José Tey Saint-Blancard, Pepito

JOSE TEY SAINT – BLANCARD (PEPITO)

José Tey, aquel joven que caería en combate dos días antes de cumplir 24 años de edad, de carácter sumamente inquieto, de entrañables relaciones humanas y solidarias, y quien tenía entre sus principales rasgos de carácter la exigencia y grandes dotes para convencer mediante el análisis de las situaciones al resto de sus compañeros, había nacido el 2 de diciembre de 1932, en la calle Santa Lucía No 100, en Santiago de Cuba. Era el mayor de dos hermanos.

Con el examen de ingreso a la Escuela Normal para Maestros de Oriente culminaron en 1949 los estudios de enseñanza primaria y secundaria, iniciados en un kindergarten en Santa Clara. Hasta el cuarto grado estuvo en el colegio Hermanos Maristas de Camagüey, para ingresar luego en el colegio La Salle de Santiago de Cuba, donde le impartieron 5to y 6to grado. Después pasaría a la escuela superior No 5, donde cursa el 7mo y 8vo grado.

Después de su regreso a Santiago, su presencia la encontramos siempre girando en torno a la histórica placita de Santo Tomás; sus amigos mas cercanos eran los muchachos del barrio, de la zona de Habana, entre Sto. Tomás y San Pedro.

Leía y estudiaba incansablemente a Martí, citándolo con orgullo; seleccionaba sus pensamientos y los tenía presentes para aplicarlo a la problemática cubana; también se inclinaba por el teatro, a tal punto que formó un grupo de vida muy efímera pero que el pueblo santiaguero recibió con gusto de sus actores aficionados el mensaje valiente de protesta, a través de los libretos de la realidad social. Además, amó con intensidad el deporte, practicando el béisbol, el baloncesto y los de campo y pista, llegando a competir con equipos de la Habana en representación de los estudiantes orientales.

Se opuso al golpe del 10 de marzo de 1952, participando junto a Frank en cuantas actividades y grupos de oposición al gobierno de facto del general Fulgencio Batista, se organizaron a partir de ese día.

Desde muy joven hizo causa común con los humildes dedicando principal interés a la situación del campesinado y la discriminación a los negros. En este sentido decía: “Cuando se acabe esto, cuando tumbemos a Batista voy a llevar a todos los negritos de Los Hoyos a bañarse en la piscina esa del Ciudamar Yacht Club”. Al decir de Léster Rodríguez, Pepito era muy de izquierda y junto con Frank muy apegado también a la situación de los campesinos pobres. Pepito estaba muy relacionado con la causa proletaria, en su condición de obrero ferrocarrilero, de ahí su defensa a favor de las demandas de ese sector  en los actos del primero de mayo y como profesor en la escuela para obreros Rafael María Mendive de la Universidad de Oriente, entre otras acciones.

Pero es a partir del asalto al cuartel Moncada el 26 de julio de 1953, en que junto a Frank expresó su solidaridad y denunció los crímenes cometidos en contra de los participantes, que se consolida la concepción de la lucha armada que ya tenía  y que lo llevó a involucrase junto a este en diversos proyectos insurreccionales.  En septiembre de 1953, inicia los estudios de pedagogía en la Universidad de Oriente, siendo a la vez maestro de tercer grado del colegio La Salle y miembro ejecutivo del Colegio de Maestros. Fue electo presidente de la Asociación de Alumnos de su escuela en las elecciones estudiantiles y luego por reglamento accedió al cargo de presidente de la FEUO para el período de 1953-1954. Durante esa etapa, la Federación experimentó una radicalización en sus posiciones frente al régimen, esta intensa actividad le valió constantes amenazas de muerte  y a finales de 1954 sus padres gestionaron su salida para Estados Unidos donde permaneció solo un mes. Era tal el prestigio y la moral de Pepito luego de su salida de la dirección de la FEUO, ocupó la presidencia de Bloque Estudiantil Martiano en la Universidad de Oriente, responsabilidad que ocupaba cuando pronunció un histórico discurso el 27 de noviembre de ese año, en que citaba textualmente partes del alegato de autodefensa de Fidel.

Vilma Espín lo recuerda como un joven alegre y jovial, típico carácter del criollo extrovertido en el que la broma constante se une al gusto del baile, de las fiestas, en ese ser menudo y delgado.

Junto a Frank País, crea Acción Revolucionaria Oriental- Acción Nacional Revolucionaria que luego se fusionó con el Movimiento 26 de Julio creado por Fidel a la salida de la cárcel. No fue sólo su lugarteniente, lo que se puede apreciar cuando días antes de marchar Frank a México en 1956 para entrevistarse con Fidel este expresó: “cuando no me puedan ver, vean a Pepito, que es como verme a mí”.

Entre sus rasgos políticos resalta la necesidad que vio de imprimir a la lucha contra la tiranía una concepción unitaria de todos los sectores verdaderamente opositores y cuyos principios no estuvieran manchados con los intereses explotadores, que en este sentido procedió en cuanto al Directorio Revolucionario.

En su condición de presidente de la FEU(O) viaja a La Habana y se entrevista con José Antonio Echeverría con quien se identificó por coincidir en ellos la inteligencia, el valor y las concepciones correctas de lucha. José Antonio como máximo dirigente de la FEU entregaría a PEPITO cierta cantidad de armas que servirían a la ANR para realizar acciones en Santiago. En el año 1955, frente a la Universidad de Oriente fue incendiado un ómnibus, a causa de lo cual estuvo detenido Pepito junto a otros compañeros, fugándose de la estación de policía con gran naturalidad y aplomo frente a sus propios captores. Con igual firmeza actuó cuando al ser sorprendido por un sereno en los momentos en que pintaba letreros del M – 26 – 7 en la calle Enramadas le dijo que pintaba “Viva Fidel, Abajo Batista” le dio su nombre, su dirección y le solicitó que se fijara bien en su cara para cuando volvieran a verse.

Pepito fue uno de los principales organizadores de las acciones armadas del 30 de noviembre en Santiago de Cuba, no por gusto fue designado por Frank para dirigir el grupo que atacaría la estación de la Policía Nacional. Ese día, a la vanguardia de su grupo, armado de un fusil M1 y desde una posición no favorable del todo para el ataque, a causa de la mayor altura d las edificaciones de la jefatura de la policía que los esbirros defendían, avanzó Pepito y fue alcanzado por el fuego enemigo. Allí caerían para siempre unidos, como en vida estuvieron, el combativo Tony Alomá, el valiente Otto Parellada y Pepito Tey, uno de los valores más altos de esta generación de mártires.

 

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