La imagen del científico encerrado en su laboratorio y desentendido de la realidad ya no va más. La nieta de la célebre física Marie Curie, Hélene Langevin Joliot, sostiene que “los científicos deben ocuparse del uso que se le dan a sus descubrimientos. Y la sociedad debe participar en las decisiones”.
Langevin Joliot tiene 83 años y también es física como su abuela. Trabajó en los inicios de su carrera en el laboratorio que habían abierto sus padres, Irène Joliot-Curie y Frédéric Joliot-Curie, en el Instituto de Física Nuclear, en Orsay, Francia, y hoy pertenece al cuerpo de asesores científicos del gobierno francés.
Se ha dedicado a difundir el legado de su familia, y a la promoción del rol de la mujeres en la ciencia.
Esta semana, la física –nacida en París– estuvo en Buenos Aires para dar conferencias y participar en los festejos por los 80 años del Hospital de Oncología Marie Curie de Capital. Fue declarada visitante ilustre de la Ciudad por la Legislatura porteña.
La mujer, que aceptó una charla con periodistas en un despacho del hospital, insiste con la responsabilidad social de los científicos: “Un investigador no puede sólo decir: ‘Miren lo que encontré’.
Como decía mi abuelo Pierre Curie, en manos de criminales, el radio puede ser muy peligroso ”. El radio es uno de los elementos químicos que Marie y Pierre Curie descubrieron en 1898, y que sirvió para el desarrollo de tratamientos contra el cáncer, entre otras aplicaciones.
Vivaz y amable, la nieta cuenta que ella misma se involucró desde su juventud en el movimiento pacifista para evitar el desarrollo de armas atómicas (aunque con poco éxito). Ahora, tras las explosiones en la planta nuclear de Fukushima después del terremoto y el tsunami que sacudieron a Japón, la física opina: “Se impone la reflexión sobre la energía nuclear. Aunque hay que tener en cuenta que los efectos sobre las vidas de las personas de las explosiones en la planta nuclear son mucho menores al impacto del terremoto y el tsunami en sí mismos” .
A Langevin Joliot también le preocupa que la sociedad en general entienda la actividad científica. “Generalmente se dice que tenemos ciencia por todos lados, pero la realidad es que la mayoría de la gente recibió educación e incluso fue a la universidad pero se ha olvidado sobre el método científico”.
En su memoria hay pocos recuerdos de su abuela Marie Curie cuando estaba viva. “Yo era chica y no la veía como una persona famosa. Sé por mis padres que era muy curiosa. Ella era la organizada, y mi abuelo Pierre era más soñador”. Cuenta que tiempo atrás su familia decidió donar todos los materiales que poseían de la abuela a la principal biblioteca de Francia , y se dieron cuenta que debían hacerles un análisis: “Todos los papeles estaban contaminados. Estuvieron un año en cuarentena, y después los donamos” . Ella se ocupó de recopilar las cartas entre su abuela y su madre en un libro que fue publicado en enero pasado, como parte de las celebraciones del Año Mundial de la Química, en homenaje a los 100 años de la entrega del segundo premio Nobel a Marie Curie.
Cuando se le pregunta por qué eligió la física nuclear, contesta que era la disciplina que más rápido avanzaba en la época de su adolescencia”. Nunca se arrepintió.
Estuvo casada con un físico nuclear, Michel Langevin, con quien tuvo un hijo que hoy es astrofísico.
A los jóvenes, la mujer les aconseja: “No sigan una carrera porque está únicamente de moda. Sólo sigan una carrera porque les apasiona. Y si eligen la física, hay que evitar la competencia agresiva con los colegas. La investigación es una actividad demandante, pero el éxito se logra con el balance entre la vida personal y familiar , los papers y la responsabilidad como científico y ciudadano”.
Tomado de Clarín.com: “Los científicos deben ocuparse del uso que le dan a sus descubrimientos”.
Langevin Joliot tiene 83 años y también es física como su abuela. Trabajó en los inicios de su carrera en el laboratorio que habían abierto sus padres, Irène Joliot-Curie y Frédéric Joliot-Curie, en el Instituto de Física Nuclear, en Orsay, Francia, y hoy pertenece al cuerpo de asesores científicos del gobierno francés.
Se ha dedicado a difundir el legado de su familia, y a la promoción del rol de la mujeres en la ciencia.
Esta semana, la física –nacida en París– estuvo en Buenos Aires para dar conferencias y participar en los festejos por los 80 años del Hospital de Oncología Marie Curie de Capital. Fue declarada visitante ilustre de la Ciudad por la Legislatura porteña.
La mujer, que aceptó una charla con periodistas en un despacho del hospital, insiste con la responsabilidad social de los científicos: “Un investigador no puede sólo decir: ‘Miren lo que encontré’.
Como decía mi abuelo Pierre Curie, en manos de criminales, el radio puede ser muy peligroso ”. El radio es uno de los elementos químicos que Marie y Pierre Curie descubrieron en 1898, y que sirvió para el desarrollo de tratamientos contra el cáncer, entre otras aplicaciones.
Vivaz y amable, la nieta cuenta que ella misma se involucró desde su juventud en el movimiento pacifista para evitar el desarrollo de armas atómicas (aunque con poco éxito). Ahora, tras las explosiones en la planta nuclear de Fukushima después del terremoto y el tsunami que sacudieron a Japón, la física opina: “Se impone la reflexión sobre la energía nuclear. Aunque hay que tener en cuenta que los efectos sobre las vidas de las personas de las explosiones en la planta nuclear son mucho menores al impacto del terremoto y el tsunami en sí mismos” .
A Langevin Joliot también le preocupa que la sociedad en general entienda la actividad científica. “Generalmente se dice que tenemos ciencia por todos lados, pero la realidad es que la mayoría de la gente recibió educación e incluso fue a la universidad pero se ha olvidado sobre el método científico”.
En su memoria hay pocos recuerdos de su abuela Marie Curie cuando estaba viva. “Yo era chica y no la veía como una persona famosa. Sé por mis padres que era muy curiosa. Ella era la organizada, y mi abuelo Pierre era más soñador”. Cuenta que tiempo atrás su familia decidió donar todos los materiales que poseían de la abuela a la principal biblioteca de Francia , y se dieron cuenta que debían hacerles un análisis: “Todos los papeles estaban contaminados. Estuvieron un año en cuarentena, y después los donamos” . Ella se ocupó de recopilar las cartas entre su abuela y su madre en un libro que fue publicado en enero pasado, como parte de las celebraciones del Año Mundial de la Química, en homenaje a los 100 años de la entrega del segundo premio Nobel a Marie Curie.
Cuando se le pregunta por qué eligió la física nuclear, contesta que era la disciplina que más rápido avanzaba en la época de su adolescencia”. Nunca se arrepintió.
Estuvo casada con un físico nuclear, Michel Langevin, con quien tuvo un hijo que hoy es astrofísico.
A los jóvenes, la mujer les aconseja: “No sigan una carrera porque está únicamente de moda. Sólo sigan una carrera porque les apasiona. Y si eligen la física, hay que evitar la competencia agresiva con los colegas. La investigación es una actividad demandante, pero el éxito se logra con el balance entre la vida personal y familiar , los papers y la responsabilidad como científico y ciudadano”.
Tomado de Clarín.com: “Los científicos deben ocuparse del uso que le dan a sus descubrimientos”.