenios, donde la reducción del ciclo de limpieza del sistema y el ahorro de productos químicos registraron en una zafra un aporte económico superior a los 208 mil dólares, junto a una mayor caña procesada.
En igual sentido expuso su efectividad en la eliminación de incrustaciones y la prevención de nuevas costras en las calderas, calentadores y sistemas de enfriamiento, lo cual estabiliza los niveles de presión y disminuye los periodos de mantenimiento, el gasto de productos químicos y la contaminación medioambiental.
El campo magnético se introdujo, igualmente, entre los años 1991 y 1996, con notable influencia en la disminución de la pol (sacarosa aparente) en el bagazo, lo cual redunda en el incremento del rendimiento industrial en la producción de azúcar.
El doctor Ribeaux informó que ante la exigencia planteada al sector por el país, diversas estructuras del Grupo Azucarero AZCUBA muestran interés por retomar este aporte científico-técnico, perdido durante la indisciplina tecnológica que aún subsiste en las reparaciones de la industria.
En aras de su generalización, la experiencia de los investigadores del referido Centro será expuesta en el Congreso de la Asociación de Técnicos Azucareros de Cuba (ATAC), a celebrarse en septiembre próximo, donde por vez primera se presentará la introducción del campo magnético en la cristalización de la sacarosa en solución.
La novedad, cuyos resultados a nivel de laboratorio fueron expuestos, discutidos y defendidos en la tesis doctoral del ingeniero Guillermo Ribeaux, mejora la calidad del grano de azúcar como producto final, mediante la preparación en los tachos de la «semilla» utilizada en la cristalización de la sacarosa.
Por: DrC Agustín Lage. Director del Centro de Inmunología Molecular
LOS FRENTES DE LA BATALLA
Los Lineamientos de la Política Económica y Social aprobados en el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba establecen claramente que el enfrentamiento a los problemas de la economía debe transitar por dos tipos de soluciones: las de corto plazo, que deben buscar un equilibrio rápido de la balanza de pagos y un aumento de la eficiencia económica y la motivación por el trabajo, y las sostenibles a más largo plazo. Estas últimas deben conducir a “una autosuficiencia alimentaria y energética altas […] así como el desarrollo de nuevas producciones de bienes y servicios de alto valor agregado”.
Estas tienen tres orígenes posibles: o importamos tecnologías con nuestros limitados recursos, o buscamos inversión extranjera que las traiga (con el riesgo de construir nuevas dependencias), o las extraemos de nuestra propia capacidad científica. Las dos primeras pueden ser rápidas, pero son poco sostenibles. La tercera es robusta. Los países siempre se han construido de dentro hacia fuera, y no al revés; pero ¿puede esta vía ser también rápida? Esa es precisamente la batalla que debemos dar ahora quienes trabajamos en el sector de la ciencia, y la responsabilidad histórica que asumimos en la defensa de nuestro socialismo en el campo económico, y hay que darla, al menos, en cuatro frentes:
1. La Empresa socialista de alta tecnología. Con independencia del sector especifico de la producción, una Empresa de alta tecnología es una organización que ha sido capaz de construir un ciclo completo de investigación-producción-comercialización, que le permite tener productos novedosos, de alto valor agregado, y sustituirlos periódicamente por otros mejores, con estándares de calidad elevados y crecientes. Opera generalmente a bajo costo por peso y alta productividad del trabajo, y emplea recursos humanos de alta calificación. En los países grandes, puede operar en función de la demanda doméstica. Para los pequeños, hay un vínculo ineludible entre alta tecnología y exportaciones.
Ahora es el momento de capturar, en nuestras leyes y regulaciones, la existencia de este tipo de empresa y sus formas de funcionamiento, e identificar cuáles organizaciones, en este u otros sectores de la economía, pudieran serlo. En estas empresas, las conexiones entre la ciencia y la economía funcionan en ambas direcciones: los resultados de la ciencia se convierten rápidamente en nuevos productos y servicios, y su realización comercial (sobre todo exportadora) es una fuente de financiamiento de la investigación científica. Tal nexo ocurre en el contexto de la misma organización, sin los costos de la transacción academia-empresa en instituciones diferentes.
El surgimiento, a partir de colectivos científicos, de empresas de alta tecnología es expresión de madurez de nuestro sistema de ciencia y técnica. Son el instrumento principal por el cual las “entradas” de inversión social en estas se transforman en “salidas” de impacto económico. Estas organizaciones tienen rasgos de la empresa tradicional y de la unidad presupuestada: deben ser rentables y eficientes en el corto plazo y crecer en sus operaciones; pero también cuidar el mediano plazo, subsumir importantes gastos de investigación y desarrollo de nuevos productos, y asumir misiones sociales relacionadas con el impacto de estos.
Ellas requerirán de una clara conceptualización en nuestro modelo económico, y un “traje a la medida” para sus formas de funcionamiento y control. También será imprescindible un diseño cuidadoso de las organizaciones superiores de dirección empresarial para que sean capaces de diseñar y conducir las estrategias, y de evaluar el desempeño de las empresas de base, no solo en función de los planes anuales, sino en el más complejo proceso a mediano y largo plazo, y que puedan manejar las incertidumbres de los mercados externos, y extraer ventaja de la integración que deriva de la propiedad social sobre las empresas. En los sectores contentivos de empresas de alta tecnología, tendrán que ser dotadas de capacidad de interpretar las tendencias de la ciencia y la técnica en su área.
