A propósito de la celebración, mañana día 22 de abril, del Día de la Tierra, les presentamos este artículo escrito por la DrC Liliana María Gómez Luna especialmente para el cuarto número del Boletín Interno del CNEA .
El 22 de Abril se celebra el día dela Tierra. Undía… sólo un día de celebración, algo simbólico, aunque en realidad debemos dedicarle un pensamiento y una acción diariamente a nuestro planeta.
¿Qué se celebra exactamente? Cada 22 de abril celebramos el surgimiento del movimiento ambientalista moderno. Fue en 1970, cuando 20 millones de norteamericanos tomaron las calles, los parques y los auditorios para manifestarse por un ambiente saludable y sustentable, por eso se instauró la celebración, con el nombre de ¨El día de La Tierra¨. En aquel año, se logró el apoyo de políticos de distintas tendencias, ricos y pobres, citadinos y granjeros, magnates y líderes sindicales. Ese día condujo además a la creación de la Agencia de Protección al Medio Ambiente de Estados Unidos y a la aprobación de leyes relacionadas con el aire limpio, el agua limpia y la conservación de especies en peligro de extinción. A partir de entonces, cada año en esta fecha, el mundo entero reflexiona y se moviliza por una Tierra mejor, aunque la celebración tuvo sus altas y sus bajas.
Lejos de ser algo formal, o una oportunidad para demostrar cierto interés por temas ambientales, sin una conciencia real del escenario ambiental que vivimos hoy, debemos convertir este día en un espacio para la reflexión y la acción, sobre todo esta última. Hoy se hace necesario, más que nunca, promover conductas ambientales responsables, promover también el conocimiento sobre los ecosistemas y sus recursos, y resulta clave sensibilizar a tomadores de decisión. Debemos adoptar, todos, una actitud responsable, pero hay que acotar que la responsabilidad y la voluntad política pesan mucho en un “Día de la Tierra”.
Adoptar acciones y un modo de vivir ambientalmente responsable es por supuesto, un gran reto. Las responsabilidades van desde lo individual a lo colectivo, desde una calle a una nación, o hasta una región. La concientización debe llegar a cada uno de los habitantes de este planeta, con el cual algunos han logrado vivir en armonía, pero la mayoría, a pasos de gigantes, han aprendido a irrespetar.
No voy a hablar de lo mal hecho, sino de las acciones simples que podemos hace cada día. La lista de prácticas sensatas es extensa: evitar ruidos molestos, ahorrar agua, electricidad, generar menos basura, reciclar, realizar elecciones correctas sobre el combustible que se usa en los autos, pero mejor, utilizar alternativas viables para contribuir con la disminución de la contaminación ambiental, evitar trasladar especies de una región a otra; no contribuir con el tráfico de estas; clasificar la basura para su depósito en lugares específicos, según sus características y riesgos; no mantenerse inmutable ante un problema ambiental cuya solución esté a nuestro alcance; predicar con el ejemplo, para formar nuevas generaciones ambientalmente responsables. El gran problema es el modelo de desarrollo culturalmente impuesto… ¿quién no quiere un auto propio, o traer una planta o una mascota exótica a un hijo? ¿quién está dispuesto a cambiar su auto privado por una alternativa pública o por una bicicleta? ¿quién si puede ,rehusaría a tener una piscina en casa? Podemos hacernos miles de estas preguntas; difícil es encontrar una respuesta que justifique cada uno de nuestros actos o maneras de pensar.
La Tierra, este planeta que habitamos surgió hace más de 4 500 millones de años; mide de polo a polo unos 12 713 kmde diámetro y un poco más por el Ecuador (12 756 Km). Su superficie terrestre nos sostiene (aproximadamente 510 millones de Km2); somos aproximadamente unos 6 000 millones de personas, y la mitad de nosotros tiene menos de 25 años. Por si fuera poco, la Tierra nos provee agua, cuyo volumen total se estima en unos 1 420 millones de Km3, incluyendo la contenida en ríos, lagos, hielos, océanos, la atmósfera y el subsuelo. Tiene grandes montañas, como el Monte Everest con8 848 m y enormes depresiones, comola del Mar Muerto, un mar interior cuya superficie está a399 m bajo el nivel del mar. Una fauna y una flora muy rica, aunque se pierden decenas de especies por día. De manera singular este planeta posee esos espacios perfectos para el asentamiento de grandes y vistosas ciudades: las costas, en las que vivimos, admirando sus valores estéticos o preocupados por su degradación, mientras la Tierra gira y gira, parsimoniosa, sobre sí misma en 23 horas, 56 minutos y 4 segundos, demarcándonos nuestros días y alrededor del sol, para lo que emplea 365 días, 6 horas, 9 minutos y 9 segundos, lo que para nosotros es un año.
