Las funciones de la ciencia en el modelo económico cubano (II)

Dr.C Agustín LagePor. Dr. C Agustín Lage. Director Centro de Inmunología Molecular

Ese no es el mundo actual. Hay una distancia grande y creciente entre los países industrializados y los subdesarrollados en cuanto a la producción de ciencia. Pero lo más importante es que la distancia es mayor en cuanto a la utilización de la ciencia. Los países del Sur, que tienen 81,7% de la población mundial, producen 32,4% de las publicaciones científicas, pero poseen solo 4,5% de las patentes. De los 59 millones de inmigrantes que, según se estima, viven en los países más desarrollados, 20 millones tienen educación superior.

Aun dentro de las economías domésticas de los países industrializados, se aprecia, en los últimos cincuenta años, una internalización de la actividad científica dentro de las empresas. La fracción de la inversión en ciencia financiada por estas es de 64% en Francia, 71% en los Estados Unidos y Alemania, y 79% en Japón. En los países del Sur ese proceso no ha ocurrido, y la actividad científica sigue siendo, en esencia, académica y sufragada mayoritariamente por el Estado. Sus resultados no se trasvasan a las empresas nacionales, y esa promoción de actividades científicas desorientadas no genera tecnologías socialmente valiosas. Solo multiplica información irrelevante y de difícil acceso.

La creación de valor depende, cada vez más, de un mejor uso del conocimiento; y, a su vez, de la fortaleza de los vínculos entre los diferentes actores del sistema nacional de innovación. Lo que explica el desarrollo industrial de la biotecnología en Cuba no es ciertamente una mayor inversión en investigación científica. El porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) que se dedica en Cuba a ciencia y técnica (0,72%) es inferior al de América Latina (1,09%). También lo son nuestras cifras de producción de literatura científica; y, de hecho, el financiamiento presupuestado a la investigación científica en la Isla, también sufrió los efectos del Período especial.

Lo que se construyó en el Polo científico a partir de los años 80 fue un sistema de conexión directa entre la investigación y la producción, con un ciclo económico de autofinanciamiento.

Centro de Inmunología Molecular, La Habana, Cuba
Centro de Inmunología Molecular, La Habana, Cuba

4. Las nuevas tecnologías requieren un nuevo tipo de empresa.

El principal resultado del Polo científico no es ninguna de sus vacunas, ni sus anticuerpos: es el tipo de organización económica. Si analizamos las instituciones de la Biotecnología cubana no como centros científicos (que también son), sino como organismos económicos, se dibuja el cuadro organizativo que la experiencia práctica fue construyendo:

  • Instituciones “a ciclo completo” de investigación-producción-comercialización.
  •  Orientación exportadora y actividad de exportación (y de importación de insumos) directa.
  • Sistema de gestión descentralizado que no es el clásico esquema empresarial, ni el de la unidad presupuestada.
  • Centros integrados en un sistema de potenciación mutua para las investigaciones, la producción y las negociaciones externas; y, a su vez, para la función social de sus productos en Cuba, fundamentalmente en el sistema de salud.
  •  Internalización de la investigación científica como parte de sus costos fijos, potenciada con los estudios que también se realizan en las instituciones cubanas que usan los productos.
  • Utilización de su potencial científico como palanca de negociación, valorizando en sus transacciones no solamente los productos, sino sus “activos intangibles”.

La organización productiva de la economía del conocimiento ya no puede construirse, como las industrias de mediados del siglo XX, alrededor de un producto o de una tecnología, porque estos cambian cada vez más rápido. Tiene que hacerse alrededor de una capacidad continua de crear y asimilar conocimientos que generen nuevos productos y nuevas tecnologías. De ahí proviene la necesidad de internalizar la investigación científica dentro de la organización productiva. En el lapso históricamente breve de treinta años de existencia de la industria biotecnológica cubana, algunos centros han debido cambiar varias veces el “producto líder” de sus exportaciones.

Viendo esta experiencia desde una perspectiva histórica, es un caso más de la regularidad de que las tecnologías muy novedosas raramente se insertan en las organizaciones ya existentes, sino que “crean” la suya propia. Así, hace siglos las nuevas tecnologías agrícolas “inventaron” la granja; la primera revolución industrial “inventó” la fábrica; y la segunda, sustentada en la electricidad y el petróleo, condujo a la administración científica industrial tal como hoy la conocemos. En el mundo actual, la creciente integración entre la ciencia y la producción comienza por laboratorios científicos en las industrias, pero termina por crear un nuevo tipo de organización productiva que introduce la investigación científica dentro de la cadena de valor, y la utiliza como activo en las negociaciones para la realización comercial del valor agregado. Este proceso de surgimiento de empresas de alta tecnología no es privativo de la biotecnología (aunque en Cuba haya empezado por ahí).

5. La Empresa de alta tecnología requiere un contexto regulatorio específico.

Las empresas surgen y se desarrollan no solo impulsadas por sus tecnologías y por las oportunidades de mercado; sino también promovidas o inhibidas por el contexto regulatorio en el que operan. Las regulaciones económicas se construyen en todos los países en función de determinados objetivos y valores prevalecientes en cada sociedad.

La atención directa de las instituciones biotecnológicas emergentes en Cuba, por la instancia superior de dirección del país (surgieron subordinadas al Consejo de Estado), y en muchos casos personalmente por el Comandante en Jefe, Fidel Castro, las protegió del posible efecto inhibidor de regulaciones concebidas con otro propósito y para otro tipo de emprendimiento.

En los últimos años, la capacidad de compra de Cuba en el exterior se ha movido alrededor de 20% del PIB. Aun asumiendo los riesgos de las extrapolaciones lineales a partir de los indicadores económicos, esta cifra sugiere que hay una pequeña parte de nuestra economía que opera en función de la demanda externa, mientras que el resto lo hace para la interna. Las organizaciones productivas que trabajan para el mercado externo generalmente tienen mayor productividad por hombre, aun calculando el ingreso en divisas como equivalente 1 a 1 al de moneda nacional. La diferencia sería aún mayor si se utilizase otra tasa de cambio que reflejara mejor el poder adquisitivo de la moneda. Las que producen para la demanda doméstica (numéricamente muchas más) han tenido en estos años, como ha sido públicamente criticado, y discutido en la Asamblea Nacional, baja productividad del trabajo.

Obviamente, no podemos regular ambos espacios económicos de la misma manera. Cuando se intenta disecar los objetivos de las regulaciones que la rigen, se ve más claramente esta dicotomía.

