A partir del próximo 9 de septiembre podrá estar, una vez más, al borde de una guerra de proporciones catastróficas si, en definitiva, prevalece el odio, la avaricia y la hipocresía, sobre la razón común y el bienestar de la especies de la tierra, en especial el Homo sapiens. En esta ocasión, la amenaza no se centra sobre un único país, aunque los grandes medios de prensa coloquen a Irán y su proyecto nuclear como el objeto de la discordia; sino que, el inevitable uso de armas nucleares, de un poder enormemente superior a las lanzadas hace más de 60 años sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, amenazan con asestar un duro golpe al planeta que nos sostiene, del cual no sabemos cómo habremos de salir.
En una oportunidad, el genial físico y premio Nobel de Física en 1921, Albert Einstein, advirtió sobre las consecuencias del uso de la energía nuclear como arma, al decir que no sabría con qué armamentos se desarrollaría la Tercera Guerra Mundial, pero que en la cuarta se utilizarían palos y piedras.
En los últimos meses, el compañero Fidel ha venido advirtiendo al mundo sobre la necesidad de evitar el conflicto en el Medio Oriente, el cual, debido a los países involucrados, será de naturaleza nuclear, con nefastas consecuencias para la vida en el planeta. Una vez más, como manifetsó Fidel en su Mensaje a los estudiantes universitarios de Cuba, “le ha correspondido a Cuba la dura tarea de advertir a la humanidad del peligro real que está confrontando”.
Nosotros, como trabajadores de la ciencia en Cuba, nos unimos al llamado de PAZ lanzado por Fidel y respaldado ya por muchos intelectuales y personas del mundo. Unamos nuestras voces para preservar la vida en el planeta. Reclamemos el derecho de nuestros hijos y nietos de habitar un planeta saludable.
¡El CNEA también reclama la PAZ!