2. La innovación en todo el sistema empresarial. La segunda de las funciones de la ciencia en el modelo económico es la de incrementar el valor añadido de los bienes y servicios de todo el aparato productivo. Con independencia del nivel tecnológico que tenga hoy cualquiera de nuestras operaciones productivas, su valor agregado debe crecer. El esquema clásico de innovación espontánea más “introducción de resultados” (con estímulo moral y material al innovador), que funcionó durante décadas, está agotado, y hay que identificar las causas. La queja tan persistente de muchos dirigentes científicos de que el aparato empresarial no utiliza los resultados de nuestra ciencia, indica que hay razones de fondo en esto. O bien los resultados no son tan “introducibles”, o las empresas carecen de incentivos para introducirlos, o hay una mezcla de ambas cosas. La imagen del innovador individual con la idea brillante, de aplicación inmediata, es del siglo XIX; no funciona en el XXI. La innovación en la empresa moderna es una actividad de toda la organización, integrada a sus procesos esenciales. No tiene que partir siempre de “descubrimientos científicos” de la propia empresa, ni siquiera de instituciones científicas cubanas. La revolución de la informática hace que haya mucha información y tecnologías disponibles en las redes, de acceso barato. Lo que es imprescindible es que la empresa tenga capacidad para absorberlas. La innovación debe ser “guiada por la demanda”, es decir, incentivada por las oportunidades que se identifiquen para nuevos productos y servicios que incrementen la rentabilidad. Suintroducción pasa, con frecuencia, por decisiones de inversión, o al menos por un lapso entre el esfuerzo innovador y su retorno económico. Estos procedimientos, y los incentivos para emplearlos, deben ser capturados en la nueva Leyde Empresas e implementados en todos los sectores de nuestra economía.
3. Las universidades. Una tercera función de la ciencia en el modelo económico cubano está en el acercamiento del dispositivo docente al productivo. La mayor parte del capital humano para la investigación científica, y el que tiene, como promedio, mayor calificación académica, está en las universidades. Precisamente una de las principales heridas del Período especial, que debemos curar con prisa, es que aflojó los lazos entre ellas y la economía, construidos desde los años60 a partir del pensamiento de Fidel Castro y Ernesto Guevara. Recuperar y multiplicar el espacio de la educación superior en la economía, y no solamente en la formación de cuadros, es una de las urgencias del momento. Una vez más, es una interacción en ambos sentidos: el del impacto de las ideas y resultados del potencial universitario sobre la economía, y el de esta sobre la calidad de la docencia.
La “conectividad social” de la ciencia no se limita a sus vínculos con el aparato productivo, sino, de manera muy relevante, con la educación. Esde la única manera que el potencial científico se reproduce. Sobre las relaciones Universidad-Empresa hay una enorme literatura. Otros compañeros en Cuba han producido importantes reflexiones sobre el tema. Aquí solamente subrayaremos algunas intuiciones surgidas de la experiencia del sector de la biotecnología. Hay dos distorsiones que evitar: la primera es la copia del modelo de propiedad intelectual más negociación de patentes, que ha guiado la interacción entre universidad e industria en los países capitalistas desarrollados. Es un modelo que introduce “relaciones de mercado” en el uso del conocimiento, genera nuevos costos de transacción, y debilita el compromiso de los investigadores con el impacto final de sus resultados enla sociedad. Los propios pensadores de los países que lo aplican cada vez lo critican más, por disfuncional. Ese no es nuestro camino.
La segunda distorsión que evitar es la visión de las áreas universitarias construyendo pequeñas fábricas y comercializando productos. Ese tampoco es el camino. El vínculo hay que construirlo preservando las especificidades de la actividad científica en cada espacio. La investigación universitaria tiene mayor contenido de exploración, mientras que la de empresa se concentra más en la explotación de los resultados y su escalada. La primera es el espacio para proyectos científicos de mayor riesgo (y mayor retorno potencial), que es necesario financiar con un esquema presupuestado, pues su ciclo de recuperación no cabe en los ejercicios económicos de la vida empresarial. Opera con mayor abundancia de recursos humanos, entre ellos los estudiantes, y es más multidisciplinaria porque su función incluye la formación de cuadros. Lo fértil está precisamente en la interacción de enfoques diferentes. Para estudiar cómo se hace esto en el socialismo no tenemos puntos de referencia. La experiencia de la URSS no fue exitosa en la movilización del ambiente académico en función del desarrollo económico. La débil vinculación entre la ciencia y la producción, a pesar de tener 25% de todos los científicos del mundo, fue uno de los factores determinantes del estancamiento que precedió a su desintegración. En Cuba, tendremos que ser muy creativos en la construcción de nuestro propio modelo.
4. Los centros universitarios municipales y el desarrollo local. Esta cuarta función de la ciencia en el modelo económico es la más ambiciosa: se trata de construir un sistema de producción, estructuración, circulación y absorción de conocimiento en todala sociedad. Elconcepto de “gestión del conocimiento” incluye la investigación científica tal como la conocemos, pero también otros propósitos como la identificación de las necesidades de conocimiento y sus fuentes posibles, la construcción de capacidad absortiva para la ciencia y la tecnología en el aparato empresarial, la captación del saber tácito que se genera en las empresas, la formación de cadenas productivas a nivel local, y la asimilación del método científico como un componente de la cultura general en la sociedad cubana.
La extensión del uso de tal método (de pensamiento, generación y evaluación objetiva de hipótesis), y de la capacidad de interpretación y asimilación social de la ciencia, podrá parecer un objetivo demasiado audaz; pero no lo es más que la Campaña de Alfabetización en un año, que ya hicimos con éxito en 1961. Nuestra sociedad socialista puede planteárselo. Las primeras experiencias en programas de desarrollo local basados en la gestión del conocimiento ya están indicando que es alcanzable, y que tiene enormes potencialidades para la economía, la docencia, la ciencia yla cultura. Laconexión entre la ciencia y la economía no es un proceso espontáneo: requiere dirección consciente, estrategia, y dispositivos de intermediación y catálisis. En estos propósitos, los 123 Centros universitarios municipales, que surgieron en Cuba a partir de 2004, pueden ser un dispositivo muy poderoso, convertirse en uno de los actores principales del desarrollo económico a nivel local asumiendo funciones de captación y distribución de conocimientos, y llegar a ser la institución docente y científica principal del municipio, y construir conexiones entre las instituciones del territorio y las de otros, incluyendo los centros científicos de carácter nacional.
LAS PALANCAS DEL SOCIALISMO
En el mundo interconectado de hoy, el desarrollo científico no puede verse como equivalente a “volumen de la actividad científica” —cantidad de investigadores, centros, porcentaje del PIB que se invierte en ciencia, publicaciones, etc.—, sino como la combinación de este más sus conexiones con la economía, la educación, y otros sectores sociales. La construcción de vínculos entre la ciencia y la producción, de la que depende el valor agregado de nuestros productos, y el desempeño exportador de la economía cubana tienen como actor principal a la empresa estatal socialista, a través de la cual se expresa la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, y la distribución del producto social con arreglo al trabajo. El modelo económico cubano deberá incluir los mecanismos concretos por medio de los cuales esa conexión de la ciencia con la economía debe producirse. A eso nos convoca precisamente el Lineamiento 132, cuando habla de perfeccionar las condiciones organizativas, jurídicas e institucionales para establecer tipos de organización económica que garanticen la combinación de investigación científica e innovación tecnológica, desarrollo rápido y eficaz de nuevos productos y servicios, su producción eficiente con estándares de calidad apropiados y la gestión comercializadora interna y exportadora.