  • Para la mayor parte de la economía nacional lo más importante ahora es el incremento de la productividad del trabajo. Para los sectores exportadores que ya lo tienen, es el crecimiento del sector, de su volumen de actividad económica. Este crecimiento, aun si ocurriese a expensas de una menor reducción de la productividad por hombre, incrementaría la de la media nacional.
  •  Para la mayor parte de la economía nacional el “cuello de botella” del crecimiento está hoy en la producción. La demanda doméstica no está saturada para la gran mayoría de los productos; pero para los sectores exportadores frecuentemente no es la capacidad de producción, sino la penetración en mercados externos.
  • Para la mayor parte de la economía nacional es muy importante el ahorro y la reducción del costo unitario de sus operaciones. En los sectores exportadores que están llamados a crecer es más importante el costo de oportunidad, en cuanto al mercado, que perdemos por dejar de hacer algo; y las operaciones que abren mercados pueden tener sentido aun si aumentan el costo unitario (por supuesto, dentro de la rentabilidad).
  • En los sectores que operan en función de la demanda doméstica, la planificación socialista puede decidir su satisfacción, los precios internos, y los estándares técnicos de los productos. En los sectores exportadores, ninguno de estos tres aspectos están bajo nuestro control y, muy frecuentemente, aparecen oportunidades y problemas imprevistos.

La conclusión es que un conjunto de regulaciones que introduzca presiones para el incremento constante de la productividad (por ejemplo, vinculándola al salario), y para la reducción continua del costo unitario, será sin dudas conveniente para la mayor parte de la economía nacional, pero puede resultar corrosivo para los sectores emergentes exportadores de alta tecnología. La tendencia mundial en estos sectores ha sido, y seguirá siendo, al incremento de los “costos fijos”, dados por la investigación científica, el desarrollo de nuevos productos y la evolución de los estándares de calidad. Esta tendencia hay que asumirla y enfrentarla subsumiendo los costos fijos en operaciones productivas y exportadoras de mayor volumen, no buscando ahorros marginales en los procesos que tenemos hoy.

Este razonamiento no implica que el ahorro no sea importante, pero sí que en la vida real de la microeconomía —no en la macro— puede suceder que los objetivos del ahorro y del crecimiento entren en contradicción; y cuando eso sucede, en algunos casos hay que priorizar uno u otro. En una actividad social “presupuestada”, la prioridad será siempre el ahorro; y también lo será en una productiva, para satisfacer una demanda cautiva, de volumen y precios bajo control del Estado. Pero en una destinada a abrir espacio en la demanda externa, la prioridad es el crecimiento. El propio esfuerzo por el ahorro y la mayor eficiencia no tiene como objetivo primario incrementar la ganancia por unidad física producida, sino disponer de márgenes de precios para aumentar la penetración en mercados externos.

No se trata de que los sectores exportadores de alta tecnología no deban ser regulados; sino de que hay que hacerlo de manera diferenciada. Ello no supone contraponer la productividad al crecimiento; sino comprender que hay acciones para el incremento de la productividad a corto plazo —frecuentemente concentradas en la organización del trabajo— y otras para su sostenibilidad en el mediano plazo, que dependen, con frecuencia, de gestión del conocimiento e inversión; y en los sectores de alta tecnología el “mediano plazo” llega muy rápido.

El problema no es nuevo, ni es exclusivo de Cuba. En otros países que se han planteado estimular el crecimiento de esos sectores, hay antecedentes del establecimiento de contextos regulatorios diferenciados. La creación en los Estados Unidos, en 1971, de un nuevo mercado de valores (NASDAQ) —complementario de la bolsa clásica (New York Stock Exchange)—, con regulaciones diferentes, el surgimiento análogo, en 1995, del Alternative Investment Market, en Londres; las Zonas Económicas Especiales, en China e India, y otras experiencias, tienen en común el intento de construir un contexto regulatorio que incentive el surgimiento de empresas tecnológicas basadas en productos novedosos, y la inversión de riesgo. Usualmente son pequeñas, y concentradas en crecer. Ninguna de estas experiencias es idéntica a otra, y ninguna es “copiable” para Cuba, pero lo que siempre aparece como constante es la necesidad de regulaciones específicas para estimular y proteger el crecimiento de estos sectores.

Mientras más avanzada es la tecnología, y más novedosos los productos de una empresa, menos predecibles se hacen sus operaciones y sus indicadores. El contexto regulatorio tiene que prever un espacio de exploración, riesgo y adaptación rápida para este tipo de empresa; mayor que el tolerable para otras de tecnologías más convencionales y de mercado conocido.

La conexión directa de la ciencia con la economía no es un proceso espontáneo; ni bajo las presiones del mercado, ni como consecuencia de la inversión social en desarrollo científico. Requiere intencionalidad y conducción.

Tomado de Las funciones de la ciencia en el modelo económico cubano (II)

Las funciones de la ciencia en el modelo económico cubano (I)

Dr.C Agustín LagePor: Agustín Lage Dávila. Director del Centro de Inmunología Molecular.

El sexto Congreso del Partido Comunista de Cuba, en abril de 2011, aprobó los Lineamientos de la política económica y social del Partido y la Revolución “para actualizar el modelo económico cubano, con el objetivo de garantizar la continuidad e irreversibilidad del socialismo”. En su implementación exitosa los revolucionarios cubanos ponemos todo el entusiasmo, esfuerzo e inteligencia de que somos capaces. Para ello, necesitamos extraer conocimiento de cuanta fuente pueda sernos útil, pero principalmente de nuestras experiencias en la construcción de la sociedad socialista cubana, que nos permitan ver el mundo desde nuestras propias perspectivas.

Una de esas experiencias es el surgimiento en Cuba, en los años 80, de la industria biotecnológica —cuando apenas emergía en los países de mayor desarrollo—, y su crecimiento durante las tres décadas siguientes, hasta convertirse en un importante renglón de exportación.

La experiencia del “polo científico”, como se conoce generalmente a nuestra industria biotecnológica y farmacéutica de avanzada, tiene especificidades dentro del contexto de la economía cubana, que es necesario resaltar como punto de partida de este análisis. A partir de la inauguración, en enero de 1982, por el Comandante en Jefe Fidel Castro, de un pequeño laboratorio con treinta científicos encargados de la producción de Interferón, la industria biotecnológica cubana creció aceleradamente, con nuevas instituciones y productos, hasta convertirse en lo que es hoy: un conjunto de veintisiete entidades que agrupan más de diez mil trabajadores, operan fábricas en Cuba y en otros países, aportan 141 productos al cuadro básico de medicamentos en la Isla, y realizan exportaciones por varios cientos de millones de dólares a más de cincuenta países.

