A plena mañana arribamos al IPU Rafael María de Mendive, en los alrededores del casco histórico santiaguero, a un lado de la hermosa Sala de Conciertos Dolores.
Todavía ensimismados en la hermosa arquitectura del restaurado inmueble, sucesor de un pasado también académico, subimos unas interminables escaleras hasta llegar a un aula donde esperaban, inquietos como sus años adolescentes, jóvenes estudiantes del duodécimo grado.
Enfrentarse a esos rostros lampiños, dubitativos y a la vez retadores, puede parecer una «locura», pero cuando se descubre tras los aires de suficiencia, ese interés por lo desconocido, esa curiosidad que aún no los abandona, el reto es aceptado con alegría y el intercambio surge ameno.
Convocados por la Delegación Provincial del CITMA en Santiago de Cuba y la Dirección de la institución docente, llegamos con la misión de contribuir a la orientación vocacional de jóvenes que en apenas unos meses se enfrentán a los exámenes de ingreso a la Educación Superior, con todo el anhelo de vencer esa última prueba antes de alcanzar el sueño tal vez durante mucho tiempo acariciado, de recorrer los pasillos de los centros universitarios de nuetsro país.
Desde la labor del CNEA, con su incidencia en diversas ramas de la ciencia, se les mostró a los jóvenes nuevos horizontes para especialidades a las cuales muchos aspiran pero con una idea sesgada del futuro laboral que les depara.
De la mano del MSc Douglas Deás, los estudiantes preuniversitarios, por momentos totalmente absortos en lo que se les narraba, se adentraron en las posibilidades del uso de los campos electromagnéticos en diversas ramas del saber científico-técnico y, a la vez, aprendieron sobre la importancia del trabajo multidisciplinar en las ciencias.
Muchas preguntas nacieron del encuentro, otras quedaron en las mentes intranquilas de los adolescentes; pero la experiencia del intercambio con una generación del mañana, vuelve a dejar en los protagonistas todo el regocijo del aprendizaje mutuo.