Los treinta años de la biotecnología en Cuba nos aportan una experiencia concreta sobre este proceso. De hecho, los centros del Polo científico han estado operando como empresas socialistas de alta tecnología, donde ha funcionado muy bien la combinación de propiedad social y gestión descentralizada. Ha demostrado también de qué manera puede el socialismo expresar sus ventajas para la conexión de la ciencia con la producción, y el tránsito hacia una economía basada en el conocimiento. La propiedad privada y la economía de mercado no son dispositivos de conexión de la ciencia con la economía; son obstáculos.
La limitación en el desarrollo de la biotecnología en otros países de América Latina parte del carácter privado del aparato productivo, y su subordinación a los países centrales. Ello lo desarticula del proceso social de creación del conocimiento científico. Ambos sectores, el de la ciencia y el de la producción, se conectan por separado con los dispositivos científicos y productivos en el exterior, pero no interactúan. Solamente el socialismo puede romper ese círculo vicioso de dependencia. En Cuba esta afirmación ya no es “teórica”. Hay evidencias de que se puede lograr. Pero junto con ellas está ahora la responsabilidad de capturar esas experiencias y dibujar, dentro de nuestro modelo económico y sus diversos escenarios, los procesos por los cuales el desarrollo científico irá asumiendo una función directa como motor del desarrollo económico, y no simplemente de consecuencia distal de este.
La Revolución, con su obra masiva de formación de capital humano, de cohesión social y de valores, ensanchó el espacio de lo posible. Ni la biotecnología, ni la Universidad de las Ciencias Informáticas, ni los médicos de “Barrio Adentro”, hubiesen podido existir en los años 60. Fueron necesarias tres décadas de construcción socialista para hacerlo posible.
Ahora hay que partir de esa base y vislumbrar “el país posible” que podemos construir: una sociedad justa y solidaria, con una población saludable y culta, sustentada por una economía de alta tecnología enraizada en empresas de propiedad social, y protagonista de la integración latinoamericana. Así lo vio Fidel cuando dijo, en medio de las tensiones de aquel duro 1993, que la ciencia y las producciones de la ciencia, deben ocupar algún día el primer lugar de la economía nacional. Pero partiendo de los escasos recursos, sobre todo de los recursos energéticos que tenemos en nuestro país, tenemos que desarrollar las producciones de la inteligencia, y ese es nuestro lugar en el mundo, no habrá otro.
Por. Dr. C Agustín Lage. Director Centro de Inmunología Molecular
Ese no es el mundo actual. Hay una distancia grande y creciente entre los países industrializados y los subdesarrollados en cuanto a la producción de ciencia. Pero lo más importante es que la distancia es mayor en cuanto a la utilización de la ciencia. Los países del Sur, que tienen 81,7% de la población mundial, producen 32,4% de las publicaciones científicas, pero poseen solo 4,5% de las patentes. De los 59 millones de inmigrantes que, según se estima, viven en los países más desarrollados, 20 millones tienen educación superior.
Aun dentro de las economías domésticas de los países industrializados, se aprecia, en los últimos cincuenta años, una internalización de la actividad científica dentro de las empresas. La fracción de la inversión en ciencia financiada por estas es de 64% en Francia, 71% en los Estados Unidos y Alemania, y 79% en Japón. En los países del Sur ese proceso no ha ocurrido, y la actividad científica sigue siendo, en esencia, académica y sufragada mayoritariamente por el Estado. Sus resultados no se trasvasan a las empresas nacionales, y esa promoción de actividades científicas desorientadas no genera tecnologías socialmente valiosas. Solo multiplica información irrelevante y de difícil acceso.
La creación de valor depende, cada vez más, de un mejor uso del conocimiento; y, a su vez, de la fortaleza de los vínculos entre los diferentes actores del sistema nacional de innovación. Lo que explica el desarrollo industrial de la biotecnología en Cuba no es ciertamente una mayor inversión en investigación científica. El porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) que se dedica en Cuba a ciencia y técnica (0,72%) es inferior al de América Latina (1,09%). También lo son nuestras cifras de producción de literatura científica; y, de hecho, el financiamiento presupuestado a la investigación científica en la Isla, también sufrió los efectos del Período especial.
Lo que se construyó en el Polo científico a partir de los años 80 fue un sistema de conexión directa entre la investigación y la producción, con un ciclo económico de autofinanciamiento.
4. Las nuevas tecnologías requieren un nuevo tipo de empresa.
El principal resultado del Polo científico no es ninguna de sus vacunas, ni sus anticuerpos: es el tipo de organización económica. Si analizamos las instituciones de la Biotecnología cubana no como centros científicos (que también son), sino como organismos económicos, se dibuja el cuadro organizativo que la experiencia práctica fue construyendo:
Instituciones “a ciclo completo” de investigación-producción-comercialización.
Orientación exportadora y actividad de exportación (y de importación de insumos) directa.
Sistema de gestión descentralizado que no es el clásico esquema empresarial, ni el de la unidad presupuestada.
Centros integrados en un sistema de potenciación mutua para las investigaciones, la producción y las negociaciones externas; y, a su vez, para la función social de sus productos en Cuba, fundamentalmente en el sistema de salud.
Internalización de la investigación científica como parte de sus costos fijos, potenciada con los estudios que también se realizan en las instituciones cubanas que usan los productos.
Utilización de su potencial científico como palanca de negociación, valorizando en sus transacciones no solamente los productos, sino sus “activos intangibles”.
La organización productiva de la economía del conocimiento ya no puede construirse, como las industrias de mediados del siglo XX, alrededor de un producto o de una tecnología, porque estos cambian cada vez más rápido. Tiene que hacerse alrededor de una capacidad continua de crear y asimilar conocimientos que generen nuevos productos y nuevas tecnologías. De ahí proviene la necesidad de internalizar la investigación científica dentro de la organización productiva. En el lapso históricamente breve de treinta años de existencia de la industria biotecnológica cubana, algunos centros han debido cambiar varias veces el “producto líder” de sus exportaciones.