Este despegue productivo, exportador y de desarrollo de infraestructura resistió el llamado Período especial, cuando la economía cubana, a causa de la desaparición del campo socialista europeo y del reforzamiento oportunista del bloqueo norteamericano, sufría una importante contracción de su producto interno y de sus mercados; y otros sectores tuvieron que reducir sensiblemente sus actividades.

Las exportaciones del polo científico han estado creciendo a más de 30 por ciento anual en la última década, y se han basado en productos no tradicionales (varios de ellos de propiedad intelectual cubana), con diversidad de destinos, con entornos regulatorios diferentes, y han requerido esquemas de negociación también no tradicionales. Tal operación no contó con inversión extranjera ni con créditos externos. Corrió a cargo del Estado y logró su recuperación y reproducción ampliada en un plazo sorprendentemente breve. Las negociaciones no comprometieron, en ningún caso, la propiedad estatal sobre los activos.

Un proceso similar no ha ocurrido en ningún otro país de América Latina. Tampoco, con esas características, en otros sectores de Cuba. Las experiencias en el turismo y la minería en el mismo período, también exitosas, se basaron en esquemas de inversión, gestión y negociación diferentes.

Por supuesto, hay determinantes científicas y particularidades del sector biofarmacéutico en la industria biotecnológica cubana; pero no es donde está lo principal. Probablemente esta experiencia tenga algo que decirnos sobre el proceso de conexión directa de la Ciencia con la Economía, y sobre las formas de gestión de la empresa estatal socialista. Si logramos descifrar estos mensajes, el caso del Polo científico dejaría de ser algo “particular” para convertirse en “anticipatorio” de lo que pudiera ser la Empresa socialista de alta tecnología, construida sobre el terreno fértil del capital humano y la cohesión social creados por la Revolución.

Centro de Inmunología Molecular, La Habana, Cuba
Centro de Inmunología Molecular, La Habana, Cuba

INTUICIONES: ¿QUÉ APRENDIMOS DE ESA EXPERIENCIA?

Usamos el término “intuiciones” para subrayar que un análisis riguroso de los determinantes macro y microeconómicos de la evolución de la industria biotecnológica en Cuba tendrá que ser emprendido por especialistas en Ciencias económicas. Aquí nos limitaremos a exponer las regularidades e ideas generales que quienes hemos tenido la oportunidad de participar en el desarrollo de estas instituciones —y que no provenimos del campo de la economía— podemos extraer de la experiencia concreta. Estas son:

1. Hay un cambio en el contexto mundial para el desarrollo de nuestra economía, dado por la relación entre tecnologías y globalización.

Comprensiblemente, cuando se habla de ese “cambio de contexto”, lo primero que viene a la mente es la desaparición del campo socialista europeo, con el que, hace tres décadas, Cuba realizaba más de 80 por ciento de su comercio exterior y con el que tenía acuerdos de integración económica a largo plazo. Eso es una enorme verdad; pero a los efectos del tema de este ensayo es imprescindible identificar otro proceso, que hubiera creado tensiones para la economía cubana aunque el campo socialista aún existiese. Se trata del acelerado desarrollo tecnológico de la segunda mitad del siglo XX y de la globalización de la economía que él hizo posible, y su efecto sobre los países de pequeño tamaño. Transitamos hacia una economía donde los productos de la industria se sustituyen muy rápidamente por otros mejores, y donde las tecnologías permiten enormes escalas de producción, y grandes reducciones de los costos unitarios.

Estos dos fenómenos se refuerzan mutuamente: la rentabilidad del proceso productivo moderno solo se logra con enormes escalas de producción, con grandes mercados para los productos. A su vez, esas grandes operaciones son las que permiten subsumir los altos costos fijos de la investigación científica para el desarrollo de nuevos productos, y de los estándares de calidad que mantienenla competitividad. Estaes una tendencia objetiva del desarrollo de las fuerzas productivas, y va a continuar. La consecuencia directa para los países pequeños como Cuba es la pérdida del poder de la demanda doméstica como motor del desarrollo industrial.

Las teorías “desarrollistas”, vigentes en el pensamiento económico latinoamericano en los años 60 del siglo XX, proponían una industrialización nacional, con asimilación de tecnologías para sustituir importaciones. En Cuba, durante el período revolucionario anterior a 1986, los ingresos externos se basaban en el azúcar y el níquel. De ahí debían salir los recursos que financiaran la infraestructura económica para satisfacer la demanda interna. Fue una estrategia correcta en su tiempo; sin embargo, ya no es viable en el nuevo contexto.

En nuestra experiencia concreta con los medicamentos de avanzada, aprendimos que no podemos producirlos solamente para la demanda nacional. Es la limitación del concepto de “sustitución de importaciones”: en algún momento aparece el razonamiento de que es más barato importar que producir. Necesitamos grandes operaciones de exportación para que ocurra el desarrollo tecnológico. Varios de los medicamentos y vacunas del Polo científico se producen hoy a una escala mayor a veinte veces la demanda doméstica. Es un cociente superior al que había para el azúcar.

Los cambios de contexto van siempre acompañados de nuevas oportunidades, pero también de peligros. Tendremos que aprender a construir la economía socialista cubana en ese nuevo escenario; un contexto mundial donde nuestra planificación no puede controlar —excepto para la pequeña fracción de la demanda nacional— el tamaño del mercado, ni los precios, ni los estándares técnicos de los productos, ni la dinámica de los cambios.

2. En el nuevo contexto, el desarrollo económico pasa obligatoriamente por el desarrollo de industrias de alta tecnología.

Cuba ha logrado un balance positivo de su comercio exterior, y eso es un importantísimo logro, después de la desaparición del campo socialista europeo y ante el mantenimiento de la guerra económica de los Estados Unidos contrala Isla. Esono se puede minimizar, pero también es cierto que ese balance se alcanza a expensas de la exportación de servicios. En la de bienes, sigue siendo negativo. Tal situación puede y debe mejorar con la disminución de importaciones de alimentos —cuyos precios no cesan de crecer—; pero en un país con escasos recursos naturales, y con una población de edad promedio cada vez mayor, y elevada calificación, el balance positivo externo hay que lograrlo con productos de alto valor agregado. Así se recoge en el número 78 de los Lineamientos…, que indica: “Diversificar la estructura de las exportaciones de bienes y servicios, con preferencia las de mayor valor agregado y contenido tecnológico”.