El fundador del Día de la Tierra, Gaylord Nelson, dijo una frase que pasó a la historia, pero es bueno leerla una y otra vez y entenderla: «No olviden nunca, si quieren que la nación tome grandes decisiones sobre aspectos políticos, que el pueblo es la fuente del poder. Con él pueden hacer cualquier cosa, sin él, nada». Gaylord Nelson, entonces Senador por Wisconsin y por mucho tiempo conservacionista, fue una de las personas que entendió que los métodos desarrollados para la protesta contra la guerra bien podían ser eficaces en otras esferas.
«En aquel momento», escribió Nelson, «había gran descontento en las universidades a causa de la guerra en Vietnam. Se realizaron protestas denominadas clases anti guerra a lo largo de los centros educativos de toda la nación y en un vuelo desde Santa Bárbara a la Universidad de California en Berkeley, leí un artículo sobre tales clases; de pronto se me ocurrió la idea: ¿Porqué no dar una clase nacional sobre medio ambiente? he aquí el origen del Día de la Tierra». Regresó entonces a Washington en agosto del 1969 y empezó a promover el Día de la Tierra entre gobernadores, alcaldes de las principales ciudades, editores de periódicos universitarios y, lo que es más importante, enla Revista Académica, que circulaba en las escuelas primarias y secundarias de todo el país. En septiembre, Nelson anunció formalmente que haría una clase nacional sobre medio ambiente en la primavera de 1970. Posteriormente, narró lo que sucedió:
«Los servicios por cable difundieron el artículo por todo el país. La respuesta fue increíble. Actuó como los funcionarios que reprimen el crimen organizado. Telegramas, cartas y llamadas telefónicas llovieron de todo el país. Con la ayuda del personal del Senado, llevé a cabo actividades relativas al Día de la Tierra, fuera de mi oficina. Para diciembre, el movimiento se había expandido tan rápidamente que se hizo necesario abrir una oficina en Washington para servir de Centro Nacional de Distribución de Información y atender las preguntas y actividades concernientes al Día dela Tierra. Eneste punto, contraté a Denis Hayes y otras personas para coordinar el esfuerzo. El Día de la Tierra alcanzó lo que yo ansiaba. El objetivo consistió en demostrar una inquietud tan grande por el ambiente a nivel nacional, que sacudiera la arena política. Fue una jugada riesgosa, pero funcionó. Unos veinte millones de personas participaron en manifestaciones pacíficas en todo el país. Diez mil escolares y liceístas, dos mil colegios universitarios y mil comunidades tomaron parte. Realmente fue una asombrosa explosión popular. La gente se preocupaba y el Día de la Tierra se convirtió en la primera oportunidad que jamás habían tenido para unirse en una manifestación nacional que enviara un gran mensaje a los políticos: el mensaje de que despertaran e hicieran algo¨.
Han pasado muchos años y el escenario ambiental sigue el curso que predijola bióloga Rachel Carlsonen su ¨Primavera silenciosa¨. Hay quien tilda de apocalípticos los augurios porque confían en la resiliencia de la Tierra; pero un futuro sin trinos ni colores puede estar muy cerca si sólo consideramos la necedad humana. La concientización ambiental ha sido lenta y el apoyo total de las naciones es aún una utopía. La máxima martiana de que la mejor manera de decir es hacer, puede muy bien aplicarse a todo lo concerniente al medioambiente.
Una legislación federal revolucionaria sucedió al éxito del primer Día dela Tierra. En1970 se creó la Agencia de Protección Ambiental, seguida por la Ley del Aire Limpio, yla de Aguas Limpiasde 1972, así como la Ley de Especies en Peligro de Extinción de 1973; a partir de entonces han sido miles las iniciativas por hacer más habitable el planeta y respetar las leyes que rigen su equilibrio.