Viendo esta experiencia desde una perspectiva histórica, es un caso más de la regularidad de que las tecnologías muy novedosas raramente se insertan en las organizaciones ya existentes, sino que “crean” la suya propia. Así, hace siglos las nuevas tecnologías agrícolas “inventaron” la granja; la primera revolución industrial “inventó” la fábrica; y la segunda, sustentada en la electricidad y el petróleo, condujo a la administración científica industrial tal como hoy la conocemos. En el mundo actual, la creciente integración entre la ciencia y la producción comienza por laboratorios científicos en las industrias, pero termina por crear un nuevo tipo de organización productiva que introduce la investigación científica dentro de la cadena de valor, y la utiliza como activo en las negociaciones para la realización comercial del valor agregado. Este proceso de surgimiento de empresas de alta tecnología no es privativo de la biotecnología (aunque en Cuba haya empezado por ahí).
5. La Empresa de alta tecnología requiere un contexto regulatorio específico.
Las empresas surgen y se desarrollan no solo impulsadas por sus tecnologías y por las oportunidades de mercado; sino también promovidas o inhibidas por el contexto regulatorio en el que operan. Las regulaciones económicas se construyen en todos los países en función de determinados objetivos y valores prevalecientes en cada sociedad.
La atención directa de las instituciones biotecnológicas emergentes en Cuba, por la instancia superior de dirección del país (surgieron subordinadas al Consejo de Estado), y en muchos casos personalmente por el Comandante en Jefe, Fidel Castro, las protegió del posible efecto inhibidor de regulaciones concebidas con otro propósito y para otro tipo de emprendimiento.
En los últimos años, la capacidad de compra de Cuba en el exterior se ha movido alrededor de 20% del PIB. Aun asumiendo los riesgos de las extrapolaciones lineales a partir de los indicadores económicos, esta cifra sugiere que hay una pequeña parte de nuestra economía que opera en función de la demanda externa, mientras que el resto lo hace para la interna. Las organizaciones productivas que trabajan para el mercado externo generalmente tienen mayor productividad por hombre, aun calculando el ingreso en divisas como equivalente 1 a 1 al de moneda nacional. La diferencia sería aún mayor si se utilizase otra tasa de cambio que reflejara mejor el poder adquisitivo de la moneda. Las que producen para la demanda doméstica (numéricamente muchas más) han tenido en estos años, como ha sido públicamente criticado, y discutido en la Asamblea Nacional, baja productividad del trabajo.
Obviamente, no podemos regular ambos espacios económicos de la misma manera. Cuando se intenta disecar los objetivos de las regulaciones que la rigen, se ve más claramente esta dicotomía.
Para la mayor parte de la economía nacional lo más importante ahora es el incremento de la productividad del trabajo. Para los sectores exportadores que ya lo tienen, es el crecimiento del sector, de su volumen de actividad económica. Este crecimiento, aun si ocurriese a expensas de una menor reducción de la productividad por hombre, incrementaría la de la media nacional.
Para la mayor parte de la economía nacional el “cuello de botella” del crecimiento está hoy en la producción. La demanda doméstica no está saturada para la gran mayoría de los productos; pero para los sectores exportadores frecuentemente no es la capacidad de producción, sino la penetración en mercados externos.
Para la mayor parte de la economía nacional es muy importante el ahorro y la reducción del costo unitario de sus operaciones. En los sectores exportadores que están llamados a crecer es más importante el costo de oportunidad, en cuanto al mercado, que perdemos por dejar de hacer algo; y las operaciones que abren mercados pueden tener sentido aun si aumentan el costo unitario (por supuesto, dentro de la rentabilidad).
En los sectores que operan en función de la demanda doméstica, la planificación socialista puede decidir su satisfacción, los precios internos, y los estándares técnicos de los productos. En los sectores exportadores, ninguno de estos tres aspectos están bajo nuestro control y, muy frecuentemente, aparecen oportunidades y problemas imprevistos.
La conclusión es que un conjunto de regulaciones que introduzca presiones para el incremento constante de la productividad (por ejemplo, vinculándola al salario), y para la reducción continua del costo unitario, será sin dudas conveniente para la mayor parte de la economía nacional, pero puede resultar corrosivo para los sectores emergentes exportadores de alta tecnología. La tendencia mundial en estos sectores ha sido, y seguirá siendo, al incremento de los “costos fijos”, dados por la investigación científica, el desarrollo de nuevos productos y la evolución de los estándares de calidad. Esta tendencia hay que asumirla y enfrentarla subsumiendo los costos fijos en operaciones productivas y exportadoras de mayor volumen, no buscando ahorros marginales en los procesos que tenemos hoy.
Este razonamiento no implica que el ahorro no sea importante, pero sí que en la vida real de la microeconomía —no en la macro— puede suceder que los objetivos del ahorro y del crecimiento entren en contradicción; y cuando eso sucede, en algunos casos hay que priorizar uno u otro. En una actividad social “presupuestada”, la prioridad será siempre el ahorro; y también lo será en una productiva, para satisfacer una demanda cautiva, de volumen y precios bajo control del Estado. Pero en una destinada a abrir espacio en la demanda externa, la prioridad es el crecimiento. El propio esfuerzo por el ahorro y la mayor eficiencia no tiene como objetivo primario incrementar la ganancia por unidad física producida, sino disponer de márgenes de precios para aumentar la penetración en mercados externos.
No se trata de que los sectores exportadores de alta tecnología no deban ser regulados; sino de que hay que hacerlo de manera diferenciada. Ello no supone contraponer la productividad al crecimiento; sino comprender que hay acciones para el incremento de la productividad a corto plazo —frecuentemente concentradas en la organización del trabajo— y otras para su sostenibilidad en el mediano plazo, que dependen, con frecuencia, de gestión del conocimiento e inversión; y en los sectores de alta tecnología el “mediano plazo” llega muy rápido.