¿De dónde van a salir esos productos? De nuevo la experiencia del Polo científico puede tener algo que decir en este tema. Durante más de veinte años, sus organizaciones han negociado con instituciones privadas y públicas, grandes y pequeñas, de más de cincuenta países, en todos los continentes. El análisis exhaustivo de esa experiencia está pendiente, y no forma parte del objetivo de este ensayo. No obstante, en una primera aproximación, indica que es muy difícil abrir espacios con productos de bajo contenido innovador, y en competencia con muchos productores en el mundo.

Para los productos tradicionales de la industria (textiles, electrónica simple de consumo, y otros), la tecnología moderna permite escalas de producción muy por encima de la demanda solvente mundial. Para lo que no hay, ni habrá, sobreproducción es para los innovadores, y aquellos que todavía no existen. Es imprescindible entonces tenerlos; lo que no siempre significa que sean únicos, pero sí nada sencillos de producir, ni por su tecnología, ni por sus estándares de calidad, ni por la calificación de la fuerza de trabajo requerida. Operan entonces dos mecanismos que abren los espacios de exportación:

•Cuando existe concertación entre gobiernos para garantizar amplio acceso a la población y escapar de los precios abusivos de los productos innovadores cuando vienen de países industrializados.

•Cuando nuestros productos son únicos o tienen tan alto contenido innovador, que los haga entrar en los mercados aun en ausencia de acuerdos entre gobiernos.

Ambos mecanismos se relacionan y compensan entre sí. Mientras más fuerte es uno, menos debe serlo el otro y viceversa. Pero los dos requieren un alto “contenido en conocimientos” y ciencia, en el desarrollo del producto y en el proceso productivo. Eso no se alcanza simplemente importando tecnologías. Es esa la experiencia de las vacunas cubanas, la Eritropoyetina, el Heberprot, los sistemas SUMA, los genéricos de avanzada, los anticuerpos monoclonales y otros tantos. 5 O tenemos productos innovadores, o no tendremos exportaciones de alto valor agregado para financiar la continuidad de nuestro desarrollo económico y social.

3. La tarea no se limita al desarrollo científico. Lo principal es la conexión de la ciencia con la economía.

La importancia de la investigación científica, y del proceso más abarcador conocido como “gestión del conocimiento” para el desarrollo económico, han sido extensamente discutidos, y existe abundante literatura internacional, y también en Cuba, sobre el tema. No ampliaremos, pues, sobre la existencia de esa influencia, sino sobre los mecanismos por los cuales esta se produce.

La idea de que simplemente “sembrar ciencia” —es decir, formar científicos, crear instituciones, aumentar el financiamiento a la ciencia— se traducirá, de alguna manera, en desarrollo económico es vieja e ingenua, que no corresponde al contexto actual. Por supuesto que es una condición necesaria; lo nuevo es que ya no es suficiente.

Cuando los países hoy industrializados y técnicamente avanzados emprendieron su desarrollo, hace más de ciento cincuenta años, tenían, en muchos sectores productivos, un nivel tecnológico inferior al que tienen en la actualidad los países del Sur. En 1880, la renta per cápita de aquellos era apenas dos veces la de estos; no obstante, en ese momento eran la avanzada dela tecnología. Nohabía un “primer mundo” al cual mirar. No existían empresas multinacionales que captaran las innovaciones e inundaran los mercados; ni “robo de cerebros”. El desarrollo científico nacional y las innovaciones se revertían directamente en la industria nacional.

Tomado de Cubahora

Ameno intercambio con estudiantes de Comunicación Social de la UO

Siempre es un reto enfrentarse (dar el rostro; nunca en su acepción beligerante) ante un grupo de estudiantes universitarios; intentar recortar las distancias generacionales y atrapar su atención hacia lo que se les explica.
El desafío es mayor cuando esos jóvenes son estudiantes de Comunicación Social y nos corresponde exponer ante ellos todo cuanto en materia de comunicación científica se desarrolla en el CNEA.
Claro que, si bien existe dicho reto, también es una oportunidad el intercambiar con mentes frescas, puntos de vista desprejuiciados que nos permita aprender de toda idea oportuna.
Por segundo añoo consecutivo el CNEA recibió en sus instalaciones a estudiantes del tercer año de Comunicación Social de la Facultad de Humanidades de la Universidad de Oriente; como parte de la asignatura Comunicación Científica, impartida por la profesora Carmen Díaz, fiel colaboradora de nuestra institución.
Durante poco menos de una hora sostuvimos una conversación amena, con valiosas intervenciones de los estudiantes. Se abordaron no solo los aspectos relacionados con la experiencia del CNEA en el uso de diferentes medios y herramientas para la comunicación y divulgación de la ciencia; sino también, sobre algunas de las dificultades que en la actualidad limitan la comunicación científica en nuestro medio, así como el papel de los comunicadores sociales en los centros de investigación de la provincia.
El momento fue igualmente propicio para invitar a los estudiantes universitarios a participar en el Foro de Comunicación de las Ciencias, a desarrollarse en el CNEA los venideros 17 y 18 de mayo; un evento que persigue, precisamente, el objetivo de crear espacios para el intercambio de ideas, opiniones y experiencias relacionadas con la comunicación y divulgación de los resultados científico-técnicos y el papel de las Entidades de Ciencia e Innovación Tecnológica y los científicos, en la apropiación social de las ciencias.
Antes de la despedida, todavía recibíamos observaciones y sugerencias, por parte de los estudiantes, sobre diversos aspectos de la comunicación en nuestra entidad; todas, opiniones muy valiosas que nos sirven de retroalimentación y nos reafirman la confianza en la nueva ornada de comunicadores que se forman en nuestra sexagenaria universidad.
Nota: Esta entrada fue publicada a través del correo electrnico
 

Enfrentar la crisis real en comunicación de la ciencia

La escasez de voceros científicos confiables y diversos socava la capacidad de los periodistas de responder a los retos del desarrollo.

Al revisar la agenda del primer Foro africano de ciencia, tecnología e innnovación realizado en Nairobi, Kenia, del 1 al 3 de abril, recordé mis inicios en SciDev.Net.

El equipo tiene la costumbre de abordar al nuevo personal en el almuerzo y preguntarle asuntos personales, poco convencionales. Recientemente, me tocó ser el centro de esta iniciación, cuando me pidieron compartir una frase que me inspire con frecuencia.

