Reír para después pensar

A inicios del mes de octubre se darán a conocer los galardonados con los Premios Nobel en las ramas de Física, Química, Medicina y Fisiología, de la Paz y el Premio SverigesRiksbank Prize en Ciencias Económicas, otorgado porla Real Academia Sueca de las Ciencias.

Sin embargo, desde poco menos de una semana antes, el mundo científico también asiste a la entrega de un singular galardón que pretende hacer reír para luego hacer pensar, tal y como anuncia la revista de humor científico Annals of Improbable Research, encargada de dar a conocer estos premios, denominados como Premios Ig Nobel. Este reconocimiento es concedido a las investigaciones más extrañas e incluso a las más aparentemente inútiles e inverosímiles.

El pasado 29 de septiembre se llevó a cabo la ceremonia de entrega de los IgNobel 2011 y estos fueron los galardonados:

En Fisiología: Para el equipo de investigación liderado por Anna Wilkinson, Natalie Sebanz, Isabella Mandl  and Ludwig Huber por corroborar la ausencia del contagio del bostezo en la tortuga terrestre de patas rojas; tal como recoge el artículo:

‘No Evidence Of Contagious Yawning in the Red-Footed Tortoise Geochelone carbonaria,» Anna Wilkinson, Natalie Sebanz, Isabella Mandl, Ludwig Huber, Current Zoology, vol. 57, no. 4, 2011. pp. 477-84.

En Química: Para un equipo de investigadores japoneses formado por : Makoto Imai, Naoki Urushihata, Hideki Tanemura, Yukinobu Tajima, Hideaki Goto, Koichiro Mizoguchi y Junichi Murakami por determinar la cantidad adecuada de wasabi vaporizado que se debía de suministrar a la gente dormida para que se despertara, y aplicaron esos conocimientos para fabricar una alarma de wasabi.

Estudio que fue referencia por la patente: US patent application 2010/0308995 A1. Filing date: Feb 5, 2009.

En Medicina: Para un equipo de investigadores de varias nacionalidades encabezados por Mirjam Tuk, Debra Trampe y Luk Warlop, en conjunto con Matthew Lewis, Peter Snyder Robert Feldman, Robert Pietrzak, David Darby, y Paul Maruff; por demostrar que las personas toman mejores decisiones sobre determinadas situaciones –pero peores decisiones respecto a otros asuntos—cuando tienen la vejiga llena y fuertes ganas de orinar.

Este estudio está avalado por las siguientes referencias:

«Inhibitory Spillover: Increased Urination Urgency Facilitates Impulse Control in Unrelated Domains,» Mirjam A. Tuk, Debra Trampe and Luk Warlop, Psychological Science, vol. 22, no. 5, May 2011, pp. 627-633.

«The Effect of Acute Increase in Urge to Void on Cognitive Function in Healthy Adults,» Matthew S. Lewis, Peter J. Snyder, Robert H. Pietrzak, David Darby, Robert A. Feldman, Paul T. Maruff, Neurology and Urodynamics, vol. 30, no. 1, January 2011, pp. 183-7.

En Psicología: Para el psicólogo Karl Halvor Teigen de la Universidad de Oslo, en Noruega, por tratar de comprender por qué las personas suspiran.

«Is a Sigh ‘Just a Sigh’? Sighs as Emotional Signals and Responses to a Difficult Task,» Karl Halvor Teigen, Scandinavian Journal of Psychology, vol. 49, no. 1, 2008, pp. 49–57.

En Literatura: Para John Perry de la Universidad de Stanford, por su por su “Teoría de la Procastinación Estructurada” que sostiene que debemos ir haciendo cosillas medianamente importantes para poder dilatar al máximo el tiempo que tardamos en dedicarnos a algo aún más importante.

«How to Procrastinate and Still Get Things Done,» John Perry, Chronicle of Higher Education, February 23, 1996. Later republished elsewhere under the title «Structured Procrastination.»