El problema no es nuevo, ni es exclusivo de Cuba. En otros países que se han planteado estimular el crecimiento de esos sectores, hay antecedentes del establecimiento de contextos regulatorios diferenciados. La creación en los Estados Unidos, en 1971, de un nuevo mercado de valores (NASDAQ) —complementario de la bolsa clásica (New York Stock Exchange)—, con regulaciones diferentes, el surgimiento análogo, en 1995, del Alternative Investment Market, en Londres; las Zonas Económicas Especiales, en China e India, y otras experiencias, tienen en común el intento de construir un contexto regulatorio que incentive el surgimiento de empresas tecnológicas basadas en productos novedosos, y la inversión de riesgo. Usualmente son pequeñas, y concentradas en crecer. Ninguna de estas experiencias es idéntica a otra, y ninguna es “copiable” para Cuba, pero lo que siempre aparece como constante es la necesidad de regulaciones específicas para estimular y proteger el crecimiento de estos sectores.
Mientras más avanzada es la tecnología, y más novedosos los productos de una empresa, menos predecibles se hacen sus operaciones y sus indicadores. El contexto regulatorio tiene que prever un espacio de exploración, riesgo y adaptación rápida para este tipo de empresa; mayor que el tolerable para otras de tecnologías más convencionales y de mercado conocido.
La conexión directa de la ciencia con la economía no es un proceso espontáneo; ni bajo las presiones del mercado, ni como consecuencia de la inversión social en desarrollo científico. Requiere intencionalidad y conducción.
Por: Agustín Lage Dávila. Director del Centro de Inmunología Molecular.
El sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, en abril de 2011, aprobó los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución “para actualizar el modelo económico cubano, con el objetivo de garantizar la continuidad e irreversibilidad del socialismo”. En su implementación exitosa los revolucionarios cubanos ponemos todo el entusiasmo, esfuerzo e inteligencia de que somos capaces. Para ello, necesitamos extraer conocimiento de cuanta fuente pueda sernos útil, pero principalmente de nuestras experiencias en la construcción de la sociedad socialista cubana, que nos permitan ver el mundo desde nuestras propias perspectivas.
Una de esas experiencias es el surgimiento en Cuba, en los años 80, de la industria biotecnológica —cuando apenas emergía en los países de mayor desarrollo—, y su crecimiento durante las tres décadas siguientes, hasta convertirse en un importante renglón de exportación.
La experiencia del “polo científico”, como se conoce generalmente a nuestra industria biotecnológica y farmacéutica de avanzada, tiene especificidades dentro del contexto de la economía cubana, que es necesario resaltar como punto de partida de este análisis. A partir de la inauguración, en enero de 1982, por el Comandante en Jefe Fidel Castro, de un pequeño laboratorio con treinta científicos encargados de la producción de Interferón, la industria biotecnológica cubana creció aceleradamente, con nuevas instituciones y productos, hasta convertirse en lo que es hoy: un conjunto de veintisiete entidades que agrupan más de diez mil trabajadores, operan fábricas en Cuba y en otros países, aportan 141 productos al cuadro básico de medicamentos en la Isla, y realizan exportaciones por varios cientos de millones de dólares a más de cincuenta países.
Este despegue productivo, exportador y de desarrollo de infraestructura resistió el llamado Período especial, cuando la economía cubana, a causa de la desaparición del campo socialista europeo y del reforzamiento oportunista del bloqueo norteamericano, sufría una importante contracción de su producto interno y de sus mercados; y otros sectores tuvieron que reducir sensiblemente sus actividades.
Las exportaciones del polo científico han estado creciendo a más de 30 por ciento anual en la última década, y se han basado en productos no tradicionales (varios de ellos de propiedad intelectual cubana), con diversidad de destinos, con entornos regulatorios diferentes, y han requerido esquemas de negociación también no tradicionales. Tal operación no contó con inversión extranjera ni con créditos externos. Corrió a cargo del Estado y logró su recuperación y reproducción ampliada en un plazo sorprendentemente breve. Las negociaciones no comprometieron, en ningún caso, la propiedad estatal sobre los activos.
Un proceso similar no ha ocurrido en ningún otro país de América Latina. Tampoco, con esas características, en otros sectores de Cuba. Las experiencias en el turismo y la minería en el mismo período, también exitosas, se basaron en esquemas de inversión, gestión y negociación diferentes.
Por supuesto, hay determinantes científicas y particularidades del sector biofarmacéutico en la industria biotecnológica cubana; pero no es donde está lo principal. Probablemente esta experiencia tenga algo que decirnos sobre el proceso de conexión directa de la Ciencia con la Economía, y sobre las formas de gestión de la empresa estatal socialista. Si logramos descifrar estos mensajes, el caso del Polo científico dejaría de ser algo “particular” para convertirse en “anticipatorio” de lo que pudiera ser la Empresa socialista de alta tecnología, construida sobre el terreno fértil del capital humano y la cohesión social creados por la Revolución.
INTUICIONES: ¿QUÉ APRENDIMOS DE ESA EXPERIENCIA?
Usamos el término “intuiciones” para subrayar que un análisis riguroso de los determinantes macro y microeconómicos de la evolución de la industria biotecnológica en Cuba tendrá que ser emprendido por especialistas en Ciencias económicas. Aquí nos limitaremos a exponer las regularidades e ideas generales que quienes hemos tenido la oportunidad de participar en el desarrollo de estas instituciones —y que no provenimos del campo de la economía— podemos extraer de la experiencia concreta. Estas son:
1. Hay un cambio en el contexto mundial para el desarrollo de nuestra economía, dado por la relación entre tecnologías y globalización.
Comprensiblemente, cuando se habla de ese “cambio de contexto”, lo primero que viene a la mente es la desaparición del campo socialista europeo, con el que, hace tres décadas, Cuba realizaba más de 80 por ciento de su comercio exterior y con el que tenía acuerdos de integración económica a largo plazo. Eso es una enorme verdad; pero a los efectos del tema de este ensayo es imprescindible identificar otro proceso, que hubiera creado tensiones para la economía cubana aunque el campo socialista aún existiese. Se trata del acelerado desarrollo tecnológico de la segunda mitad del siglo XX y de la globalización de la economía que él hizo posible, y su efecto sobre los países de pequeño tamaño. Transitamos hacia una economía donde los productos de la industria se sustituyen muy rápidamente por otros mejores, y donde las tecnologías permiten enormes escalas de producción, y grandes reducciones de los costos unitarios.