En ese momento, me sentí abrumado por tener que escoger. Sin embargo, en las semanas transcurridas desde que me uní al equipo, he pensando con frecuencia en el asunto, pues estamos en un momento en que a la comunidad de ciencia y desarrollo le vendría bien un poco de inspiración.

Tomemos la Conferencia de la ONU sobre Desarrollo Sostenible (Río+20), que debe ser un compromiso renovado con el desarrollo sostenible. Muchos temen que fracase, y que dado el estado crítico del planeta, ya sea demasiado tarde.

El sector del periodismo científico también requiere inspiración, acosado como está por su propia crisis. Pocas profesiones han sido tan gravemente afectadas por Internet como el periodismo. Sólidas casas editoriales se han tenido que reestructurar, editorial y operativamente, para salir a flote. Y la ciencia, al igual que la cobertura de asuntos internacionales, con frecuencia ha sido un hecho fortuito.

De otro lado, el público y los investigadores se quejan de la inadecuada formación de los periodistas. Y existen pocos ejemplos de cómo se está usando la innovación tecnológica para un diálogo entre científicos, profesionales de la comunicación y el público, ciertamente mucho menor si se compara con las industrias del arte y la ‘cultura’.

Sin embargo, el punto de inspiración es dinamizarnos con la vision de que es posible, y de que hay algunas tendencias prometedoras para los medios. Específicamente, hay signos de un aumento en la demanda del periodismo científico.

Signos de renacimiento

Un número creciente de investigadores está consciente de la importancia de comprometer a los generadores de políticas con sus trabajos. Por ejemplo, el gobierno del Reino Unido aumentó recientemente el valor que se asigna al impacto en el mundo real al determinar los niveles de financiamiento para las instituciones de investigación.

Ahora es un lugar común encontrar conferencias científicas con sus propias etiquetas (o hash tags) en Twitter. Las redes sociales han posibilitado que sea más fácil para los periodistas y el público atraer a los científicos que están listos para el reto.

Y desde la Primavera Árabe hay esperanzas para los periodistas científicos: el gobierno egipcio ha establecido como prioridad la investigación científica y se favorece ampliamente que en la nueva constitución del país se incluya una sección sobre el papel de la ciencia y tecnología en la construcción de la nación.

También hay un creciente apetito entre el público, por lo menos en los países en desarrollo, de más periodismo científico. Una reciente encuesta en Senegal reveló la inquietud del público ante el bajo nivel de las noticias científicas. Una encuesta más grande, realizada entre la audiencia del Servicio Mundial de la BBC, indicó que este sentimiento no es exclusivo de África.

Los periodistas necesitan buenos científicos

El mercado, ¿estará en capacidad, en el tiempo, de satisfacer las necesidades de la audiencia con periodistas científicos calificados? Esta creencia se pierde en un cuadro más complejo.

Aquí es donde el Foro de África interviene. Los rumores y temas de agenda que son familiares para quienes siguen los preparativos de Río+20 son menos obvios aquí.

En su lugar, la agenda estuvo centrada en los mercados laborales, el empleo juvenil y la escasa inversión en el sector tecnológico. La conferencia determinó las fallas de gobernanza y mercados que inciden en la médula del periodismo científico en los países en desarrollo.

La preocupación dominante del Foro Africano parece ser la escasez en el continente de científicos altamente calificados. Esto comprometería la capacidad de los periodistas científicos para responder a los retos de nuestro tiempo.

¿Cómo sabemos que la ciencia de calidad es escasa? En 2001, solamente el 2,3 por ciento de las publicaciones científicas de todo el mundo fueron de científicos que vivían en África, según la UNESCO (ver Figura 1). En comparación, los autores de Europa occidental y Estados Unidos representaron más del 50 por ciento.

Una década después, encontrar científicos de los países en desarrollo en este cuadro sigue siendo un problema, y para ello solo se necesita mirar la lista de delegados asistentes a conferencias como El Planeta bajo Presión.

La baja representación conduce a su propio ciclo de bajo rendimiento y poco financiamiento, pues los científicos necesitan comunidades afines para aprender y ser cuestionados.

Junto a esta baja representatividad están las realidades políticas que a menudo encaran los científicos residentes en los países en desarrollo. Un periodista independiente que trabaja en Ghana me contó hace poco que la autocensura entre los científicos es quizás la mayor amenaza a su medio de vida.

Esto no es exclusivo de África occidental. La verdad es que en lugar de manipular los resultados de su investigación, como afirman los escépticos del cambio climático, los científicos se inclinan mayoritariamente a permanecer —o mantenerse— en silencio. 

 

El poder de la imaginación

Tener voceros más confiables y diversos en la ciencia ofrece mucho más que trabajos sostenibles para los periodistas de los países en desarrollo: es esencial para el bienestar local y los bienes públicos globales.

Por lo tanto, ¿qué podemos hacer para fomentar la pluralidad de voces científicas? Quizás los periodistas y los medios podrían tratar de suministrar inspiración.

Tenemos que mostrarles a los estudiantes y a quienes tienen el control de acceso a la ciencia lo que se puede hacer, demostrándoles el valor de la creatividad y el rigor.

También necesitamos que se comprometan a proporcionar plataformas para las voces talentosas donde sea que estas surjan. Ello requiere una combinación serena entre la vigilancia de dichas voces y las expectativas inflexibles, porque la buena voluntad no es excusa para la mala ciencia.

Esto me lleva de vuelta a mi frase de inspiración preferida. Es la del dramaturgo irlandés George Bernard Shaw y funciona en los niveles sectorial, institucional e individual: “la imaginación es el principio dela creación. Imaginaslo que deseas, deseas lo que imaginas y al final, creas lo que deseas”.