El Día de la Tierra desapareció por un buen tiempo. Aún cuando continuaron las celebraciones anuales, no lograron equiparar el tamaño y entusiasmo del primer año. Este se había convertido en una reliquia de las protestas de principios de los años 1970; vino entonces la labor de las ONGs (Organizaciones No Gubernamentales). Grupos como Greenpeace, formado en Canadá en 1971, adaptó los principios de la desobediencia civil no violenta para crear consciencia pública en torno a la menguante población de ballenas y los riesgos de la energía nuclear. Nature Conservancy, creada en 1951, retomó, a principios de los setenta la idea de la preservación de la diversidad natural y comenzó a comprar tierras sin desarrollar para la preservación dela naturaleza. Institucionesvenerables como Sierra Club yla Sociedad Nacional Audubonentablaron procesos enérgicos contra compañías de explotación forestal, a fin de desacelerar la destrucción de bosques. Las ONGs, financiadas mediante aportes públicos y conformadas por abogados y educadores, así como científicos y naturalistas, se volvieron vigilantes enérgicos del medio ambiente, al tiempo que educaban a personas de diferentes sectores sociales y enjuiciaban a compañías y gobiernos para obligarlos a cumplir con la legislación.
En muchos países se comenzó a reciclar, a clasificar la basura; llegó la idea de la gestión ambiental empresarial y del coste ambiental de los productos del mercado. Las corporaciones, bastante conscientes de los deseos del consumidor y del marco de referencia de las ganancias, comenzaron a promover los llamados productos ecológicos; algunas sufrieron transformaciones radicales, otras se quedaron en el slogan para mejorar las ventas. Lo más importante fue la adopción por muchas empresas de prácticas comerciales que aumentaban la eficiencia y disminuían la cantidad de desechos industriales.
En 1990, el Día de la Tierra fue retomado, iniciativa liderada por Denis Hayes, quien fuera el organizador principal del primer Día dela Tierra. Peroesta vez fue internacional, y abarcó empresas, minorías étnicas y funcionarios públicos. Más de 200 millones de personas en todo el mundo, diez veces más que en 1970, participaron en actividades que reconocían que el medio ambiente había pasado a ser, finalmente, tema de interés público y universal. El impulso global continuó en 1992 en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED), celebrada en Río de Janeiro, Brasil, donde un número sin precedentes de gobiernos y ONGs elaboraron documentos, claves para el desarrollo sustentable de las economías.
En1995, a 25 años del primer Día de la Tierra se evaluó el progreso ambiental del último cuarto de siglo. En los países occidentales, las noticias parecían buenas: el aire y el agua estaban más limpios, los bosques se expandían y muchos indicadores ambientales también iban en ascenso. Sin lugar a dudas, la combinación en ocasiones volátil de legislación, juicios entablados por las ONGs, educación pública y prácticas comerciales más eficientes, había logrado un efecto notable y positivo en el estado del medio ambiente, pero no todas las noticias eran positivas. Al contrario de lo que se explicaba en The New Yorker,la revista Environment, dirigida por una ONG, ofreció una evaluación sombría: «El Día de la Tierra… ni ha generado una ciudadanía permanentemente activa, ni ha transformado el malestar general que socava la fe en la responsabilidad democrática. Aunque el movimiento ecologista ha hecho grandes avances desde 1970, institucionalmente, así como en la consciencia pública, la seguridad del medio ambiente y la disposición de necesidades fundamentales para todos, sigue siendo hoy más evasivo que hace 25 años».
Y es que las actividades no pueden quedarse en la organización de una Ecoferia de comida, música, exhibiciones y varios foros sobre temas ambientales, como se hace en Idaho; o en programas educativos para niños y adultos, y paseos por parajes naturales; o en la organización de un megafestival, como se hace en el Condado de Contra Costa, cerca de California, donde se ubican tres escenarios con música en vivo, áreas temáticas sobre pronóstico del tiempo, aves en peligro de extinción y automóviles eléctricos, así como cantidad de comida ambientalmente sana; donde asisten más de 20 000 personas. El día de la Tierra es cada día y lo más importante es la actitud de cada uno de nosotros. Olvidamos que la Tierra, como bien afirmó Gandhi, nos da todo lo que necesitamos, pero no todo lo que codiciamos.
El Día de la Tierra, que empezó en 1970 como un movimiento de protesta, ha evolucionado hacia una celebración global del medio ambiente y de nuestro compromiso con su protección. Su historia refleja el crecimiento de la consciencia ambiental en el transcurso del último cuarto de siglo, y el legado del Día de la Tierra es la evidencia inequívoca de que el medio ambiente es objeto de inquietud universal, pero estoy más a favor de que se declare un siglo y no un día dela Tierra. Nodoy explicaciones, porque sólo hay que mirar alrededor o escuchar las noticias diarias para entender mi humilde reclamo, aún cundo tengo la fortuna de vivir en esta isla.