Estos dos fenómenos se refuerzan mutuamente: la rentabilidad del proceso productivo moderno solo se logra con enormes escalas de producción, con grandes mercados para los productos. A su vez, esas grandes operaciones son las que permiten subsumir los altos costos fijos de la investigación científica para el desarrollo de nuevos productos, y de los estándares de calidad que mantienenla competitividad. Estaes una tendencia objetiva del desarrollo de las fuerzas productivas, y va a continuar. La consecuencia directa para los países pequeños como Cuba es la pérdida del poder de la demanda doméstica como motor del desarrollo industrial.
Las teorías “desarrollistas”, vigentes en el pensamiento económico latinoamericano en los años 60 del siglo XX, proponían una industrialización nacional, con asimilación de tecnologías para sustituir importaciones. En Cuba, durante el período revolucionario anterior a 1986, los ingresos externos se basaban en el azúcar y el níquel. De ahí debían salir los recursos que financiaran la infraestructura económica para satisfacer la demanda interna. Fue una estrategia correcta en su tiempo; sin embargo, ya no es viable en el nuevo contexto.
En nuestra experiencia concreta con los medicamentos de avanzada, aprendimos que no podemos producirlos solamente para la demanda nacional. Es la limitación del concepto de “sustitución de importaciones”: en algún momento aparece el razonamiento de que es más barato importar que producir. Necesitamos grandes operaciones de exportación para que ocurra el desarrollo tecnológico. Varios de los medicamentos y vacunas del Polo científico se producen hoy a una escala mayor a veinte veces la demanda doméstica. Es un cociente superior al que había para el azúcar.
Los cambios de contexto van siempre acompañados de nuevas oportunidades, pero también de peligros. Tendremos que aprender a construir la economía socialista cubana en ese nuevo escenario; un contexto mundial donde nuestra planificación no puede controlar —excepto para la pequeña fracción de la demanda nacional— el tamaño del mercado, ni los precios, ni los estándares técnicos de los productos, ni la dinámica de los cambios.
2. En el nuevo contexto, el desarrollo económico pasa obligatoriamente por el desarrollo de industrias de alta tecnología.
Cuba ha logrado un balance positivo de su comercio exterior, y eso es un importantísimo logro, después de la desaparición del campo socialista europeo y ante el mantenimiento de la guerra económica de los Estados Unidos contrala Isla. Esono se puede minimizar, pero también es cierto que ese balance se alcanza a expensas de la exportación de servicios. En la de bienes, sigue siendo negativo. Tal situación puede y debe mejorar con la disminución de importaciones de alimentos —cuyos precios no cesan de crecer—; pero en un país con escasos recursos naturales, y con una población de edad promedio cada vez mayor, y elevada calificación, el balance positivo externo hay que lograrlo con productos de alto valor agregado. Así se recoge en el número 78 de los Lineamientos…, que indica: “Diversificar la estructura de las exportaciones de bienes y servicios, con preferencia las de mayor valor agregado y contenido tecnológico”.
¿De dónde van a salir esos productos? De nuevo la experiencia del Polo científico puede tener algo que decir en este tema. Durante más de veinte años, sus organizaciones han negociado con instituciones privadas y públicas, grandes y pequeñas, de más de cincuenta países, en todos los continentes. El análisis exhaustivo de esa experiencia está pendiente, y no forma parte del objetivo de este ensayo. No obstante, en una primera aproximación, indica que es muy difícil abrir espacios con productos de bajo contenido innovador, y en competencia con muchos productores en el mundo.
Para los productos tradicionales de la industria (textiles, electrónica simple de consumo, y otros), la tecnología moderna permite escalas de producción muy por encima de la demanda solvente mundial. Para lo que no hay, ni habrá, sobreproducción es para los innovadores, y aquellos que todavía no existen. Es imprescindible entonces tenerlos; lo que no siempre significa que sean únicos, pero sí nada sencillos de producir, ni por su tecnología, ni por sus estándares de calidad, ni por la calificación de la fuerza de trabajo requerida. Operan entonces dos mecanismos que abren los espacios de exportación:
•Cuando existe concertación entre gobiernos para garantizar amplio acceso a la población y escapar de los precios abusivos de los productos innovadores cuando vienen de países industrializados.
•Cuando nuestros productos son únicos o tienen tan alto contenido innovador, que los haga entrar en los mercados aun en ausencia de acuerdos entre gobiernos.
Ambos mecanismos se relacionan y compensan entre sí. Mientras más fuerte es uno, menos debe serlo el otro y viceversa. Pero los dos requieren un alto “contenido en conocimientos” y ciencia, en el desarrollo del producto y en el proceso productivo. Eso no se alcanza simplemente importando tecnologías. Es esa la experiencia de las vacunas cubanas, la Eritropoyetina, el Heberprot, los sistemas SUMA, los genéricos de avanzada, los anticuerpos monoclonales y otros tantos. 5 O tenemos productos innovadores, o no tendremos exportaciones de alto valor agregado para financiar la continuidad de nuestro desarrollo económico y social.
3. La tarea no se limita al desarrollo científico. Lo principal es la conexión de la ciencia con la economía.
La importancia de la investigación científica, y del proceso más abarcador conocido como “gestión del conocimiento” para el desarrollo económico, han sido extensamente discutidos, y existe abundante literatura internacional, y también en Cuba, sobre el tema. No ampliaremos, pues, sobre la existencia de esa influencia, sino sobre los mecanismos por los cuales esta se produce.
La idea de que simplemente “sembrar ciencia” —es decir, formar científicos, crear instituciones, aumentar el financiamiento a la ciencia— se traducirá, de alguna manera, en desarrollo económico es vieja e ingenua, que no corresponde al contexto actual. Por supuesto que es una condición necesaria; lo nuevo es que ya no es suficiente.
Cuando los países hoy industrializados y técnicamente avanzados emprendieron su desarrollo, hace más de ciento cincuenta años, tenían, en muchos sectores productivos, un nivel tecnológico inferior al que tienen en la actualidad los países del Sur. En 1880, la renta per cápita de aquellos era apenas dos veces la de estos; no obstante, en ese momento eran la avanzada dela tecnología. Nohabía un “primer mundo” al cual mirar. No existían empresas multinacionales que captaran las innovaciones e inundaran los mercados; ni “robo de cerebros”. El desarrollo científico nacional y las innovaciones se revertían directamente en la industria nacional.