Nick Ishmael Perkins

Director, SciDev.Net

 

Tomado de SciDev

A propósito del Día de la Prensa Cubana

El 14 de marzo de 1892 vio la luz el primer número del periódico Patria, órgano oficial del Partido Revolucionario Cubano, creado el 10 de abril de 1892 por José Martí; cuyas Bases fueron publicadas precisamente en aquella primera edición.
Desde 1992, con motivo del Centenario de esta efeméride, se decidió establecer el 14 de marzo como Día de la Prensa Cubana.
No existe entonces oportunidad mejor para, desde las páginas de este blog, felicitar a todos los trabajadores de la prensa en Cuba, en especial, a aquellos que desde sus medios de prensa y otros espacios dan seguimiento periodístico al quehacer científico cubano.
Un aparte para el reconocimiento a José Roberto Loo Vázquez, Coral Vázquez Peña, Lilieth Domínguez Quevedo, Yanet Alina Camejo, Cary Ferriols y Odalis Riquenes Cutiño; miembros del Círculo de la Prensa asociado a la Delegación Territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) en esta ciudad, encargados de la cobertura periodística a los principales resultados científico-técnicos de esta provincia del oriente cubano.
Las universidades, centros de investigación y otras entidades de ciencia de Santiago de Cuba, hemos sido testigos del profesionalismo y calidad humana de estos periodistas, comprometidos con la ciencia santiaguera y cubana, dueños de una insaciable curiosidad que demuestran en constantes interrogantes encaminadas a descubrir cada resquicio del resultado científico, para lograr trabajos periodísticos de calidad, siendo reconocidos con varios premios nacionales.
A ellos, dignos herederos del periodismo científico martiano , muchas felicidades en su día y el agradecimiento por su incansable labor.

La ciencia cubana: un factor de desarrollo económico

Reconocidos científicos proclamaron hoy en la Mesa Redonda Informativa de la radio y la televisión cubanas que la ciencia en Cuba es un producto de la Revolución.
La aseveración se hizo teniendo en cuenta que el primero de enero de 1959 sólo había en el país tres universidades y prácticamente no existían centros de investigación.
Los panelistas expusieron que actualmente son más de 60 los centros de educación superior y 231 entidades científicas, entre ellas 127 dedicadas a la investigación.
“Se trata de que la ciencia se conecte mucho más, sobre todo con la vida económica del país, y que sus resultados tengan realmente un resultado económico tangible”, dijo este jueves, en la Mesa Redonda, Osvaldo Martínez, director del Centro de Estudios de la Economía Mundial.
Martínez explicó que “toda unidad de ciencia trata de solventar sus gastos con sus ingresos y creo que los Lineamientos van encaminados a estrechar los lazos de la ciencia con la base económica del país”.
El directivo hizo hincapié además en que la ciencia cubana juega un papel esencial en la actualización de nuestro modelo económico y destacó que el Sistema Nacional de Ciencia y Técnica no está en manos de las grandes trasnacionales.
En dos horas, panelistas pertenecientes al sector expusieron los resultados de este campo en la mejora de las condiciones de vida de la población y de la economía nacional.
Vito Quevedo, director de Ciencia, Tecnología e Innovación del CITMA, explicó, al hacer un recuento histórico de la actividad científica, que está siempre ha estado aparejada al desarrollo del país.
Un total de 231 centros de investigaciones en la Isla y una cantera de más de 94 mil trabajadores, respaldan la actividad científica nacional, la cual ostenta un alto nivel avalado por los más de 300 titulados en doctor en ciencias y por una cifra de graduados universitarios que supera el millón.
Luis Herrera Martínez, director del Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología, resaltó los logros obtenidos con las producciones biotecnológicas, un campo que comenzó a desarrollarse en la década de 1970.
Herrera apuntó que desde los inicios, el Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro, dio una proyección estratégica a esta esfera.
De ahí que la mirada que se tiene de la biotecnología sea la de “una organización de investigación –producción, con una capacidad exportadora, que cierra el ciclo con un flujo de caja positivo, basada en productos innovadores y de alta tecnología”, ahondo Herrera.
Refirió cómo han surgido distintos productos para prevenir enfermedades y que constituyen también fuentes de ingreso para el país y puso el ejemplo de la vacuna contra la hepatitis B que por concepto de exportación ha reportado a la economía más de 200 millones de dólares.
Otro resultado científico importante es el relacionado con Heberprot-P, medicamento cubano, único en el mundo, que se utiliza en el tratamiento a la úlcera en pies de personas con diabetes, y evita la amputación de ese miembro inferior en la mayoría de los casos.
En el programa se patentizó que en los últimos 25 años se han instalado 325 laboratorios en instituciones sanitarias para la cobertura de programas como el materno infantil, certificación de sangre y el diagnóstico de malformaciones congénitas.
Por su parte, la doctora Gisela Alonso, presidenta de la Agencia de Medio Ambiente, sostuvo que desde hace 50 años el gobierno cubano ha protegido y administrado con equidad los recursos naturales, y ha propiciado estudios como los geológicos y físicos para evaluar las alternativas en la minería, el petróleo y el agua.
Tomado de La ciencia cubana: un factor de desarrollo económico ( Video) | Mesa Redonda.

Viaje a la semilla

 
El 20 de febrero se conmemora el Aniversario 50 de la creación, en igual fecha de 1962, de la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias de Cuba. Con la misma, por primera vez la Academia adquirió un alcance efectivo a nivel nacional.
La Comisión Nacional quedó facultada para, entre otras atribuciones, llevar a cabo “la reorganización, incorporación y disolución de cuantas sociedades, academias y corporaciones estimare conveniente a los efectos de esta ley” (la ley 1011 de 20 de febrero de 1962) y para proponer al gobierno la incorporación a esta de entidades científicas adscritas a ministerios o universidades. El presidente de la Comisión era Antonio Núñez Jiménez. Contaba entre sus miembros a Juan Marinello, Fernando Ortiz, Julio Le Riverend y Emilio Roig de Leuchsenring, entre otros.
A propósito de la efeméride compartimos con ustedes el siguiente texto tomado de la Revista Juventud Técnica

Pasaban los meses y los años de aquella gente que no se cansaba de esperar tiempos mejores, alelados entre anuncios de bebidas, noticias de la lotería, algún que otro escándalo político y ciertas obras “dignas” de uno de los pueblos más rebeldes de América.

 Un Capitolio y un túnel asombroso por debajo de la Bahía de La Habana traían las luces del capital que, en pleno auge algunas millas más arriba, inoculaba el virus del consumismo en hogares que, con trabajo, lograban reunir para ganarse el derecho a una consulta médica.
Bajo la piel de esa isla pintoresca, destino turístico de mafiosos connotados, paraíso pretendido de ron y mujeres, verdaderas sanguijuelas chupaban los recursos naturales y esquilmaban el patrimonio cultural construido con sangre y pensamiento criollos.

Dormía el legado de Poey, Finlay, Romay, Varela, Saco, Reynoso, adelantados de una ciencia originaria, de pura cepa cubana. Aquella real corporación por ellos soñada había renunciado a sus tiempos de gloria. La fusta colonial, que finalmente cedió ante el empuje nacional por edificar una ciencia autóctona, se retocaba con métodos doblemente siniestros.