En Biología: Para los investigadores Darryl Gwynne y David Rentz por el descubrimiento de que algunos escarabajos prefieren aparearse con un cierto tipo de botella de cerveza australiana que con sus congéneres. Según aparece recogido en:

«Beetles on the Bottle: Male Buprestids Mistake Stubbies for Females (Coleoptera),» D.T. Gwynne, and D.C.F. Rentz, Journal of the Australian Entomological Society, vol. 22, , no. 1, 1983, pp. 79-80; y «Beetles on the Bottle,» D.T. Gwynne and D.C.F. Rentz, Antenna: Proceedings (A) of the Royal Entomological Society London, vol. 8, no. 3, 1984, pp. 116-7.

En Física: Para Philippe Perrin, Cyril Perrot, Dominique Deviterne, Bruno Ragaru y Herman Kingma que determinaron por qué se marean los lanzadores de disco y no así los de martillo.

«Dizziness in Discus Throwers is Related to Motion Sickness Generated While Spinning,» Philippe Perrin, Cyril Perrot, Dominique Deviterne, Bruno Ragaru and Herman Kingma, Acta Oto-laryngologica, vol. 120, no. 3, March 2000, pp. 390–5.

En Matemáticas. Para una grupo de personas que han predicho en alguna oportunidad el Fin del Mundo: Dorothy Martin (de Estados Unidos), que predijo que el mundo acabaría en 1954; Pat Robertson (de Estados Unidos), que predijo que terminaría en 1982; Elizabeth Clare Prophet (de Estados Unidos), que fijó esa fecha en 1990; Lee Jang Rim (de Korea), que profetizó el fin del mundo en 1992; Credonia Mwerinde (de Uganda), que sostuvo que el fin del mundo ocurriría en 1999; y Harold Camping (de Estados Unidos) que emplazó el fin de los tiempos en 1994 y más tarde el 21 de octubre de 2011. El premio se lo conceden por enseñarle al mundo a ser cuidados cuando se realizan cálculos cálculos matemáticos predictivos.

A la Paz: Para Arturas Zuokas, alcalde de Vilnius, capital de Lituania, que demostró que se puede solucionar el problema de los vehículos mal aparcados aplastándolos con una tanqueta.

En Seguridad Pública. Para John Senders de la Universidad de Toronto, Candá por la realización de una serie de experimentos en el cual una persona conduce un automóvil por una autopista mientras bajan y suben un visor que le impide ver.

«The Attentional Demand of Automobile Driving,» John W. Senders, et al., Highway Research Record, vol. 195, 1967, pp. 15-33. VIDEO

Una vez más los promotores de los Premios IgNobel muestran un elevado sentido del humor. Para mayor información al respecto puede visitar el siguiente link:

http://www.improbable.com/ig/winners/

"Cuando la ciencia da ganas de reír"

Ciencia y humor suelen ser términos mutuamente excluyentes para el grueso de la población que se imagina los científicos como gente de lentes y batas blancas con el ceño fruncido pegado a un extremo del microscopio o resolviendo complejos problemas matemáticos.

Sin embargo, uno de los autores científicos más famosos del mundo, Isaac Asimov, aseguraba que «la frase que anuncia los nuevos descubrimientos en la ciencia no es «!Eureka!» sino «!qué cómico!».

Asimov, bioquímico de formación, es más conocido por su monumental obra de ciencia ficción y sus centenares de libros de divulgación científica, que han sido para millones de personas la vía para iniciarse en los misterios de la ciencia.

Pero entre los más de 500 libros que escribió están «El Tesoro del Humor» y «Asimov ríe de nuevo» en los que se dedicó a contar chistes y anécdotas divertidas y dar hasta sugerencias de cómo contarlas.