El pasado día 18 de la mayo se dio clausura al “Foro de Comunicación de la Ciencia”. La actividad final tuvo lugar en el Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba, sitio que acoge desde hace ya catorce meses, la Peña Cultural “Desempolvando”, cuyas experiencias durante todo un año de divulgación del quehacer científico de esta institución fueron expuestas en las jornadas del Foro.
Comoquiera que llegamos con suficiente tiempo de antelación al inicio de la Peña, Magnetismo Aplicado decidió acercarse al Foro de Comunicación de la ciencia desde la percepción de sus protagonistas.
Al comentar sobre esta nueva edición expresó: “En relación al año anterior es notable el paso de avance hacia un nivel superior, tanto en los aspectos organizativos como en la calidad de las ponencias, de la presentación de los trabajos, del público asistente al mismo; creo que las proyecciones en esta edición del evento marcan un paso de avance en relación a lo que será el futuro de este Foro. Realmente me he sentido muy satisfecha por como he visto en general la organización y demás.”
Igual de satisfecho dijo sentirse el Dr.C. Luis Bergues Cabrales, investigador del Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado (CNEA) y Personalidad de la ciencia santiaguera. A su entender no se puede concebir la ciencia y los científicos sin la comunicación.
Al preguntarle cómo pudieran aportar los investigadores de las llamadas ciencias duras, a un evento de comunicación científica comentó: “En primer lugar con la participación, incluso una de las recomendaciones que se tuvieron en cuenta allí [en el Foro] fue que los investigadores participaran con sus investigaciones de la parte científica [y haciendo hincapié en] cómo la comunicación puede ser utilizada como instrumento para mejorar la calidad de las publicaciones que se redactan, trasmitir una idea para que pueda llegar a cualquier tipo de auditorio.”
Por su parte, la Dra.C Maribel Brull González, Premio Provincial de Comunicación, elogió las características de un evento como el Foro de Comunicación de la Ciencia:
“Este evento tiene para mi un diseño muy especial, por los participantes, por los programas, excelentes conferencistas y personalidades que ya se han dado cita, [incluso] de otras provincias orientales y, a mi juicio, mi parecer como profesional de la ciencia de la comunicación social, es que debemos de mantenerlo, lograr un diseño superior para la tercera edición. Me parece una idea excelente y como profesional y promotora pues felicito a los expositores, al Comité Organizador y celebro todos y cada uno de las intervenciones. Muy bien y felicidades.”
Una de los distintivos de esta segunda edición fue la participación de colegas de la vecina provincia Guantánamo. Esther Reyes, profesora dela Universidad Pedagógica de ese territorio, resumió el sentir de sus compañeras con las siguientes palabras: “ha quedado un saldo muy positivo, a partir de la organización del empeño de sus organizadores porque todo salga bien, ha sido de mucho peso toda la parte científica, teórica, hemos compartido experiencias muy útiles en todos los sentidos y ha quedado abierto el espacio para que también podamos invitar a otros guantanameros para que participen. Auguramos al evento una larga vida.”
Mientras tanto, José A. Expósito, Presidente de la Asociación de Comunicadores Sociales en Santiago de Cuba, calificó al evento como “un punto de partida para la integración de todos los centros de la ciencia, las universidades, personalidades científicas, no solamente en Santiago de Cuba, sino en la Región Oriental y, por qué no, también del país”.
A su vez, el Dr.C Rafael Fonseca Valido, Premio Provincial de Comunicación y autor de la Conferencia Inaugural del Foro, cataloga al evento como “un espacio necesario y que en el ámbito universitario no teníamos”, y añade “pensamos que es un evento que, por su propia proyección, se ha ganado un lugar que le permite, posteriormente, rebasar esas fronteras”.
Mantener una pluralidad de voces
Ese es uno de los retos que el Dr.C Fonseca ve para las próximas ediciones del Foro de Comunicación de la ciencia: “Todo evento que comienza es perfectible –dice el maestro de periodistas-; “los principales retos están dados fundamentalmente en la posibilidad de crecer, y crecer manteniendo la coherencia de la concepción original, es decir, sin tergiversar el sentido que ha tenido hasta ahora, aumentar el diapasón de participación, de aspectos a tratar, pero que conserve su frescura, la pluralidad de voces y la capacidad de convocatoria que demostrado hasta el momento”.
Sobre la pertinencia de este evento como formador de las nuevas generaciones de periodistas comentó:
“En primer lugar, cualquier espacio que se convierta en un reservorio de experiencias y de intercambio, enriquece las posibilidades del docente que concurre a él y además, crea unos datos para una base de datos activa, en el sentido que tiene que ver con las problemáticas actuantes en el momento en que se origina el Foro, que es invaluable para que ese estudiante tenga un elemento de referencia, pero además, su participa en el evento, empieza adiestrarse en los espacios de discusión científica, y eso es muy importante en la formación de cualquier profesional.”
Al inquirir entre los protagonistas sobre los principales retos de este evento para próximas ediciones, todos, de una forma u otra, coincidieron en afirmar que el principal desafío es crecer y extenderse a otras regiones del país.
La Dra.C Maribel Brull agregó:
“Tenemos el reto también de lograr que se inserten más nuestros investigadores, nuestras personalidades de la Academia de Ciencia, los hombres y mujeres que hacen “ciencia dura” y que tienen resultados científicos pero que muchas veces no se democratizan esos conocimientos, el pueblo no llega a conocer quienes son los verdaderos autores, qué significa consagrarse a la ciencia, el resultado tangible de esta divulgación científica y por otra parte, la importancia que tiene de formar en la universidad de Oriente el pensamiento y la acción de nuestros futuros profesionales en función de la comunicación de la ciencia.”
Durante los días 17 y 18 de mayo se celebró en el Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado (CNEA), el Foro de Comunicación de la Ciencia.
Dos jornadas en las que se debatieron diferentes aspectos relacionados con la comunicación científica, y se expusieron experiencias en materia de divulgación del quehacer científico-técnico de las provincias de Santiago de Cuba y Guantánamo.
En su segunda edición (la anterior bajo el nombre de Taller de Comunicación y Divulgación científica: una mirada desde los centros de investigación), el Foro despertó mucho interés por parte de los participantes quienes abogan por una continuidad y extensión de la experiencia, como espacio necesario para la reflexión sobre esta temática.