 La Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana se sacudió la “realeza”, pero continuaba cargando la cruz del coloniaje. Se le perseguía y acallaba, se le apaciguaba como a las otrora epidemias, se le vapuleaba cual mendigo insalubre.

Algunas instituciones bregaron entre la barahúnda, y permanecieron “colgadas” a entidades del estado. Un orden “surreal” se había impuesto, en tanto nombres como los de Carlos de la Torre, Pedro Kourí y Juan Tomás Roig salvaban la honra de la ciencia en Cuba.

La Academia estaba adscripta al Ministerio de Justicia, y recibía unos exiguos 400 pesos para solventar sus gestiones;la Sociedad Geográficafuncionaba como una dependencia del Ministerio de Estado; el Parque Zoológico permanecía a la sombra del Ministerio de Obras Públicas; la Marina de Guerra rectoraba los estudios en meteorología.

La Sociedad Espeleológicaera atacada por fuerzas represoras y sus miembros perseguidos. Una resolución del Ministerio de Educación, de Batista, prohibió la difusión de la Geografía de Cuba, de Antonio Núñez Jiménez, fundador del grupo, en tanto la obra monumental de Felipe Poey, Ictiología Cubana, permanecía inédita, “por emanar de un hombre progresista y materialista”.

La investigación estaba refugiada en las universidades, a expensas del tiempo y voluntad de los profesores. Ninguna publicación. Nada de dar a conocer resultados de investigaciones. Nula colaboración entre centros. Absoluto desmembramiento de la labor científica en el país.

¿Ciencia? Esa palabra olía a élite, permanecía desconocida por el pueblo.

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Otorgan a Directora de TRI del CNEA condición de Profesora Honoraria de Universidad ecuatoriana

Con la presencia del Dr. Luis Almeida Vera, Decano de la Facultad de Salud y Servicios Sociales de la Universidad Metropolitana Domicilio Principal Guayaquil, se efectuó el acto que oficializó el nombramiento de Profesora Honoraria de la mencionada Universidad, a la Ing. Rebeca Conde García, Directora de Transferencia de los Resultados de la Investigación (TRI) del Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado (CNEA).

Según la notificación oficial del nombramiento, firmada por el Ingeniero José Barrezueta Becherel MBA-Canciller de la Universidad Metropolitana; el mismo se otorga a la Ing. Conde García “como un reconocimiento a su apoyo y cordial apertura al desarrollo de los programas académicos” que impulsa la Facultad de Salud y Servicios Sociales de la Alta Casa de Estudios ecuatoriana.

Por su parte, la Directora de TRI del CNEA manifestó sentirse muy agradecida por esta distinción aunque confiesa no creer ser merecedora de la misma “pues simplemente ha cumplido con su labor de promocionar la actividad de ciencia y técnica del CNEA en todos los ámbitos que lo ameritan”. Asimismo asegura que este reconocimiento la compromete mucho más en su función de lograr que los resultados científicos de nuestra institución se apliquen en aquellos escenarios en que son más necesarios.

La Universidad Metropolitana de Guayaquil dedica sus esfuerzos a “consolidar, desarrollar y promover la ciencia, la cultura y la innovación tecnológica con sentido hacia la igualdad de oportunidades, en correspondencia a las necesidades del desarrollo sostenible del país y en los marcos de los lineamientos educativos del Ecuador”

Hablar sobre ciencia es también hacerla

Por. Mailen Portuondo Tauler. Estudiante de Periodismo de la Universidad de Oriente*

“Lo más bonito que podemos experimentar es el misterio, que es la fuente de todo arte verdadero y de toda ciencia (…)”.
Albert Einstein

Berenguer
Ing. Arístides Berenguer Ungaro

Entrevista realizada al Ingeniero Eléctrico en Control Automático Arístides Berenguer Maurant.

