Algunas veces, a las personas les asalta la duda sobre la validez de brindar datos, ante una solicitud en sitios diseminados por la red de redes y afloran reflexiones como esta:
“Para entrar en una web y tratar de obtener unos materiales, he tenido que llenar varias páginas con información personal. Inicialmente no le di ninguna importancia, pero ahora tengo dudas, considero excesiva la información solicitada y no sé para qué requieren tener tantos datos personales, a pesar de que aseguran total privacidad.”
Antes de facilitar datos personales se debe analizar quien los solicita, para qué se van a utilizar y si es necesario que se disponga de esa información. No es lo mismo la información personal que tienes que facilitar para un ingreso en un hospital, que para suscribirte a una web de libros o materiales online. En el primer caso será necesario que aportes muchos datos personales e incluso información sobre tus antecedentes familiares y en el segundo basta con unos pocos que permitan a la administración del sitio determinar que no se trata de un “robot” de descarga automática, que es una vía utilizada por los piratas informáticos para hacer quebrantar la protección de estas páginas.
En los casos en que se facilita la información de manera “indiscriminada” se corren riesgos muy grandes que pueden provocar amenazas disímiles que van desde la recepción de spam con intenciones propagandísticas o de estafa, afectaciones a la privacidad o el robo de la identidad en las redes hasta el chantaje y la extorsión.
Para que se comprenda mejor la magnitud de esta situación tomemos un ejemplo clásico:
Una persona se registra (brinda cuantiosos datos) en una página que “facilita” el acceso a materiales y libros, al final los mecanismos son tan complejos que no puede descargar casi nada, pero los datos quedaron guardados. Pasados unos días se comienzan a recibir correos de diversa índole con propuestas “comerciales” de muchos tipos o simplemente correos que solicitan la entrada a un formulario para “pescar” usuarios (phishing).
A partir de este momento se comienza a cuestionar, cómo los datos llegaron a manos de estos “cibermercaderes”, sin recordar que se facilitaron en una web donde se registraron en una base de datos, que luego fue vendida con fines de lucro o “hackeada” con el mismo propósito por piratas informáticos.
También puede ocurrir que un día se trate de entrar a una red social o a un webmail internacional como Yahoo o Gmail y resulte imposible porque la identidad fue secuestrada y es utilizada por un pirata en sus fechorías suplantando la identidad del titular de la cuenta.
Puede ocurrir también, que sea robado material comprometedor de una carpeta personal o de un teléfono móvil al que se pudo acceder gracias a los datos facilitados y esto sea el punto de partida para una extorsión o chantaje.
Nunca debe pensarse “esto no me sucederá a mi”, sino que debe mantenerse una posición segura, crítica y responsable cuando se trata de brindar datos en ambientes donde no se puede tener certeza de que serán utilizados de manera ética. Primero valore el alcance de faciltar sus datos, antes de dejarse tentar por ofertas fabulosas, que nunca son reales.