Esa aproximación más ligera a lo científico para comunicarse mejor con el público general es tan importante que la Asociación Estadoundiense para el Avance de la Ciencia (AAAC, por sus siglas en inglés) le dedicó un espacio en su convención anual que se realiza este fin de semana en la capital, Washington.

Comedia científica

 

El tema atrajo mucho la atención de docenas de participantes de la convención –académicos, investigadores y científicos- que rebasaron la capacidad de la sala de conferencias en la que se iba a ofrecer una charla titulada «La ciencia de la comedia, comunicando con humor».

Los asistentes con los que pudo hablar BBC Mundo confesaron que fueron porque les pareció un tema «raro» para la convención, en la que miles de investigadores de Estados Unidos y varias partes del mundo se reunen para compartir los resultados de sus trabajos.

La curiosidad de algunos era saber cómo era posible comunicar contenidos e investigaciones científicas usando el humor sin que se corra el riesgo de trivializar los temas.

«Los científicos hablan de tópicos que la audiencia general encuentra casi esotéricos. Así que una presentación seca puede fallar en comunicar tu mensaje», le dijo a BBC Mundo, Brian Malow, el comediante encargado de dictar la charla.

«Yo puedo ayudar a que se suelten y se relajen. Que piensen en el lenguaje que la audiencia entiende. No sugiero que pongas una sarta de bromas», explicó Malow, quien se define como «comediante-científico»

Cuando no realiza las rutinas cómicas de las que vive, Malow dicta seminarios y talleres a asociaciones profesionales y universidades para «entrenar científicos» en la mejora de sus comunicaciones, aunque no necesariamente ponga siempre tanto énfasis en el uso del humor.

Tiburones que dan risa

Los temas de la ciencia suelen ser insondables, herméticos para el público general, o apocalípticos, con alarmistas teorías sobre desequilibrios mundiales o peligros inminentes. Eso hace aún más dificil enfocarlos con una luz más ligera o graciosa.

«El problema es que mucho de los problemas de nuestra sociedad están enraizados en la ciencia, como la pérdida de la biodiversidad o el cambio climático», le dijo a BBC Mundo, Andy Torr, del departamento de comunicaciones de la Universidad de Columbia Británica, en Canadá.

«El humor es una herramienta para comunicar estos asuntos y explicarlos de una manera que sea relevante para la gente. Y esa es la premisa de la comunicación. Tienes que empezar con lo que es relevante para el público. Poder contarles un cuento».

Torr, quien daba clases de conservación marina en la Universidad de Vancouver, recuerda que cuando hablaba de tiburones solía encontrarse con la creencia firme de que los escualos son depredadores asesinos que comen gente.

«Cuando le preguntaba a los asistentes qué pensaban cuando se hablaba de tiburones, inevitablemente todos decían: Tiburón, la película», explicó Torr, quien aprovechaba el momento humorístico cuando se empezaba a tararear la musiquita característica de la famosa cinta.

Según Torr, una vez ganada la atención de la audiencia, era más fácil hablar de la importancia de los tiburones para el ecosistema, el hecho de que están desapareciendo y el significado que tendrá eso para el futuro de los océanos.

Habilidades de comunicación

La expectativa de Malow no es que a partir de su charla los académicos salgan a dar cátedras llenas de trucos humorísticos, en parte porque reconoce que ese podría ser un desastre comunicacional, ya que no todos tienen las habilidades para contar los chistes.

«Yo no diría que la comunidad científica carece de humor. Ese es el estereotipo» afirmó Malow, pese a que varias intervenciones de asistentes motivados durante su charla podrían servir para reforzar el preconcepto.

Sin embargo, más allá de los estereotipos, Malow considera que entre la comunidad científica hay grandes comunicadores, capaces de hablar sobre su trabajo de manera interesante que «han mantenido su capacidad infantil de maravillarse con el mundo»

Sólo se trata de saber comunicarlo con las mejores herramientas disponibles.

Tomado de:

BBC Mundo – Noticias – Cuando la ciencia da ganas de reír.