Resulta imposible contar la historia del Centro Nacional de Electromagnetismo Aplicado (CNEA) sin mencionar a Arístides Berenguer, paradigma de la ciencia santiaguera, quien fuera Profesor Auxiliar, Profesor de Teoría de Circuitos Eléctricos y Jefe del Departamento de Electrotecnia de la Universidad de Oriente durante 25 años. Actualmente se encuentra  vinculado a la Comisión Provincial del FORUM  de Ciencia y Técnica y Preside la Comisión  del Grupo IV de Energía.
– Ingeniero, ¿cuál fue el disparador  de su interés  por las ciencias y el mundo de las investigaciones?
– Fui un lector ávido, de la mano de  Julio Verne y Salgari fui cimentando mi concepción del mundo.  Disfrutaba del cine y las series de ciencia ficción como Flash Gordon. Comencé el bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza en Santiago de Cuba, y ya leía a Aníbal Ponce, Descartes, Louis Stevenson,  y se redondeo mi inquietud por la filosofía. Matriculé Ingeniería Eléctrica por decisión final pues me gustaba la Ingeniería Civil y Naval, y en ese momento se concretó en mí el interés por la ciencia aplicada. Se me abrió un gran campo y por decisión propia  comencé a trabajar con personas que me introdujeron en ese camino de la ciencia  aplicada  a la obtención de resultados concretos.
– ¿Tuvo algún referente, es decir, alguna persona o personas cuyas investigaciones le han servido de estímulo?
– Sí, tuve referentes que fueron de gran estímulo como el compañero Francisco Marean Siria, Paquito como le decimos, un verdadero educador, quien me ayudó en el desarrollo de mis ideas científicas y de aplicaciones en el laboratorio. Tuve otros compañeros, pero como Paquito ninguno. Aunque no puedo dejar de nombrar en la parte académica y también práctica al Ingeniero Bernardo Álvarez Bravo, mi profesor de Electrónica, muy exigente y entrañable amigo el resto de la vida.
– ¿Cómo describiría su profesión?
– Sumamente interesante, útil, al extremo de imprescindible  en todas las ramas del saber, tiene la ventaja que todos los fenómenos se explican rigurosamente, pues la matemática es su principal herramienta y no queda nada a la aproximación o al supuesto. Es altamente conceptual y eso a conducido a que muchos ingenieros eléctricos han desarrollado su trabajo en otras ramas tanto de la técnica como de las letras y las artes, teoría esta muy personal.
-¿Qué cualidades cree que debería tener un investigador?
– Ante todo, ser trabajador y un soñador insaciable. Saber que tiene una alta responsabilidad con su ciencia y el deber de trasmitirla con generosidad sin esperar recompensa. A veces el trabajo es duro pero cuando se obtiene el resultado, sea cual fuere, grande o pequeño, el placer que se siente es inigualable. Por eso me duele mucho ver  que personas que nos rodean sólo ven en esto un medio económico o inclusive de lucro y se quedan en pequeñas, pequeñísimas cosas que no dan satisfacción al espíritu. Crear es hacer, y hacer algo útil.
– ¿Es gratificante dedicar parte de su vida a la investigación?
– Es muy  gratificante dedicar parte de la vida  a crear nuevos conocimientos, tecnologías, etc. Hacer ciencia no es una profesión fácil, las personas que nos dedicamos a la investigación tenemos una presión elevada en cuanto al tiempo que le dedicamos a esta tarea, a la necesidad de la superación y el estudio constante, pero se produce un gran  goce cuando se concluye algo con resultados evidentes y uno ve que es realmente útil y eso es  lo que compensa las horas y el esfuerzo dedicado.
– ¿Cómo llegó al CNEA?
– El CNEA no existía y hago un poco de historia. El Departamento de Industria  del Comité Central encargó al Departamento de Electrotecnia Básica la construcción de una regleta magnética para ser utilizada en los tornos como elemento de medición para la producción de piezas mecánicas. Habíamos conseguido un enorme y potente imán que estaba produciendo en el taller de mediciones donde se encontraba efectos nocivos. En eso, el compañero Ingeniero César Portuondo de la Textilera Celia Sánchez Manduley nos hablo de que tenían serios problemas con las incrustaciones de los enfriadores de los compresores, ya conocíamos de las aplicaciones del tratamiento magnético del agua (TMA) para eliminar incrustaciones, y allá fuimos y colocamos el imán en un circuito de enfriamiento. Resultó muy pero que muy efectivo. El compañero Ingeniero Eugenio Mainegra Jefe del Departamento de Industria del Comité Central, viajó a Santiago de Cuba para verificar como estaban los trabajos de la regleta magnética y cuando se enteró de esto, nos invitó a generalizar esta tecnología en el país.
Realmente se movilizó una maquinaria enorme produciéndose miles de equipos, se participó en cientos de conferencias en instituciones, industrias, servicios etc. De ahí salió la aplicación en los centrales azucareros, participamos en varios Forum de Ciencia y Técnica, tuvimos varios encuentros con el Comandante de la Revolución Fidel Castro, y de todo esto se comenzó a engendrar el CNEA.
Aparecimos como una institución formada tan solo por 4 compañeros: el Dr.Francisco Monier, Dr. Alfredo Fong Reyes, Ingeniero José Castillo Bonne y el que les habla.
El apoyo en todo momento por el Comité Central y particularmente del Grupo de Apoyo del Comandante en Jefe, fue decisivo en la construcción de la actual Sede del CNEA.
– ¿Qué  aplicación a nivel  social tuvieron esos proyectos que desarrollaron?
– Los proyectos que se desarrollaron y se desarrollan en el CNEA, estuvieron siempre inclinados a mejorar la economía del país, sustituir importaciones y brindar servicios de calidad por la vía del aumento de la eficiencia de los sistemas energéticos, aumento de productividad en los sistemas agrícolas y mejoramiento de los servicios, específicamente el de salud tanto humana como animal, en este punto tenemos que aclarar que nos abrimos al país con el uso de esta tecnología. Se realizaron una considerable cantidad de proyectos de equipos que fueron ejecutados en varias fábricas de equipos mecánicos y eléctricos del país. Fue un enorme movimiento y una gran inversión dedicada en lo fundamental a los equipos magnetizadores para la industria y la agricultura. Se realizaron múltiples aplicaciones en el MINAZ, MINAGRI, MINSAP.
El impacto social y económico fue fabuloso, y de eso dan fe las palabras de nuestro Comandante en Jefe en  el VIII Forum de Ciencia y Técnica cuando dijo que:”el esfuerzo y el trabajo de desarrollo de las aplicaciones de los magnetizadores había sido enorme”. Todo esto generó lo que tenemos hoy.
– Desde su experiencia, ¿qué estrategia llevaría a cabo para impulsar la investigación y la inventiva en el CNEA?
– Cualquier estrategia tiene que pasar por recuperar el nivel de inventiva e ingenio que caracterizó al CNEA en los momentos fundacionales. Hubo una gran generación de nuevas ideas, llegando al clímax de otorgársenos la responsabilidad de ser un centro autofinanciado, logro que se consiguió no sin una dosis importante de creatividad, disciplina y visión del futuro. Se logró un gran sentido de pertenencia, cosa que aunque no me gusta la palabrita, tenemos que recuperar. El CNEA sigue siendo un gran centro, manteniendo algunos aspectos intactos pero tenemos que entrar al análisis profundo y sin prejuicios de la situación actual.
– Partiendo de la convicción de que la situación económica es la principal tarea del Partido y del Gobierno y la asignatura básica de los cuadros a todos los niveles. ¿A qué los retaría en sus 20 cumpleaños para aumentar su liderazgo en investigación científica y tecnológica?
Tengo la absoluta convicción de que el CNEA, no puede bajo ningún concepto abandonar la estrategia de investigación-producción. Vemos con tristeza, que algunos compañeros plantean el carácter puramente científico del CNEA, lo que constituye no solo un error garrafal, sino una ausencia total del principio básico que nos anima. Se deben combinar la investigación científica, el desarrollo de nuevos productos y servicios, la producción eficiente y la gestión exportadora.
El centro tiene que jugar un papel importante en cuanto a los aspectos científicos puros y teóricos, porque esto se constituye en la base  para el desarrollo de dispositivos, equipos y aplicaciones en cualquier rama de la industria y los servicios.
Si se logran los aspectos anteriores estaremos dando un decisivo aporte al desarrollo económico del país y al logro de resultados importantes que ratificarían el prestigio ganado por el CNEA en sus 20 años de existencia.
Y así, nos despedimos de este ingeniero jubilado que ya disfruta de su séptima década. Un hombre familiar, solidario, afectuoso, pero a la vez intransigente. Un hombre que donde se encuentre, hace que las cosas cambien, se dinamicen, adquieran dimensiones adicionales y se entretejan relaciones que hacen un todo de alta calidad.
Sus años de experiencia profesional en la investigación, han forjado a una persona experimentada y completamente feliz con su vida, de la cual asegura que «si tuviera que volver a vivirla no cambiaría nada”.

*Premio del Concurso de Periodismo Científico Estudiantil convocado por el CNEA