Estas son algunas de las repercusiones que en diferentes sitios han tenido las sesiones del Foro:
La Emisora provincial de radio CMKC, recogía en un trabajo periodístico la primera jornada del evento indicando que “el proceso de divulgación científica no puede ser un oficio menor, coinciden en señalar así los participantes en el Segundo Foro de Comunicación de las Ciencias, que se desarrolla en la ciudad de Santiago de Cuba bajo los auspicios del Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado ‘CNEA’, ubicado en la Universidad de Oriente.”
La periodista CaryFerriol, señalaba igualmente algunos de las ponencias presentadas durante el Foro y cita al Lic. Noel Pérez García, especialista en Comunicación y Promoción de la ciencia del CNEA cuando dice “ hoy se aboga en el mundo completo, no solamente en Cuba, porque la humanidad esté cultivada científicamente, que sea capaz de no solo asimilar una tecnología, sino también de modificarla, criticarla, dudar de ella, y para ello se necesita una cultura científica que emane de los propios centros donde se crea la ciencia.”
El Foro quedó clausurado en la tarde de este viernes 18 de mayo, y su actividad final la celebró en la peña cultural “Desempolvando”, espacio que acoge el Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba y cuyas experiencias en la divulgación científica fueron presentadas durante las jornadas del evento.
Una vez más el debate adquirió protagonismo durante la segunda jornada del Foro de Comunicación de la ciencia, fecha en la que el Programa prometíala Conferencia Magistral “Reflexiones sobre la visibilidad dela ciencia. Enfoques, retos y oportunidades”, y la Mesa Redonda “Comunicación científica: retos, ética y responsabilidad”.
Desde las palabras iniciales del conferencista, el Dr. C Giovanni Villalón, especialista de Comunicación Social de la Delegación Territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA); se pudo percibir que las horas programadas no bastarían para el intercambio de opiniones, de ahí que, en aras de promover lo que desde un inicio se planteó como objetivo de estos espacios: la discusión científica, la exposición de ideas y reflexiones; se optó por asumir algunos pequeños cambios en el esquema del evento.
El tema propuesta por el Dr.C Villalón sirvió de excelente resorte para las reflexiones de varios de los presentes, alrededor del concepto visibilidad. El Dr.C Luis Bergues Cabrales, investigador y personalidad de la ciencia santiaguera fue categórico cuando afirmaba que después de lo escuchado en las jornadas del Foro, queda convencido que “la visibilidad es [depende de una] buena comunicación”.
Por su parte, y enlazando ideas a partir de otras intervenciones, el Dr.C Rafael A. Fonseca, abogó por la existencia de una debate científico en nuestros medios, en los cuales, en no pocas ocasiones, se carece de ese rebatir de ideas que también contribuyen al desarrollo científico.
De lenguaje, escritura y artículos científicos…
…se habló enla Mesa Redonda moderada por la DraC Liliana María Gómez Luna, investigadora, divulgadora científica y Directora de Ciencia y Técnica en la Universidad de Oriente (UO).
Desde aristas tan diversas como la opinión de una bioquímica, de lingüistas, o de periodistas, se analizaron algunos de los aspectos formales necesarios en el lenguaje científico, tanto el especializado, como el destinado a otros públicos.
Los términos “discurso divulgativo” y “discurso de vulgarización” también movieron a reflexiones, acerca de la pertinencia e importancia de factores mediadores como pudieran ser los periodistas científicos.
En este sentido se pidió, desde las palabras de Mailen Portuondo, joven estudiante de periodismo de la Universidad de Oriente, por una especialización de los jóvenes estudiantes en materias como la comunicación científica. En cambio, el Dr.C Fonseca, docente de la carrera de Periodismo en la UO, mencionaba el término de sub-especialización.
Otro tema que suscitó debate fue el referido a las publicaciones científicas cubanas.La MSc Manuela Arias, editora de la Revista Digital Ciencia en su PC, expuso algunos de los retos de las publicaciones científicas seriadas en nuestro país y abogó entre otras cosas por una uniformidad en la evaluación de las revistas existentes.
Homenajes
Una vez finalizada la sesión de debate se hizo un espacio para el Homenaje.
La carrera de Comunicación Social de la Universidad de Oriente y el Comité Organizador del Foro de Comunicación de la Ciencia, otorgaron la Distinción “La Estrella de Cuba” a cuatro destacadas personalidades que, desde sus labores individuales diarias, “promueven la Paz Mundial, la salvación de la especie humana y la liberación de los cinco héroes cubanos presos en cárceles norteamericanas”
Las personalidades reconocidas en esta segunda entrega de la Distinción fueron: el DrC Pedro Aníbal Beatón Soler, Delegado del CITMA en Santiago de Cuba; la DraC Liliana Gómez Luna; la MSc Luisa Villafruela, directora de Relaciones Internacionales de la UO y la periodista del Sistema Informativo de la televisión cubana, Coral Vázquez Peña.
La Distinción “La Estrella de
Cuba” hace suyo los versos del Héroe Nacional Cubano:
Ésta, oh misterio que de mi naciste
Cual la cumbre nación de la montaña
Ésta, que alumbra y mata, es una estrella
Como que riega luz, los pecadores
Huyen de quien la lleva, y en la vida,
Cual un monstruo de crímenes cargado,
Todo el que lleva luz se queda solo.
El que la estrella sin temor ciñe
¡Como que crea, crece!
Desempolvando…un gran final
La actividad final del Foro de Comunicación de la ciencia tuvo lugar en el Archivo Histórico Provincial, institución que sirve de anfitrión a la Peña Cultural“Desempolvando”, una espacio dedicado al rescate de tradiciones, costumbres e historias de la ciudad de Santiago de Cuba, con la perfecta imbricación de cultura y ciencia historiográfica.
En esta ocasión se dedicó al mes de mayo y las tradiciones que lo asocian en Cuba (equivocadamente, como bien se encargaron de demostrar los anfitriones e invitado) a las flores.
Fue una hora muy amena, en la cual los participantes en el Foro compartieron con parte de los asiduos a este espacio cultural que se celebra cada mes en el Archivo, y no pocas de las investigadoras regresaron a casa con una flor en sus manos.